Capítulo 5 : Primer Beso

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La semana siguiente pasó incluso más rápida que la primera, el motivo fue porque estuvo ocupada con exámenes y también atareada con Boruto, Riri y algunos otros pacientes que ayudó a Yanagi. Boruto despertó varias mañanas con crisis fuertes, donde el aparato se pausaba y no lograba respirar bien, por lo que debían colocarle otro aparato más pequeño que le suministraba el aire de una manera más lenta y menos eficiente, el rubio se ahogaba con su propia saliva y tosía tan fuerte, que luego la garganta le dolía. La pelinegra no sabía cómo lidiar al principio, hasta que Mei le tuvo que enseñar cómo hacerlo, debía pasar un tubo por su nariz y conectarlo a una mascarilla. Sarada se concentró en lo que estaba haciendo porque era peligroso y el rubio, obedecía todo lo que ella decía, se quedaba quieto y no decía una sola palabra, porque no dejaba de observarla en silencio; embelesado por su belleza natural.

A pesar de todo empezaba a gustarle la idea de que se molestaba enseguida cuando le hacía broma sobre sus cabellos o sus gafas, ella se ponía roja como un tomate de todos los insultos que soltaba en segundos, no quería tratarlo mal, pero su relación se volvía más unida día tras día. Boruto relajó su cuerpo para intentar respirar por su cuenta y no podía, así que Sarada se tuvo que quedar a cuidarlo toda la mañana, porque podía agarrarle otra crisis y sentir que se quedaría sin aire en cualquier momento. Se preocupaba por él y trataba de no dejarlo solo. Sabía que sería problemático, porque él gustaba de ella y no dejaba de coquetearla. No le molestaba, cosa extraña porque generalmente, odiaba los hombres fastidiosos; Boruto era distinto. Sus coqueteos eran más halagos desprevenidos, delicado y sin sonar desubicado. Como por ejemplo lo que le dijo esa mañana, al verla con un quipao rojo, ajustado al cuerpo con un obi y la chaqueta suelta; llevaba calzas hasta las rodillas y no era nada provocador, más bien sencillo.

-Hoy te ves muy bonita-sonrió mientras ella anotaba algunas cosas en la planilla. Su comentario le generó un zumbido en sus oídos, ¿por qué se avergonzaba de sus comentarios? Hasta le parecían dulces, negaba con la cabeza, fruncía el cejo y se mostraba seria.

-Gracias por el halago, pero debes concentrarte en terminar tu desayuno.

Boruto rio divertido y curvó sus labios, se acomodó en la cama y tomó su té de manzanilla, enseguida se dio cuenta que era su favorito, siempre lo acompañaba con tostadas.

-Es extraño que me acompañes en los desayunos-continuó comiendo una tostada-. Por cierto, ¿qué tanto anotas en ese papel? Siempre sentí curiosidad.

Sarada resopló. No quería distraerse y si le contestaba, no dejarían de charlar, hasta que tuviera que ir a Riri. Hizo una mueca. Tampoco era grosera y lo ignoraría, aunque quería hacerlo, porque no quería complicar las cosas:

-Tu estado físico, tu respiración, la forma en que respiras-dijo agotada, se frotó la sien y acomodó sus lentes-. Nada extraordinario. Chequeos rutinarios.

-¿Y notas algo anormal?-preguntó al tragar.

-¿Anormal?-intentó pensar.

¿Qué era normal? La forma en que respiraba no era normal, y sus ronquidos eran cada vez más fuerte, hasta creía que él lo sabía y no lo decía por orgullo. Suspiró.

-Los últimos estudios arrojaron que tus pulmones están muy dañados por la infección-dijo con sinceridad-. En verdad me preocupas, no solo porque eres el único que ha sido capaz de sobrevivir, sino justamente, porque eres el último. Y me preocupa que...

-¿Muera?-completó como si no fuera gran cosa. La expresión de terror que tenía Sarada era indescriptible. Sonrió-. Sarada, no voy a morir, si lo hago no podré estar contigo.

Déjame Enamorarte (BoruSara)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora