"Did they discover us?"

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Cada segundo que pasa es cada vez más tortuoso, llevaban esperando tres hora para saber de la futura esposa del músico, ya todos habían llegado al hospital; los gemelos estaban en una esquina del lugar hablando sobre lo que podía suceder allí dentro, Marinette y Juleka intentaban calmar al músico el cuál estaba más que nervioso, Chloe amenazando a las enfermeras y su esposo tratando de calmarla, Alya y Nino comían para no colapsar de los nervios, y Adrien se encontraba inerte en sus pensamientos, no sabía que hacer y sinceramente no podía hacer mucho porque allí estaba el "primitidi" de su amor.

- ¿Cómo se me pudo olvidar que era alérgica a las nueces? - exclamó luka arrepentido.

- ¿Cómo se te va a olvidar algo así? Es tu futura esposa, ¡Por Dios!- exclamó un enojado Adrien al escuchar a Luka. Las personas que estaban y pasaban por ahí observaban expectantes lo que sucedía.

- Yo no quería que nada de esto le pasara, sólo espero este bien.- dijo el músico mientras cubría su rostro para evitar que vieran sus ojos llorosos.

Un doctor con un semblante serio y cabello blanco como las nubes, salió del lugar a donde habían metido a la chica. Daba pasos rápidos y precisos al caminar, luego se detuvo en el área de espera y observó el lugar.

- Familiares de la señorita Martín.- habló el doctor e inmediatamente el grupo de personas que venían por la castaña se acercaron a el rápidamente.

- Somos nosotros doctor.- habló Luka intentando ocultar el gran nudo que se hacía en su garganta.

- Logramos estabilizar a la señorita, está terminando de recuperarse pues llegó en una situación crítica. Casi pierde la vida.- dijo el doctor de manera sería.

- Esto es mi culpa. ¡Oh Dios!- exclamó el de puntas azules desesperado, ya por su rostro bajaban espesas lágrimas de culpa.

- Tranquilo señor, ella estará bien. En estos momentos se encuentra dormida. Pueden pasar a verla de uno en uno, si me disculpan. Me retiro.- habló el doctor para luego irse de ahí.

- No tengo la fuerza para ir a verla.- habló Luka rompiendo el ambiente incómodo que se había formado.

- Yo iré.- dijo el rubio decidido.

Todos, excepto Nino y Chloe. Miraron al rubio extrañados pues recién se conocieron hoy, pero dejaron pasar esa absurda idea pues el la había traído en sus brazos hasta acá. Todos asintieron y se fue a la habitación de la castaña.

Al entrar lo golpeó el olor a alcohol y desinfectante, acompañado de la flourescente luz blanca de la habitación. Luego sus ojos la observaron.

Sus labios estaban pálidos al igual que su piel y su respiración era lenta y pausada la cual era apoyada por oxígeno a través de una mascarilla, habían cambiado sus ropas a una bata azul, en su mano derecha se encontraba la intravenosa y en la izquierda la toma a los latidos del corazón.

Se sentía impotente. El amor de su vida se encontraba en mal estado y todo por culpa del olvidadizo de su prometido, la rabia lo consumía. Quería poder quedarse todo el día ahí con ella pero su novia estaba afuera. Porque realmente Luka le importaba poco.

Tomo su fria mano con suma delicadeza y la acaricio, cada vez que la veía quería matar al músico con sus propias manos; el no la merecía, el no debería ser quien este a su lado. Pero fue estúpido al no haberle confesado lo que sentía antes, haciendo que el músico se la llevara.

Apretó su mano levemente y lo sintió de vuelta, observó su rostro y se encontró a su ángel despierta. Llevo una de sus manos a su cabello y lo acarició, como amaba ver esos hermosos ojos. Como amaba verla.

- Hola Gatito.- dijo débilmente. El tono de su voz hacia arder la sangre del rubio cada vez más. Si que odiaba a Luka.

- Mi ángel, pensé que te perdía para siempre.- respondió el rubio. Ella con la fuerza que tenía acaricio su rostro. Amaba a aquel rubio con todo su ser.

- Pero me salvaste.- habló ella con una media sonrisa.

- Siempre te salvaría, aunque pusiera mi vida en riesgo.- respondió con el mismo gesto.

Bajo la mascarilla de oxígeno de la chica y de acercaba dispuesta a besar sus labios nuevamente, había sido un largo mes sin ella. Sus narices rozaron provocando un pequeño beso esquimal que sacó una pequeña sonrisa en ambos. Sólo faltaban algunos milímetros para juntar sus labios, pero la puerta de la habitación se abrió.

Estaban en problemas.

Secret love | Adrien Agreste | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora