El Abismo

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Su color de cabello que solía ser castaño cambió drásticamente a negro y su ropa dejó de ser la de un adolescente cualquiera, lo que llevaba puesto ahora parecía estar hecho de alguna piel, como la de una pantera y en algunos lugares tenía plumas también negras. Se encontraba en un gran palacio en el fondo de todo e inmediatamente se dirigió directamente hacia la sala central del lugar y se detuvo ante sus dos gigantes puertas esperando que le abrieran. Quienes se encontraban cuidando las puertas las abrieron al verle y entró sintiéndose más vulnerable, era el único lugar donde se sentía así.

-Dominus in abyssum irent, Da mihi faciem tuam, cum honors. -Dijo Darren luego de inclinarse ante el ser que se encontraba sentando en un gran trono con todo tipo de adornos hechos de materiales caros.

Señor del abismo, dame el honor de ver tu rostro.

-¿Que quieres? - Preguntó el más grande de la habitación que se encontraba sentado en un gran trono.

-Me tienen harto. - Soltó totalmente tenso pero perdiendo el comportamiento respetuoso, recibió una sonrisa burlona de ese hombre.

-¿Que quieres que haga? ¿Esperas que me apiade de ti? - Su risa burlona retumbó en el lugar pero nadie más se rió por que sabían bien que Darren estaba sobre ellos ahí.

-Yo solo quiero verlo... Por lo menos ver una imagen borrosa de él. - Miró a los pies del que estaba en el trono, eran hermosos, cada centímetro de él era hermoso.

-Hace mucho que hicimos un trato, aún no cumples tu parte. - Dijo el hombre. - Y realmente no se por que deseas conocerlo... El te aborrece.

-¡No maldita sea! ¡Mientes! - Llevaba desde que tiene memoria escuchando eso y estaba harto. - El no le aborrece, no me puede aborrecer. - En ese momento sus ganas de llorar eran enormes.

-¿Por qué no te puede aborrecer? - Preguntó con un sonrisa totalmente burlona y llena de sarcasmo.

-¡Porqué soy la perfección! - Las lágrimas empezaron a mojar su rostro y se atrevió a mirar a aquel hombre a los ojos. - ¡No me aborrece por que soy perfecto en cada centi- No pudo terminar de hablar por que salió disparado por los aires y terminó chocando con las puertas.

-¡Nunca! - Rujió el hombre levantándose de su trono. ¡Nunca en tu asquerosa existencia digas eso en mi presencia. - Darren no podía hacer nada más que mirar a sus pies, en el mundo de Bruno no podía sentir dolor, pero aquí sí y ese golpe dolió bastante. - ¡Se necesitan mil de ti para llegar a la mitad de la perfección! ¡Ahora largate!

Con mucho esfuerzo Darren se levantó y salió del lugar. - Shachath - Llamó al verla afuera del salón.

-Sabía que estabas ahí. - Dijo la mujer girandose para verle. - Ya te he dicho... No vayas a el si sabes que no has cumplido con tu parte.

-Pero es injusto... - Se calló al verla reírse de él.

-Oh wow, estás pasando mucho tiempo con humanos. - Lo miró aún sonriendo. - Obvio que lo es, sabes donde estás.

-Que horror, no digas eso. - Le daba asco la idea de parecer a un ser humano, el era mucho más superior.

-Haz silencio por favor. - Pidió la Shachath con una sonrisa y Darren inmediatamente entendió quedándose callado. Se escuchaban gritos de agonía, sonidos de armas, personas rogando por piedad, chillidos y rujidos de criaturas, y el frío del lugar.

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