C a p i t u l o 3

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Cuando Magnus sintió el cuerpo amoldandose al suyo entre sus brazos, respiró hondo por la sensación relajante de poder envolverle y protegerle del mundo exterior. Sabía que era imposible hacer que Alexander no volviera a salir lastimado, sabía que ni siquiera había sanado aun, pero lo tenía a su lado para cuidar de él y en ese momento parecía ser todo lo que necesitaba.

Alec se separó un poco. Había bolsas bajo sus ojos, el azul en ellos era opaco y gris, y su cuerpo se sentía frío. Magnus pasó una mano por su cabello, lo ordenó un poco viendole cerrar los ojos por la caricia, y luego besó su frente de nuevo.

-Magnus- llamó Ragnor a su espalda-, creo que ya están de vuelta.- Magnus no tuvo que preguntar de quienes hablaba, porque al oír las pisadas fuertes en las escaleras supo perfectamente quién era.

Se separó de Alec para dejarle ver hacia la puerta. El ojiazul aun mantenía sus manos en su torso pero se soltó de la sorpresa de ver a Jace Herondale parado en la puerta. Ninguno de los dos tenía ojos para alguien más en la habitación. Jace recorrió con la mirada desde la punta de sus pies hasta la última hebra de su cabello negro, inspeccionando meticulosamente todo sobre él; luego volvió a sus ojos con la misma expresión. Alexander pareció entender lo que fuera que había visto en la mirada de su rubio amigo, y asintió a esa incógnita. Jace apretó los labios e hizo su camino hasta él. Lo atrajo a su cuerpo y lo abrazó con fuerza, dando palmadas a su espalda y murmurando en su oído. Alec asentía a todo lo que escuchaba y cuando se separaron, Magnus se sorprendió de ver que sonreía débilmente.

-¡Trajimos el desayuno!- Catarina y Malcolm entraron con las bolsas llenas en sus manos. Miraron a Jace y sonrió.- Hay suficiente para un batallón, ¿café, té, chocolate caliente?

-Chocolate caliente, definitivamente.- Jace dijo con una sonrisa simpática. A Magnus le agradó como todos llenaban de buenas intenciones al estrecho departamento, y se sonrían genuinamente para destensar el lugar.

-¿Dónde está Rapha?- Ragnor dijo, mirando hacia todos lados.

-Ha ido a su habitación.- Alec respondió. Catarina rió y negó con su cabeza y Malcolm se veía nervioso. Magnus no ocultó su sonrisa. Alec lo miró con curiosidad mientras Ragnor, con los labios apretados y la cara roja, iba hacia el pasillo murmurando palabras poco amables.

-Él no vive aquí, cariño, no tiene una habitación.- Magnus rió de nuevo por el incómodo rostro de su mejor amigo.

-Eso significa que está en la de Ragnor.- Catarina subió y bajó sus cejas.- Es divertido ver que la llames "su habitación" porque podría serlo si ellos dejaran de ocultar lo suyo.

-Siempre creí que vivía aquí.- Alec se veía confundido pero divertido cuando veía que todoa disfrutaban de un pequeño chiste interno.

-Bien podría serlo- dijo Cat-. Pasa bastante tiempo aquí, como podrás notar.

-No tenia idea de que ellos salían.- Jace se unió con ágil naturalidad a la conversación.

-No lo hacen.-  Magnus respondió.- Solo nos gusta bromear sobre ello porque realmente serían una pareja perfecta.

-Heteros.- Dijo Malcolm, como si no pudiera creerlo, jugando nerviosamente con las hilachas del repasador.

-Tú eres hetero- Catarina le señaló-. A menos que tengas algo que confesarme y entonces yo me enfadaré por no haberlo sabido antes y usarlo para mi propio beneficio sexual.

Isabelle se ahogó con su té al oír a Catarina, y tosió mientras alzaba una mano a modo de disculpa. Alec golpeó con suavidad la espalda de su hermana. Magnus lo vio durante unos largos segundos disfrutando la sonrisa que se había dibujado en sus mejillas. Era una rota, lastimada, y entristecida; pero estaba allí, sonriendo y diciendo que aunque pasara mucho tiempo, Alec estaría bien.

1 9 9 6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora