c a p i t u l o 2

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La mañana siguiente parecía no haber mejorado en nada, y todo alrededor seguía igual de tenso y abrumador que cuando había quedado dormido. Magnus vio a Alexander dormido en el sillón, de espaldas a él y con la respiración pesada de su boca semiabierta. Miró en el reloj que habían pasado a penas tres horas desde que había podido cerrar los ojos, pero había sido suficiente para seguir enfrentando los acontecimientos de horas atrás.

Miró a su alrededor y vio los rostros cansados de todos sus amigos, rodeándoles a ambos como una gran barrera protectiva. Catarina, Malcolm, Ragnor habían sido amigos por tanto tiempo que ya no podía recordar su vida sin ellos ni lo que se sentía no tenerlos cerca. Raphael, a pesar de haber llegado más tarde al grupo, no se quedaba atrás en la armoniosa familia, y su rostro serio cubierto por los rulos oscuros, le daba la determinación que necesitaba para apoyarse en sus cuatro mejores amigos.

Le dio una mirada larga al cuerpo descansado de Alexander y se paró con cuidado de no despertar a ninguno. Caminó a la cocina donde encendió la cafetera y luego se encaminó al baño para refrescarse un poco el rostro. Sintió las lágrimas secas de Alec en su camiseta y de nuevo la presión en su pecho de su rostro contraído con él. Jamás lo había visto de ese modo y había esperado no tener que hacerlo de nuevo. Magnus (y estaba seguro que nadie) estaba preparado para enfrentar ver a quien amaba tan roto, tan inconsolable, tan distante. Pero tenía que pensar en ello luego, o nunca, mientras ahora se enfocaba en ayudarlo.

En lo único que podía pensar Magnus con Alexander en ese estado era rogarle y pedirle: "vuelve a mí, cariño."

Salió del baño y vio a un costado del mismo la puerta semiabierta de la habitación de Catarina. Isabelle Lightwood estaba sentada en el borde de la cama matrimonial y observaba hacia la ventana con gran concentración. Magnus consideró durante un momento dejarla sola con sus pensamientos, pero en su lugar, dio un toquido suave llamando a la puerta y ganando su atención.

Izzy lo miró e intentó sonreírle, asintiendo a la pregunta en su rostro de si podía entrar. Magnus se sentó a su lado y le sonrió un poco.

-¿Has dormido algo?

-Un poco. No se sintió como descansar, pero al menos...- Se encogió de hombros. Magnus buscó su mano y le dio un apretón.

-Todo estará bien. Alec y tú estarán bien.

-No es por mí, Magnus. Yo lo estaré, lo sé porque esta guerra no es conmigo. Sí, escogí mi bando ayer en la noche y probablemente ellos tarden en hablarme de nuevo pero tal vez no sea lo mismo para Alec ¿Qué es lo que él hará?

Magnus intentó buscar las palabras adecuadas.  Buscó y rebuscó en su mente algo alentador para decir, cualquier cosa que le hiciera sentir más calmada pero halló que cada oración no era suficiente. Suspiró agobiado bajo la mirada atenta de ella, antes de volver a verle y apretar los labios.

-No tengo todas las respuestas, probablemente ninguna. No hay nada en el futuro que yo conozca, no puedo saberlo, ninguno aquí puede. Pero, escúchame Isabelle, conocemos el presente. Y en este presente no hay forma en el que Alexander esté solo. No tiene a sus padres, por ahora o tal vez para nunca, pero nos tiene a nosotros y somos su familia. Tú eres su hermana, Jace es su hermano, y todos en este departamento velaremos por él.

-No tienes que hacerlo- Isabelle dijo, algo afligida-. Me refiero... podrías, simplemente, olvidarte de mi hermano, dejarlo por su cuenta.

-Isabelle, amo a Alexander. Lo amo.- Ella comenzó a llorar suavemente a su lado.- Estamos aquí para ustedes. Estoy aquí para él.

Magnus la abrazó por los hombros y dejó que llorara un poco contra su pecho, sollozando durante unos minutos hasta que se separó y secó sus lágrimas de las mejillas.

1 9 9 6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora