Alexander se encontraba frente a la puerta de la habitación de sus padres, la que Robert ahora usaba como una pequeña oficina en lo que su madre se mantenía la antigua oficina de la planta baja como una habitación para cuidar de su embarazo. Llevaba más de un minuto frente a la puerta cerrada oyendo la risa de Isabelle en la planta baja junto a Maryse llenando la casa Lightwood de una paz que hace mucho no había y que ahora temía romper. Con un suspiro de valentía tocó la puerta dos veces y esperó un segundo antes de abrir.
Su padre levantó la vista de sus papeles y le sonrió desde su asiento dándole una seña con la mano para que pasara. Alec cerró la puerta detrás suyo y se tragó los miedos, ahuyentando de su mente las miradas duras que alguna vez había tenido por parte de los ojos azules que había heredado.
-Hijo, ¿puedo ayudarte en algo?
-En realidad, esperaba hablar contigo, padre.- Robert asintió y se apartó del escritorio.
Alexander había preparado un discurso largo con variantes para las quejas que su padre podría ponerle cuando le dijera la verdad. Buscó arduamente en su memoria por alguno de ellos pero su mente estaba en blanco ahora que él estaba en frente y se lamentó por un segundo no haber aceptado la oferta de Magnus para acompañarlo. Pero Alec tenía que pelear esta batalla solo, aun si volvía a casa con un corazón nuevamente roto por el rechazo y los ojos tristes que jamás volverían a ser tan inocentes como antes. Sin embargo, ahora era un hombre con una nueva meta y un nuevo sentimiento de esperanza cada vez que llamaba por su futuro. Ya no pensaba en cuánto podía salir mal o dónde se encontraría si su padre volvía a cerrarle la puerta en la cara, Alexander ahora tenía un nuevo hogar que se sentía más cómodo que cualquier otro en donde hubiera estado y el pensamiento de los ojos de Magnus sosteniendolo con amor volvió a darle el coraje que necesitaba para enfrentarse a las guerras internas que tenía día a día.
-¿Sucede algo malo?
-Todo lo contrario- Alec sonrió-. Tengo una buena noticia.
-Dimela.- Robert le sonrió amablemente y se preguntó si se borraría su expresión cuando hablara.
-Voy a casarme.
Alexander esperó. Aguardó en su lugar por gritos, por la mirada helada, por el rencor y el miedo volviéndose odio, por las mismas expresiones que Robert había usado con él cuando había dicho que era homosexual. Se preparó para lo peor, para lo más ambiguo que en su posición pudiera recibir de un hombre que ya lo había abandonado antes. Pero Robert mantuvo su sonrisa, aun si ahora era algo melancólica, y suspiró riéndose volatilmente haciendo a Alec sentirse confundido.
-Bueno...honestamente esperaba que esto sucediera algún día. Me refiero, a cuando volvieras a casa.
-Más bien cuando ustedes decidieran volver a recibirme.
-Dame un respiro, Alexander.- Quería enojarse y decirle que no, que no tenía el derecho de pedirle a Alec que no fuera duro con él, pero calló aun esperando sus palabras. Robert se sacó sus lentes y los dejó sobre el libro abierto en el escritorio, acomodando su saco aun sin verlo.- ¿Desde cuándo estás comprometido?
-Dos semanas. Lamento no haberlo mencionado antes.
-Luego de dejarte sin la noticia del futuro bebé, no esperaba menos.
-No lo hice por rencor, padre. Solo juntaba fuerzas para prepararme para un futuro rechazo.- Eso pareció golpear a su padre porque su expresión fue de tristeza.
Alexander lo miró. El rostro cansado, los movimientos lentos, el color en sus ojos pacíficos y serenos observando a su hijo y bajando la vista con algo parecido a la vergüenza. No quería tenerle lástima a Robert después de lo que habían pasado pero era débil ante su figura.
ESTÁS LEYENDO
1 9 9 6
FanfictionMagnus Bane ahora tiene a su novio, Alexander Lightwood, viviendo en su pequeño departamenro luego de que su padre le echara de su hogar. Ahora juntos, deben enfrentar el temor a lo que hay por fuera del closet. Segunda parte de 1993. Es necesario...