Magnus recordaba cuando era pequeño como su tía Lilly, la hermana de su padre, se ponía en cuclillas para estar a su altura y mirarlo con sus ojos tan oscuros como la noche. Sus pupilas le brillaban con amor y sus manos cálidas ordenaban el cabello de su cabeza. Ella siempre repetía: "No puedes culpar al universo por tus problemas, Magnus. Tan solo somos un ínfimo punto en todo su esplendor."
Durante años le había creído, y ese mismo pensamiento le había llevado a poder afrontar la vida y sus golpes. Pero ahora era diferente, porque su universo infinito se había reducido a cada año que pasaba, cada pisada que caminaba y una persona abandonaba su vida. Había descubierto por sí mismo que su tía había sido demasiado solitaria como para saber que el universo era un espacio personal, integrado por las personas en él. Magnus tenía su propio universo y estaba dado vuelta.
Ragnor y Raphael parecían en su propia burbuja de problemas y se negaban rotundamente a pedir algún tipo de ayuda a alguno de sus amigos, dejándolos fuera de lo que sea que les estuviera teniendo tan malhumorados. Malcolm y Catarina se atareaban entre el trabajo y el casi último año de estudios de Malcolm. Él mismo encontraba sus propios exámenes indecifrables y la tesis de crear una linea completa para fin de año le estaba pisando la paciencia cuando llevaba veinte bollos de papel alrededor de su escritorio, porque no podía hacer ni un boceto decente. Y Alexander...su Alexander seguía deprimido.
Se había mordido hasta las cutículas preguntándole a Catarina qué hacer con él, mientras la madrugada entraba despiadada dentro de la sala de su departamento. Ella le devolvía la mirada con ojos tristes y curaba las infecciones de sus dedos producto de morderlos tanto.
-Soy enfermera, Magnus. Solo puedo curar lo que se ve.
Estaba agotado de verlo acurrucado sobre las mantas, distante, frío e inestable entre sus pensamientos. Ya casi no comía a menos que estuviera lo suficientemente distraído como para no pensar en lo que se llevaba a la boca. Apenas y besaba a Magnus, y lloraba luego disculpándose y jamas podía entender si era con él mismo, con sus padres o con su novio por no poder unir sus labios sin pensar en esa noche.
Los pocos momentos en donde Alec parecía volver eran cuando Jace e Isabelle le visitaban luego de la escuela, tratando de llenar con un nuevo aire de vida el departamento. Cuando eso sucedía, los adultos abandonaban el lugar para dejarle al trío un espacio solo para ellos como acostumbraban a tener en la gran casa Lightwood. Magnus también había casi besado los pies de Raphael y de su hermana cuando oía la risa de Alec al llegar a casa mientras jugaba con Presidente Miau, o cuando le veía levantado para alimentar al gato o limpiar su caja de arena, descubriendolo distraído mirando al balcón de la ventana, pero tomando aire al fin.
Hoy, después de dos semanas, Alexander se animaría a ir a su primer día de trabajo. Patrick ni siquiera lo conocía pero había bastado con un poco de presión de parte de Ragnor y de él para que accediera.
Cruzó la puerta del departamento, buscando instantaneamemte el cuerpo de su novio pero él no estaba allí. Malcolm estaba jugando con Presidente cerca del comedor, haciéndolo ronronear y saltar mientras perseguía una caña de pescar con una pluma colgada. Alzó una ceja cuando vio a Ragnor sentado en el sofá grande mientras miraba televisión con un Raphael recostado en su regazo, totalmente dormido. Ragnor había estado tocando su cabello pero levantó la mano en el segundo en el que oyó la puerta abrirse y fingió acomodar su rostro en el dorso.
-¿Alguna explicación heterosexual para eso?- Magnus pasó de su grupo de amigos para colgar su abrigo.
-Siempre eres el primero en decir que no se juzga la sexualidad de las personas por sus conductas.- Ragnor dijo, volviendo su vista a la pantalla.- Raphael estaba cansado, necesitaba una siesta y casualmente cayó dormido en mis piernas ¿Qué iba a hacer?
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FanfictionMagnus Bane ahora tiene a su novio, Alexander Lightwood, viviendo en su pequeño departamenro luego de que su padre le echara de su hogar. Ahora juntos, deben enfrentar el temor a lo que hay por fuera del closet. Segunda parte de 1993. Es necesario...