Capítulo 10

8 2 0
                                    

-La montaña fué atacada hace un día, vinieron por la noche cuando Sión y yo salimos al pinar a investigar unas cosas, pasó tan rápido que cuando volvimos todo estaba en llamas, las personas gritaban y corrían de un lado a otro mientras eran atacad...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

-La montaña fué atacada hace un día, vinieron por la noche cuando Sión y yo salimos al pinar a investigar unas cosas, pasó tan rápido que cuando volvimos todo estaba en llamas, las personas gritaban y corrían de un lado a otro mientras eran atacados por minotauros con hachas y sátiros con arcos... Sión bajo de Kloue y dijo que no me acercara, poco después lo vi luchar contra las bestias junto con Will pero cuando me distraje, un sátiro vino a mí con su arco y Kloue lo derribó... después de eso ya no ví a Will pero si pude ver la flecha que se clavó en el hombro de Sión y desde ahí no sé como pude dirigir al tigre con las riendas para sacarlo de ahí, yo creo que Sión quedó insconsciente al rato porque no me había respondido hasta que símplemente huímos y no sé por cuánto tiempo Kloue nos llevó a su espalda porque cuando se hizo de día ya habíamos dejado las montañas y fué ahí cuando a las pocas horas llegaron ustedes, y debo agradecerles porque si no fuera por su ayuda, Sión habría muerto.- Murmuró la joven que ahora se hallaba sentada sobre un tronco frente a una fogata en compañía de los dos Centauros que había conocido y de uno pequeño que se había unido a la historia.

-Nosotros salimos de cacería al amanecer y cuando seguíamos el rastro de un jabalí herido por nuestras flechas nos topamos con vosotros, normalmente no nos dejamos ver por humanos para seguir viviendo en paz pero creo que debéis consideraros afortunados de que nos acercamos a vosotros al verlos solos y de que no os atacamos verdaderamente.- Comentó Pyl.

-Ahora, portadora ya que hablamos de este tema, ¿podéis explicarme cómo fué que pudiste ordenarle a la bestia nival a que me atacase?- Interrogó Beskerming con una ligera dureza en su voz.

-¿Qué se lo ordené?, yo sólo... lo dije y cómo saben que yo soy la.- Vio calló de improviso.

-No podréis ocultaros a dónde quiera que os vayáis porque todos conocen vuestra leyenda portadora, de vuestro guardián y de la pluma plateada que guardáis. Pero lo que nos llama la atención ahora es el tigre de montaña, ¿es vuestro?- Agregó Pyl.

-No, es la montura de Sión.- Murmuró ella.

-¿Entonces como es que obedeció a vuestras palabras?, los animales no pueden entender cuando les hablamos o les ordenamos, es por eso que se utilizan riendas en ellos.- Prosiguió el centauro Berskerming.

-No lo sé...- Susurró la joven para sí y en ese instante pequeños quejidos que vinieron del interior de la choza alertaron a todos siendo el niño centauro el primero en levantarse e ingresar al recinto.

-¡Venid todos, el guardián está despertando!- El niño alzó la voz.

-Everard, hijo ya os dije que no alzéis la voz.- Lo reprimió Pyl quién en ese momento se puso de pié seguido de la portadora quién pronto ingresó a la choza, topándose enseguida con la mirada azulada de su compañero rubio.

-Sión, me alegra ver que has despertado, ¿Cómo te sientes?- Interrogó ella mientras veía a un sorprendido chico con la mirada clavada sobre aquellos Centauros.

La Pluma PlateadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora