Capítulo 23

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Para cuando los centauros habían terminado de curar sus heridas, el guardián pronto se dirigió al exterior, siendo seguido por la joven, sólo para hallarse con aquello que él ya sabía pues, en el mismo lugar se hallaba aquél encapuchado a la esper...

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Para cuando los centauros habían terminado de curar sus heridas, el guardián pronto se dirigió al exterior, siendo seguido por la joven, sólo para hallarse con aquello que él ya sabía pues, en el mismo lugar se hallaba aquél encapuchado a la espera con su negra espada ya en manos que probablemente había recuperado cuando estuvo solo.

-Una parte de mí pensaba que os borraríais del bosque y la otra que os quedaríais a esperar a cumplir vuestro objetivo, mira tú cuál de ellas ha acertado.- Habló el ruiter, y en ese momento el heraldo envainó su espada, levantando ambas manos por un instante a la altura de su rostro denotando un gesto que demostraba que no buscaba problemas.

-Entonces está de más hablar.- Sentenció el sombra.

-Tal vez, pero me temo que no puedo confiar el teneros cerca de la portadora por vuestra conexión con el Rey y por las órdenes que se os fueron dadas.- Las dudas del ruiter pronto se dejaron notar.

-Nuestras órdenes fueron acabar con el portador en dónde quiera que se encuentre, si quiera haberos hecho daño, ya habríais estado bajo metros de tierra desde nuestro primer encuentro o quizá como un nuevo trofeo del Rey.- Respondió el heraldo mientras dirigía su atención a la joven que al igual que su compañero, parecía dudar.

-¿Y cómo podríamos estar seguros de que no harías con nosotros lo mismo que le hiciste a tu Rey?, es muy pronto para confiarnos así nada más, me das muy mala espina.- Habló aquella joven de pelo café, como presintiendo lo que el heraldo buscaba.

-Seguros o no, vosotros me necesitaréis de ahora en adelante, porque nadie sabe más de los planes de Sleg que yo y para lograr detenerlo, yo necesito de vosotros, así que, como podéis ver, peleamos un mismo objetivo y es por eso que os preserve la vida después de nuestro encuentro en las montañas.

-Un enemigo en común, une a los adversarios en una batalla eh...- Murmuró el rubio con más calma, pues el encapuchado tenía razón.

-Pero ya sabes lo que dicen, el enemigo de tu enemigo no es tu amigo.- Agregó Vio.

-No os queda otra opción.- Afirmó el heraldo.

Y después de aquello, un incómodo silencio se había formado en medio del vacío pueblo centauro.

-En ese caso, hagamos un sello, por el bien de la portadora.- Finalizó el ruiter a lo que el encapuchado asintió.

Y en ese momento, Sión se aproximó al ser oscuro con su espada desenvainada para luego producir un ligero corte en la palma extendida de su adversario y por consiguiente el heraldo del Rey había hecho lo mismo con la del guardián mientras la joven portadora observaba todo aquello en silencio.

-Permitidme explicaros, lo que hemos hecho es un sello de sangre, una promesa sin marcha atrás donde nos hemos jurado lealtad el uno al otro diciendo que así como una espada cortó nuestra piel, lo hará con nosotros mismos si actuamos a traición. No sé que tanto valor puedan tener las promesas de donde vienes, pero aquí no hay nada más alto que la propia palabra de un caballero, porque es una táctica de confianza inquebrantable...- Sión calló, como dando oportunidad al encapuchado de que continuara él.

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