Capítulo 18

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El amanecer de un nuevo día pronto se concretó, cuando los primeros rayos del sol se colaron entre las frondosas copas de los más altos árboles dispuestos como muro natural que servía de hogar al pueblo centauro, pronto todos y cada uno de ellos h...

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El amanecer de un nuevo día pronto se concretó, cuando los primeros rayos del sol se colaron entre las frondosas copas de los más altos árboles dispuestos como muro natural que servía de hogar al pueblo centauro, pronto todos y cada uno de ellos habían despertado de su letargo mientras volvían a sus quehaceres del día, pronto Pyl ingresó a la choza de su compañero desde donde yacía un súmamente cansado Beskerming después de hacer una vigilia extensa durante toda la noche al cuerpo inmóvil del caballero rubio que aún seguía prisionero de las garras del sueño. La noche anterior había sido muy ajetreada para todos, sin embargo durante el nuevo día ya nadie parecía preocupado por el pasado mientras se centraban solamente en el presente.

-Beskerming, hermano, creo que es hora de que os vayáis a descansar, me toca cuidar del chico ahora.- Susurró Pyl mientras se acuclillaba en el lugar de su compañero y pronto los pesados cascos de Beskerming denotaron su salida de la choza.

Y con el pasar del tiempo, mientras el vigía disfrutaba de su desayuno compuesto por carne asada y frutos silvestres, los párpados de Sión comenzaron a moverse y a abrirse lentamente, al notarlo, Pyl prontamente bajó el cuenco de comida sobre el suelo de paja mientras se aproximaba más al ruiter quién había comenzado a despertar.

-Oh chico, me alegra ver que por fin os hayáis despertado.- Susurra el centauro mientras toma una nueva fruta.

-¿Cuánto tiempo estuve dormido?- Habló el joven de ojos azules.

-Desde el atardacer, y no os habéis movido un centímetro después de eso, pero debo preguntaros... ¿Qué fué lo que os pasó que hizo que os pusiérais tan agitado?, os asemejábais a un animal salvaje.- Interrogó él.

-No lo sé... sólo recuerdo que sentí un fuerte ardor en el dorso de mi mano derecha y también en el pecho, sentía como si me hubieran zanjado con algún objeto afilado... Después de eso recuerdo que comencé a inquietarme y a enfurecerme por alguna razón... como si quisiera escapar.- Respondió el joven.

-¿Tiene eso algo que ver con esa arma?- Prosiguió el vigía mientras señalaba la reluciente espada que yacía al lado de Sión, sobre un montículo de paja.

-Esto... ¿De dónde ha salido?- Sión parecía confuso.

-Cuando perdísteis la cordura, esa espada apareció en vuestras manos... no estoy seguro de cómo ni cuándo pero símplemente ocurrió, y debo deciros que mi esposa se ha llevado graves quemaduras al intentar tomarla en sus manos.- Afirmó Pyl.

-Lo lamento mucho, de verdad no podía detenerme... siento lo de la centáuride.- Se disculpó el rubio.

-No os preocupéis, ella es fuerte pero... por precaución nadie más ha tocado esa arma pero bien que se os veía empuñarla sin sufrir daño, lo que me lleva a pensar que esa espada os pertenece.- Comentó el hombre, y en ese momento el ambiente se mantuvo en silencio.

Mientras un ya despierto caballero tomaba el arma con cierta desconfianza al principio, sin embargo para él no había venido ninguna quemadura cuando su piel rozó la empuñadura, y al retirarla de su funda plateada, el arma que se mostraba frente a él era preciosa, la hoja de doble filo de unos cuatro dedos de ancho desde la empuñadura acabando en tres hacia la punta, emergía imponente con un brillante color plateado por los bordes que era reemplazado por un azul profundo en el centro, era larga, como de un metro, la empuñadura era de un color enteramente plateado con ligeros toques azulados donde la empuñadura en forma de T se unía a la hoja, y justo en el centro se mostraba un brillante cristal azul perfectamente en armonía entre el plata brillante del arma, en el medio de la hoja donde terminaba el toque azulado e iniciaba el plateado, yacía una inscripción con las palabras Vormund en lengua antigua.

La Pluma PlateadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora