Capítulo 19

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-Hey chico, nos debes una explicación

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-Hey chico, nos debes una explicación.- Interrumpió una voz entre la penumbra.

-¡Es cierto!, como habéis hecho todo aquello o mejor aún, ¿Cómo habéis sabido que el sombra pasaría por el bosque?, chico debes decírnoslo.- Prosiguió otra voz, de tono más duro que la primera.

-Os he dicho que no lo sé, símplemente lo sentí.- Se excusó otra.

Y finalmente en medio de la penumbra mantenida por una llameante pero pequeña lámpara, cuatro cuerpos se dejaron ver en el interior de la precaria choza de la fornida criatura mitad hombre, mitad caballo y fué en ese momento cuando los tres repararon en la presencia del cuarto, inconsciente y amarrado de manos y pies, con la cabeza gacha y el rostro oculto bajo la capucha.

-Me repugna tenerlo aquí con vida.- Beskerming rompió el silencio.

-No sé si fué buena idea traerlo aquí, ¿exactamente, en qué aportará su presencia?, consciente o no, sigue siendo un heraldo del Rey.- Replicó Phyl.

-Pero es el único que ahora puede traer a la portadora de vuelta desde el castillo.- Murmuró Sión.

-¿Y como haríamos eso?- Prosiguió otra voz.

-Da igual, si no nos sirve de algo mejor lo mataré, pero por ahora hemos de mantenerlo con vida, tratando esa herida que tiene, antes de que siga manchando mi heno cn su sangre.- Agregó el centauro más alto.

Y finalmente el silencio cayó de nuevo en la penunbra.

La fría brisa de la mañana finalmente se alzó junto con los primeros rayos del sol que se colaban entre la espesura del bosque, despertando así a las aves de su letargo que pronto llenaron el ambiente entonando cantos de bienvenida a un nuevo día ...

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La fría brisa de la mañana finalmente se alzó junto con los primeros rayos del sol que se colaban entre la espesura del bosque, despertando así a las aves de su letargo que pronto llenaron el ambiente entonando cantos de bienvenida a un nuevo día que iniciaba.

Dentro de lo que comprendía la pequeña choza del líder pronto se alzaron 3 figuras mientras el olor a carbón se impregnaba en el ambiente. Finalmente, tras horas después de haber estado fuera de sí, la cuarta figura fuertemente amarrada a las costillas de la choza comenzó a revolverse entre quejidos y cuando finalmente aquellos afilados ojos amarillos fueron abiertos, los recibieron miradas de espanto y asco, cuando el guardián se aproximó con la negra espada desenvainada del atacante que ahora se hallaba herido, amarrado y desarmado.

La Pluma PlateadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora