Capítulo 11

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Al anocher, la decena de habitantes de aquél pueblo oculto de Centauros se reunieron alrededor de una gran fogata cuyas llamas se alzaban lo bastante alto como para que todo el lugar fuese iluminado, mientras compartían alegremente cantos e historias

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Al anocher, la decena de habitantes de aquél pueblo oculto de Centauros se reunieron alrededor de una gran fogata cuyas llamas se alzaban lo bastante alto como para que todo el lugar fuese iluminado, mientras compartían alegremente cantos e historias.

Y no pasó mucho tiempo para que Pyl se pusiera de pié de forma confiada frente a la fogata alzando ambos brazos hacia el cielo llamando de esta manera la atención de todos aquellos que se hallaban reunidos.

-Hoy queremos darles la bienvenida a nuestros nuevos invitados, la portadora y su guardián que hoy nos deleitan con su presencia y el hecho de que en unos pocos días mi hijo tendrá su primera cacería fuera del pueblo, ésto es sin duda motivo de celebración para todos y que mejor manera de enseñarles a nuestros invitados un poco de nuestras costumbres nocturnas.- El Centauro alzó la voz y en ese momento se oyeron las palmadas de los suyos mientras unos curiosos ojos azules y grisáceos se paseaban de criatura en criatura.

El pueblo estaba confornado por apenas una decena de habitantes de los cuales más de la mitad eran hombres y jóvenes siendo solo uno el más pequeño, Everard mientras que de las centáurides habían tres, una de ellas era Rhoslyn una hermosa mujer de pelo negro que le llegaba hasta el vientre y que poseía un color levemente pardo en su cuerpo equino mientras que las dos mujeres restantes parecían ser gemelas y no dejaban de tomarse las manos como hermanas.

Una vez que quién se presumía era el líder había dado inicio a la celebración, tanto las mujeres como el pequeño corrieron hasta sus chozas sólo para regresar con cazuelas repletas de frutos silvestres, carne asada y zumo de baya que pronto repartieron entre los presentes con ayuda de recipientes de barro para el zumo y cuencos de hierro para la comida.

Mientras cada uno degustaba su plato de carne y frutas, un centauro se ponía de pié con una vara llena de agujeros con un pico abierto en la punta y del largo de una mano con los dedos extendidos que pronto había emitido un suave silbido cuando la criatura lo llevaba a la boca, era una especie de flauta y quién la tocaba sabía perfectamente la forma de usarla hasta el punto de que toda la barranca pronto se llenó de risas, cuchicheos y animadas músicas mientras unos contaban historias y otros degustaban su plato.

-Hace tiempo, cuando el Rey Vrede todavía vivía, mi padre formaba parte de la guardia real mientras que yo era sólo un niño del pueblo que soñaba convertirse en guerrero y todos los días por las noches lo visitaba en el castillo. A los hijos de la guardia siempre se les permitía pasar durante las noches mientras los vigías se reunían alrededor de una fogata como nosotros lo hacemos ahora y contaban historias tan emocionantes que poco me importaban los regaños de mi madre por volver tarde en aquél entonces, fué en esas rondas de música y baile que un día conocí a una joven de fragantes ropas que pronto se unío a nosotros frente a la fogata. Esa joven era la princesa Margery que siempre llegaba a nosotros con cuentos y sueños que nos divertían y cada noche al iniciar la ronda, esa joven se unía a nosotros hasta que pronto nos hicimos amigos. Eran verdaderos tiempos de paz para el reino y para el pueblo, aún añoro esos tiempos sobre todo porque la princesa ya no está.- Susurró la voz de un Centauro frente a la fogata quién, al finalizar su historia, volvió a su lugar mientras otro más se puso de pié.

La Pluma PlateadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora