No Me Olvides || Lams Modern AU [editando]

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Dos semanas después...

(NDA: En esas dos semanas hubo dos juntas del "Zoológico" xd)

(Laurens POV)

     Once de Enero. Iba a casa de Lafayette. ¿Por qué?
     Porque días antes, con Laf y Herc decidimos que iríamos a visitar a Alex por su cumpleaños, pero todos juntos, así que decidimos que todos iríamos primero a casa de Lafayette, que era la más cercana a la de Alex, y luego, cuando estemos todos, iríamos a casa de Alex.

     Cuando llegué toqué la puerta, a lo que poco después salieron Laf y Herc de la casa.

     —Vamos, ¡mientras antes mejor! —dijo energéticamente Laf cuando salió.
     Luego todos fuimos en camino a casa de Alex.
     Él sabía que iríamos, pero no sabía que llegaríamos todos, y no sabía la hora de llegada.

     Al llegar, Laf tocó la puerta, y a penas Alex la abrió, todos lo abrazamos.

     —¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS!! —dijimos Laf, Herc y yo al unísono mientras estábamos abrazando a Alex.
     —¡Gracias! —dijo luego de que lo soltamos.
     —¿Qué quieres hacer primero? —pregunté, sonriendo.
     —... Los regalos, quizás —dijo con un leve tono de pregunta.
     —¡Vamos entonces a abrir los regalos! —dije.
     Fuimos a los sillones que estaban cerca de la entrada. En cada uno había espacio para dos personas. En uno nos sentamos Alex y yo, y en el otro Laf y Herc.
     —¡El mío primero! —dijo Herc.
     Le pasó el regalo, y a continuación lo abrió.
     —OH, NO PUEDE SER, ES MI CAFÉ FAVORITO —dijo al abrir su regalo.
     —¿En serio? —dijo Herc.
     —SÍIII, GRACIAS.
     —¡De nada!
     —¡Ahora yo! —dijo Laf.
     Le entregó el regalo a Alex y él lo comenzó a abrir.
     —OOOOHHHH LAFAYETTE NO SABES CUÁNTO ME SIRVE ESTO AAAA.
     Eran un cuaderno con bastantes hojas y un lápiz.
     —ME QUEDABAN MUY POCAS HOJAS EN MI OTRO CUADERNO Y A MI ÚLTIMO LÁPIZ SE LE IBA A ACABAR LA TINTA AAAA GRACIAAS.
     —¡No hay de qué!
     —¡Mi turno! —dije.
     Tenía algo de miedo por su reacción; mi regalo era pequeño, y aunque tuviera algo de significado, no me siento capaz de decírselo en estos momentos.
     Le pasé mi regalo.
     Lo comenzó a abrir.
     Mi corazón se volvió loco.
     Su sonrisa me calmó al instante.
     —... John... Muchas gracias...—me dijo sonriendo mientras todavía miraba mi regalo. Era un llavero que tenía un pequeño corazón de peluche de color verde—. ¿Lo hiciste tú?
     —Sí...—respondí—. Todos los días que podía iba a casa de Laf para que me enseñara...
     —¿Sabes hacer estas cosas? —le preguntó Alex a Laf.
     —Oui —le respondió.
     Alex volvió a ver el regalo con una gran sonrisa.
     —Por eso me preguntaste mi color favorito...—dijo mirando el regalo.
     —Sí —respondí sonriendo.
     De repente creí ver sus ojos llorosos.
     —Oye...—dije al poner una de mis manos en su espalda—. ¿Estás llorando?
     Me miró, sonriendo—. Sí...
     —¿Por qué?
     —... Después te cuento...
     —... De acuerdo, supongo... Pero oye, hay algo más...
     Alex revisó nuevamente la bolsa, y sacó la otra parte del regalo; la carta.
     —¿Una carta? —preguntó mientras continuaba sonriendo, con la voz algo temblorosa.
     —... Sí... Pero preferiría que la leyeras en otro momento...
     —Está bien...
     Me miró por unos segundos. Luego me abrazó.
     —Muchas gracias, John...—dijo mientras me abrazaba.
     —De nada —respondí.
     Estuvimos así unos segundos. Luego nos separamos y continuamos celebrando el cumpleaños de Alex.
     Luego de unas horas, ya era bastante tarde, así que decidimos dejar la celebración hasta ahí.

     —¡Hasta pronto! —Dijo Laf. Herc luego dijo lo mismo, ambos se fueron, y yo estaba a punto de hacerlo, pero Alex me habló primero.
     —John...—dijo.
     —¿Sí?
     —... ¿Te podrías quedar un rato más? —preguntó sonriendo.
     —No lo sé... Son las cuatro de la mañana...
     —Vamos... ¿Diez minutos?
     Tenía que poner esa cara.
     Suspiré—. De acuerdo...—dije sonriendo—. Pero sólo diez, ¿sí?
     —Está bien —su sonrisa aumentó.
     Me senté a su lado en uno de los sillones.
     —... ¿Por qué querías que me quedara? —le pregunté sonriendo.
     —¿Por qué no querría? —respondió igualmente con una sonrisa.
     Le sonreí, y al mismo tiempo creí haber sentido que me sonrojaba.
     —Oh, oye —dije luego de unos segundos—... ¿Por qué al ver el llavero lloraste?
     —Oh, cierto... Lo que pasa es que... Cuando tenía once años, yo le hice casi lo mismo a mi madre. Digo casi porque lo único distinto es que yo sólo le hice el peluche, no lo hice como llavero... Y bueno... Ese fue el último regalo que le pude hacer...
     A Alex le comenzaron a salir algunas lágrimas de los ojos, y yo lo abracé. Me abrazó de vuelta. Nos estuvimos abrazando un rato, hasta que Alex se comenzó a calmar.
     —... ¿Estás mejor? —le pregunté al separarnos.
     —Sí... Gracias...
     —No es nada...
     —... Oh... Oye, ¿te importa si leo tu carta ahora?
     —... ¿Ahora? ¿Aquí?
     —Sí... He estado pensando en esa carta todo el rato, y me gustaría leerla contigo estando aquí.
     —No lo sé...
     —Por favor...
     Y de nuevo esa cara.
     —... De acuerdo...
     —Perfecto —dijo sonriendo, antes de sacar la carta nuevamente de la bolsa.