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Jikook
Había visto muchas cosas hermosas a lo largo de mi vida, pero nada se comparaba con la vista que ahora tenía.
Ver los ojos de Jungkook empañados de placer mientras de sus labios salían intensos gemidos superaba todo lo que había visto.
Era como un Ángel que sé aferrada a mí con desesperación.
Adoraba que me mostrará todas sus facetas, una de ellas la fragilidad.
Me encantaba delinear su pequeña cintura con mis dedos y ver como se estremecía ante mi toque.
Eran pocas las veces que podía observar este excitante panorama, y no es que me molestara adoraba cuando él se hacía cargo de todo, pero en estas ocasiones aprovechaba su cuerpo al máximo porque era una digna obra que admirar.
Sus sonrisas coquetas me volvían loco, sus toques discretos y su forma de susurrarme cosas estaban siendo mi perdición; como en este instante que me pide por más.
¿Como negárselo?
Los sonidos sucios y excitantes se escucharon aún más fuertes tanto como sus gemidos.
Me gustaba mirar las marcas de mis manos sobre sus caderas, muslos y glúteos, al igual que las pequeñas mordidas que decoraban su hermoso cuerpo, y sé que eso no le molesta.
De hecho le encantaba, y lo sabía por la sonrisa que ponía al mirarse al espejo.
¿Sera un fetiche?
Aunque lo entendía, cuando él las dejaba en mí eran fascinantes, era como sentir su caliente toque a todas horas.
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