Toda mi vida había estado basada en una mentira. Tras lo sucedido con el vaso, entré en un estado de shock durante unos minutos, haciendo que mi madre perdira la calma y empezara a gritar.
Creedme, que de un día para otro te enteres de que posees un don de la naturaleza, no es para nada algo leve. Mi corazón latía fuerte, mis ojos perdieron su rumbo, y yo no me podía mover, tan solo estaba en silencio... Mi madre me gritaba para que despertara de algo que parecía una pesadilla.
Yo tan solo me repetía una y otra vez en mi cabeza: "Esto no es real, es solo un sueño". Pero por desgracia, esto no era para nada algo de lo que pudiera huir...
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Ya habían pasado dos días desde mi cumpleaños, sí, oficialmente tenía 16 años, aunque me fuera transformado en una especie de copo de nieve andante, tenía 16 años.
Y allí estaba yo, sentada en el sillón, con mi madre gritandome y zarandeandome para que volviera en sí. A mi mente vino el recuerdo de cuando era pequeña, y mi madre me contaba historias sobre hadas de fuego, de aire, de tierra, de agua... Y yo emocionada escuchaba cada palabra que ella recitaba de esos entretenidos cuentos. Así me di cuenta, que por mucho que lo intentara no podía huir de esta realidad, y volví en sí.
-Mamá, para, estoy bien, ¡para!-
Ella paró al ver de nuevo que había regresado a la normalidad.
-Cariño, sé que todo esto es nuevo para tí, se que estas cosas no pasan, pero debes irte haciendo a la idea.-
-¿Y por qué has tardado tanto en decirmelo? Tenía derecho a saberlo, si me lo fueras dicho desde pequeña, ahora no tendría este problema.-
Mi madre suspiró.
-Si te lo fuera dicho de niña, no fueras llevado una vida normal, siempre estarías pensando en ello, o incluso se lo fueras dicho a Anabelle.-
Me levanté, y subí a mi habitación pegando un portazo. En esos momentos, ni el consuelo de mi madre me bastaba para poder volver a ser yo misma.
Me tiré en la cama, y las lágrimas de mi cara caían a la almohada, haciendo que esta se empapara en pocos minutos. Entre el llanto y la angustia, me quedé dormida, soñando así que todo era normal, y que mi vida no había dado un vuelco de 180º.
Poco después, mis ojos se abrieron, dejando ver de nuevo mi habitación intacta. Por unos segundos, pensé que todo era normal, que nada había cambiado, pero como todo buen sueño, llega a su fin...
Alguien llamó a la puerta.
-Avril, se que esto es duro de asimilar, pero nos queda poco tiempo, cuando asimiles tu nueva realidad, te espero abajo.-
Dijo mi madre directa y confiada.
Me miré las manos, estas, no habían cambiado desde la úlitima vez que las vi, eran blancas, y al tacto eran extremadamente frías.
Finalmente me levanté, y lentamente me puse en pie. Me acerqué a la ventana, pudiendo contemplar la increíble nevada que estaba cayendo. Pero cuando toqué la ventana, esta se convirtió en hielo. Me asusté tanto que me caí hacia atrás dándome un golpe en la espalda.
"Madre mía, hoy no es mi día de suerte"
De nuevo me levanté, e intenté volver a hacer lo que había hecho con la ventana.
Toqué el suelo, la pared, la lampara, la cama, el armario... La verdad es que era la mar de divertido, y salí de mi habitación corriendo, dejando a mi paso una todo mi cuarto totalmente congelado.
-¡Mamá!, ¿mamá?-
Mi madre no estaba ni el salón, ni en la cocina.
"¿Dónde se ha metido?"
De pronto oí un fuerte estruendo en el jardín, así que salí rapidamente.
Cuando abrí la puerta, mi madre estaba como de costumbre en el banco de la entrada sentada, contemplando como los diminutos copos de nieve caían incesantemente. Ella se giró, al ver que estaba allí.
-Hija, ya estabas tardando mucho.-
Extrañada, salí al jardín.
-Bien, no se exactamente cuanto tiempo tenemos, así que será mejor que aprendas rápido.-
-Aprender ¿a qué?-
-Por la pinta que tiene desde aquí tu cuarto, creo que necesitas practicar tus poderes ¿no crees?-
Dijo mirando a mi ventana. Yo sonreí.
-Está bien.-
Fuimos a la parte trasera de mi jardín, y allí había colocados tres botellas de cristal. Miré con asombro a mi madre.
-Tienes que intentar derribarlas a distancia.-
-¡Estas loca, no puedo hacer eso!-
-Tu sólo, piensa en tu poder, piensa que tienes el control, y que puedes hacer lo que quieras con él, y ahora inténtalo.-
Miré a mi madre con mirada indecisa, pero finalmente, lo intenté.
Puse mi mano en dirección a las botellas, pero nada.
-Piensa en ello, concéntrate.-
Cerré los ojos, y lo intenté, pero de mis manos tan solo salío una luz, que débilmente brillaba, y ni siquiera llegó a las botellas.
Mi madre se rió de mí.
-Valla, tendremos que practicar bastante, antes de que llegue la carta.-
-¿De qué hablas?-
Paró su risa de momento.
-Nada, sigue.
-Dime de qué hablas-
-Si acabas el ejercicio, te lo explicaré.-
De nuevo volví la mano hacia las botellas, cerré los ojos con todas mis fuerzas, y otra brillante y potente luz salió disparada hacia las botellas, haciendo que estas calleran a la nieve.
-No está mal.-
-Ahora dime ¿de qué carta hablas?-
-Verás, tu no eres la única en todo el mundo con este don, hay muchísimos más, pero no solo con el don del hielo, sino tambien con todos los elementos: agua, tierra, aire, fuego...-
-¿Y?-
-Todos estos dones necesitan una preparación, y una experiencia para poder ser usados correctamente, así que ante este problema, crearon una escuela, una escuela para todos los dones del mundo. Esta escuela se llamó Agora Escuela de Elementos.-
-¿Agora?-
-Y a la que tú deberás asistir este año.-
-¿Yo? Pe-pero si acabo de descubrir que tengo estos poderes, no estoy preparada.-
-No es algo que tú elijas cariño, la escuela, sabe de la existencia de todos los chicos con el don, y al cumplir 16 años, cuando el poder está completo, ingresan en la escuela. Así ha sido siempre.-
-¿Cuando?-
-Aproximadamente, la enviaran en una semana, aunque no estoy segura.-
Me llevé las manos a la cabeza, y respiré profundamente.
-Estoy preparada.-
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Hielo
Teen FictionEn Yakutat, Alaska, nació Avril, una chica normal a ojos del mundo. Excepto, por su fría piel y sus azules e irreales ojos. Avril tendrá que enfrentarse al duro mundo de una adolescente, hasta que al cumplir 16 años, todo saliera a la luz. La madre...