Escozor. Todo mi cuerpo me escocía.Desde las puntas de mi descolorido pelo hasta los dedos de los pies,todo mi cuerpo sumido en un doloroso escozor que penetraba hasta mis huesos. Estaba tumbada en la enfermería del distrito, acompañada por una enfermera enviada desde el hospital del colegio. Aunque realmente, la enfermera se limitaba a leer revistas de moda y a decirme que todo saldrá bien.
Era una muchacha joven, de unos 20 años, con ojos rasgados y de color miel. Presentaba una piel morena y con algunas manchas más oscuras en algunas zonas. Me pregunté si ella también estaba cambiando.
Miró su reloj de muñeca, al tiempo que cerraba la revista.
-Sólo quedan 20 minutos.
Un dolor agudo me recorrió la espalda.No podía creer que aún quedaran 20 minutos más a merced de este insufrible al que estaba sometido mi cuerpo. A penas podía abrir los ojos, la parpadeante luz del cuarto empeoraba aún más el abrasador escozor de mis ojos. Parecía estar sumergida en un volcán lleno de lava ardiente y poderosa, tenía fiebre, y apenas podía sentir la punta de mis dedos. Todo a mi alrededor parecía ser una burbuja alejada de la realidad, como si no existiera de verdad. Tenía la sensación de que moría por dentro, de que mi cuerpo se descomponía lentamente, pedazo a pedazo, y ni siquiera podía verlo, tan sólo sentir.
Escuché el sonido sordo de una puerta abrirse, y una voz conocida salió a la luz, al tiempo que me agarraba las ardientes manos, que quedaron aliviadas por el frescor que emergían las manos que las sostenían.
Intenté entrecerrar mis doloridos ojos, pudiendo distinguir tan solo la silueta esbelta de una mujer con el pelo recogido. Volví a cerrarlos al sentir de nuevo fuertes escozores.
Y antes de que quedara sumida en un profundo sueño, pude llegar a oír unas últimas palabras de la mujer.
-Pronto todo pasará, mi querida Avril...
Después todo se tornó negro y me pareció caer en un profundo agujero que no tenía fin.
Esta vez nadie me despertó. Tuve que abrir lentamente los ojos para darme cuenta de que estaba sola, en el mismo sitio. La luz parpadeante seguía parpadeando, sin tregua, y la el pequeño cuarto cuadrado estaba vacío. Ni rastro de la joven enfermera que me había atendido antes.
Me di cuenta de que el tremendo escozor que me penetraba el cuerpo había desaparecido, dejándome algunas secuelas, como unas terribles agujetas en mi abdomen y en mis piernas, pero nada más. Me sorprendió ver que todo estaba en silencio, ¿no habría empezado aún la fiesta?
Miré mi reloj, las 9:30 pm.
Di un brinco de la dura camilla en la que estaba tumbada, mis piernas se tambalearon, obligándome a volver a la camilla despacio. De nuevo sentada en la camilla, bajé un poco la mirada, para encontrarme con unas manos totalmente cambiadas, que lucían un saludable tono claro. Nada que ver con los colore gélidos a los que estoy acostumbrada. Llevé la mano a mi cabeza, cogiendo un mechón de pelo abundante, casi me caigo de la camilla al ver un color rubio oscuro en él. No daba crédito a lo que veían mis ojos,hacía más de cuatro años que no tenía esta tonalidad oscura cubriendo mi pelo. Una repentina alegría recorrió mi cuerpo,haciendo que me levantara al fin de la camilla. Abrí la puerta y corrí por todo el pasillo, ya se oía el ritmo de la música fluir en el ambiente, y un aroma a hierba y frescor me hizo sentir aún más viva. Llegué al salón, que me impresionó ver aún vacío, tan solo con Louis y Madison terminando de colocar algunos aperitivos.
-Vaya... Avril estás... fantástica.
Maddy soltó los cables que sostenía en la mano izquierda para centrar su atención en mí, Louis se volvió abriendo los ojos al encontrarse conmigo en el umbral de la puerta.
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Hielo
Teen FictionEn Yakutat, Alaska, nació Avril, una chica normal a ojos del mundo. Excepto, por su fría piel y sus azules e irreales ojos. Avril tendrá que enfrentarse al duro mundo de una adolescente, hasta que al cumplir 16 años, todo saliera a la luz. La madre...