Capitulo 17: "Esa noche, las pesadillas no volvieron"

222 14 2
                                    

La noche había sido muy larga. Me revolvía entre las sábanas intentando no pensar en todo lo que nos esperaba, y me preguntaba si realmente podría soportarlo.

Los ojos encendidos y ardientes de Jason se me aparecían como fugaces estrellas en mi cabeza, al igual que potentes latidos explotaban en mi pecho cada vez que recordaba el roce de la mano de Jonathan. Todo pasaba veloz, distante, pero con la suficiente claridad. Y así la noche me envolvió en un manto oscuro y tenebroso, que me obligó a caer rendida entre las revueltas sábanas de mi cama.

-¡Buenos días!-

De repente mis sentidos cobraron vida,como si de un rayo se tratase. Mis ojos, ensangrentados y con unas bolsas moradas colgando, se abrieron como platos al tiempo en que mi espalda dio una brusca sacudida, dejándome sentada en la cama.

-Guau, creo que alguien no ha dormido bien parece ser.

La sonrisa mañanera de Madison me resultaba casi irritante. Su frescura mañanera y su fantástico aspecto me hacía preguntarme cómo podría existir una persona que se despertara como recién salida de un anuncio de cereales. En cambio yo podía sentir como en mi estómago se revolvía al pensar en la fiesta. Quedaban un millón de cosas que planificar antes de mañana y allí estaba Maddy, corriendo las enormes cortinas que no dejaban pasar la luz procedente del valle. Un ardiente calor recorriómi cuerpo al tiempo que las cortinas dejaban pasar una ráfaga de luzque me cegaron los doloridos ojos por unos segundos.

-Madison, ¿es necesario hacer eso?

Me tapé los ojos con la palma de la mano, que al contacto con mis ojos parecían estar congeladas.

-Claro que sí, queda mucho que hacer,y son ya las 7:30. Hora de trabajar.

Se movió con gracia hasta mi cama y tiró de mí hasta que al fin me levanté. Sus pequeñas manos gélidas enfriaban mi cuerpo, que estaba sudado y ardiente. Mi cabeza daba vueltas al tiempo que Madison me ayudaba a levantarme con delicadeza.

-¿Cómo te sientes?

Me senté en silla junto al tocador cuando veía que fallaban mis fuerzas, parecía como si no pudiera ni controlar mi propio cuerpo.

-Es todo muy extraño, no puedo moverme, me...duele.

Me sentí confusa.

-Tranquila, es tu primer cambio, es normal que tu cuerpo se esté preparando para volver a la normalidad. A todos nos pasa.

Sus palabras, aunque dulces, no me aliviaban. ¿Iba a estar así hasta mañana por la noche? Y si era así, ¿por qué Madison no? Todo me estaba provocando más dolor de cabeza, así que intenté no pensar en ello y guardé silencio.

-Te traeré el remedio de la profesora,enseguida vuelvo.

Y así Madison atravesó la puerta y salió de la habitación grácilmente.

Eché la vista a un lado para poder contemplar mi rostro en el espejo del tocador. Realmente no había sido buena idea. Lo que había reflejado en el espejo era una especie de monstruo con grandes ojeras moradas como berenjenas.

Mi piel no era la que acostumbraba a ser, blanca y gélida, bueno en cierto modo sí, pero ya no era blanca, sino un tono más oscura en algunas partes de mi cuerpo. El dedo anular de mi mano, la clavícula y parte de mi cuello parecían... normales. Por otro lado mi cara y el resto de mi cuerpo seguía siendo el mío. Excepto por un extraño mechón de pelo, que había pasado de su habitual rubio albino a un rubio muy claro, casino se notaba la diferencia, pero yo la estaba viendo.

Unos extraños puntitos claros comenzaron a notarse alrededor de la nariz y un tenue, casi invisible rubor apareció en mis mejillas.

-Dios mío...

HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora