Capitulo 11: La batalla

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Y ahí estaba yo, rodeada de pieles tostadas y ojos rojos como la sangre. No os mentiré, estaba aterrada. Estaba totalmente segura de que Jason y su hermana me la tenían guardada y no iban a dejar pasar esta oportunidad para devolvérmela.

Junto a todos aquellos chicos y chicas cachas y enormes (que ya intimidaban por si solos) estaba el "profesor" Kurt Freedman (si es que a eso se le podía llamar profesor). Era un señor maduro de alta estatura, puede que un poco más joven que la profesora, pero mucho más grande y musculoso. Parecía recién sacado de la WWE listo para atacar. Fue normal que al acercarse a nosotros pegara un pequeño saltito hacia atrás ¿no?

—Bienvenido señor Freedman, es un placer volver a vernos.- El mastodonte sin pelo ni siquiea miró a Amèline, sino que nos cacheó uno por uno con sus aterradores ojos rojos. Todos estábamos inmóviles esperando alguna reacción por parte de la profesora o de él.

—El placer es mío Amèline, ya lo sabes- Todos nos quedamos de piedra al ver como la profesora abrazaba con ternura al simio.

—¿Qué demonios?- lo que creía que había sido un simple pensamiento, resultó que fue un comentario en voz alta. Genial. Por suerte parecía que nadie se había percatado, excepto Louis que dejó escapar una amplia sonrisa.

—Creo que debemos comenzar, ¿un reconocimiento general primero señorita Strawford?- El profesor acarició el hombro de la profesora suavemente esperando su respuesta.

—Por supuesto Freedman, creo que mis chicos no están demasiado familiarizados con tu entorno.-

Bajó la voz lo suficiente para que Maddy y Louis no se enteraran, pero yo lo pude oír perfectamente.

"Por supuesto que estamos familiarizados"

—¡Escuchadme, Distrito Fuego en posición!-

Con esto, todas las pieles tostadas se colocaron en fila horizontal en menos que canta un gallo y fijaron su mirada hacia nosotros. Todos parecían estatuas, en la misma posición y con un único objetivo: Nosotros.

—No está mal, nada mal...- Améline no parecía demasiado sorprendida, supongo que habría visto cosas mejores.

Se acercó a nosotros y nos colocamos en posición piña formando un corro.

—Madison, Louis, ¿preparados?-

Los tres se miraron esbozando una sonrisa.

—Eh hola, estoy aquí, ¿para qué se supone que están preparados?-

Todos me miraron, supe entonces que pronto lo averiguaría.

Louis se colocó mirando al radiante cielo que hoy estaba totalmente despejado. Cerró los ojos y se colocó en posición de ataque. Entonces supe lo que ocurría.

Todo se tornó gris, las nubes taparon el resplandeciente sol y todo quedó oscuro. Todo lo cálido que hubo minutos antes había desaparecido. Y comenzó a nevar.

—Si ellos nos van a ganar en número, ¿por qué no una pequeña ventaja?-

Maddy me lanzó una mirada de "mira y aprende" que yo tomé como un desafío.

—A por todas, Black- Fue la primera vez que llamaba a Madison por su apellido, como respuesta a mi desafío, apretó los ojos con fuerza, apretó los puños y acabó con un leve soplido.

Todo se heló y un fuerte viento glacial amenazó con congelar a un confuso Distrito Fuego, que habían roto filas por el salvaje viento que los zarandeaba. Por supuesto Louis, Maddy y yo estábamos salimos ilesos, ya que ni el frio ni la nieve nos afecta en absoluto.

—Bien jugado Strawford, ya veo que este año vas enserio. Bien, pues veamos si tus chicos soportan esto.-

No os voy a decir que las palabras del señor Freedman eran tranquilizadoras, al contrario, mis piernas por poco me fallan cuando vi como Kurt desaparecía en la tormenta de nieve, adentrándose , listo para mandar un ataque.

—Preparados chicos, los ojos rojos pueden destruir todo esto en unos minutos, pero debéis persistir.- Tampoco fueron muy tranquilizadoras las palabras de Amèline, pero tenía razón, había que persistir y así el Distrito Fuego caería.

—Avril, recuerda Madison y Louis, tan solo pueden hacerte esto un poco menos difícil, pero ellos solos no pueden hacer que Kurt caiga con todo el equipo. Debes atacarles, no te descontroles, recuerda que esto es solo una clase de entrenamiento para controlar tus técnicas de ataque. Pero... demuestrales quienes somos.-

Esto último me lo dejó caer en un leve susurro que apenas pude oír. No sabía si iba a lograr hacerlo, ¿enfrentarme al Distrito más letal del colegio? Si, me podréis llamar miedica, pero quería sobrevivir al resto del curso.

De repente, un leve estruendo se oyó a lo lejos. Entornamos los ojos y por poco nos caemos de culo del susto. Toda la patrulla de ojos rojos se dirigía a nosotros, sus oscuras pieles resaltaban en la blanca tormenta, que duró poco... El estruendo fue cada vez mayor conforme se acercaban y mis piernas se quedaron totalmente petrificadas.

"Vamos Avril, responde! Un ejército viene a por nosotros con intención de hacernos papilla, no es momento para ser cobardes"

Pero yo seguía inmovil. Unos pocos de chicos del Distrito Fuego se pararon en seco y lanzaron ataques para contrarrestar la tormenta, cosa que lograron hacer en cuestión de segundos.

"Mierda"

El Sol volvía a resplandecer y ahora lo hacía con más fuerza. La calor fue casi insoportable, Maddy y Louis pronto cayeron desplomados al suelo y cuando los vi ahí, tirados por seguramente un golpe de calor repentino me dije a sí misma que debía parar esto.

—¡Amèline, pare esto!- le grité mientras ella socorría a mis compañeros, estaba como si nada, ni el aire caliente, ni el sol abrasador habían podido despeinar ni uno de sus cabellos color plata, su cuerpo no segregaba sudores, ni malestar, era como si no le afectara en absoluto.

—¡No puedo hacer nada, no hasta que alguno de los dos equipos caiga!- Estaba confusa y desorientada, veía como se iban acercando cada vez más a nosotros, ya casi estaban aquí, podía oír sus pesadas respiraciones casi rozándome. No se me ocurría ninguna forma de frenarles sin hacerles daño como a Jason. Solo podía congelarlos, y eso no era una opción. Era un tanto rencorosa, pero jamás les haría daño de esa manera, no después de ver lo que le hice a Parker. Pero entonces caí en algo: "No hasta que algunos de los dos equipos caiga". Bingo.

Miré una última vez a mis amigos, desplomados en el suelo, con la frente empapada en sudor e inconscientes. Ellos no estaban acostumbrados a temperaturas tan sumamente elevadas. Yo no mucho, pero me encantaba todo lo cálido, aunque esto se pasaba un pelín.

Estaban demasiado cerca, era cuestión de segundos que se abalanzaran sobre nosotros como en un partido de rugby, pero tenía que intentarlo.

Cerré los ojos para intentar concentrarme mejor, aisle los ruidos y las voces, y comencé a pensar en el hielo, su tacto, su color, su textura... Y por alguna razón la imagen de Jonathan apareció. Sus ojos verdes primavera me invadieron, dándome una sensación de tranquilidad por un momento. Entonces recordé que me hice la promesa de volverle a ver, y para hacerlo deberíamos llegar a las primeras pruebas del semestre y para ello, deberíamos destacar.

Me armé de valor y usé todo mi poder para intentar frenar a los ojos rojos, toda la pradera comenzó a congelarse en un abrir y cerrar de ojos. Seguí insistiendo, hasta que el hielo llegó hasta ellos.

Caí exhausta al frío hielo. La temperatura estaba decayendo pero mis fuerzas se agotaban. Todo se tornó blanco...

HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora