004; Confusión

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Deku


—Tranquilo. Todo está bien, estás en un hospital— Dijo la persona que se encontraba frente al pequeño tratando de calmarlo. Estaba impaciente, asustado. Y como no, si tantas personas se acercaban a él, la última vez que había pasado eso no fue nada bonito que digamos, pero uno de los hombres se dio cuenta y ordenó que se retiraran, quedándose en la habitación dos personas con bata y él hombre de ojos escarlata que ordenó, sin dudas era mejor pero no quitaba el hecho de que el pecoso todavía tuviese tantas dudas en su cabeza, quería respuestas pero el adolescente no sabía cómo obtenerlas, su padre no estaba ahí para hacerle recibir órdenes pero alterarse tampoco lo ayudaría así que retomo su ejercicio de respiración como la mujer le pedía.

— Así es... ¿Cuál es tú nombre?—Le preguntó la mujer de bata, que ahora se encontraba sentada en una silla. El adolescente no sabía qué hacer, ¿debería callar?, ¿Debería responder? Era una de las preguntas que se sumaban a su mente, además ¿Cuál era su nombre en estos momentos?,ni él mismo lo sabía. Su padre le decía Deku, cuyo significado era inútil, le decía así cuando estaba muy enojado y algunos le decían zorrita, putita, esclavo, entres otras obscenidades.

—Vamos, no tengas miedos—Dijo la adulta en un nuevo intento de conseguir respuesta, pero esta nunca llegó, el pequeño mantenía la cabeza gacha.

—Bueno no importa, si no quieres no te obligaremos. — Suspiro. —Mi nombre es Recovery girl, ya no hay nada que temer. No te aremos daño, ya no regresarás a ese lugar y...

— ¿Y mi padre? — Interrumpió a la mujer inconscientemente, escuchando por primera vez la voz del pequeño lo cual era una voz suave y delicada.

—Eso ya un importa, es hombre no te hará más daño— Refunfuñó  el rubio cenizo que se encontraba recostado en la puerta. Vaya que le cabreaba ese imbécil.

— Eso no es verdad él... él va a encontrarme. Debo ir a casa, sino me castigara. — Musito alterado con lágrimas que amenazaban en salir, intentando levantarse pero fue detenido por la segunda persona de bata blanco.

—No te preocupes, tú padre... Digamos que se encuentra en un lugar donde nunca va a salir, porque a hecho cosas muy malas. Además te tendrás que quedar aquí por tres día para tratar tus heridas— Musito esto último la adulta apuntándole a sus rodillas vendadas como ejemplo —Luego de esos tres días te quedarás con el héroe Bakugou, hasta que puedas hacer tú nueva vida. — El peliverde miro al apuntado que se encontraba en la puerta, por alguna razón sentía haberlo visto, sí, ahora lo recordaba. Era verdad que él fue la última persona que con su tacto cálido y suave que había visto en aquel oscuro sótano, pero el pecoso sentía que lo había visto en otra parte, quizás en la televisión, pero no recordaba en qué momento, siempre pensó que las personas que salían en la televisión no existían, el menor pensaba que solo era una caja llena de caricaturas inexistentes ya que se veían tan llenas de emociones como la furia, el temor, la tristeza y la... felicidad, esta última siendo ya desconocida para el adolescente.

Pero eso ya no importaba, o por lo menos no ahora. El pecoso tenía que analizar toda esa información con calma para poder entender.

¿Tenía que quedarse tres días en ese lugar para poder curarse?, Eso nunca le hacía falta, si era verdad que todo le dolía, especialmente las zonas como su espalda y otras partes que se encontraban cubiertas con vendas, pero eso nunca lo ha necesito, o por lo menos que el supiera. Siempre trataba de ignorar el dolor que sentía, y cuando menos lo esperaba ya estaba un poco mejor.

Todo el día transcurrió rápido, agotado y sofocante. O eso era en el caso de el peliverde, que constantemente le hacían cualquier examen y preguntaban, a pesar de que este, ya siendo el centro de atención, no contestaba y se dignaba a esconderse debajo de las sabanas para mentalizarse la paliza que su padre le iba dar por desobedecer la regla más importante, "NUNCA salir más allá de la puerta ", pero al caer el atardecer ya se habían retirado, a excepción de aquél rubio, que todavía seguía sentado silenciosamente, se supondría que Katsuki tendría que hablar con el menor para que este tuviese confianza, pero no. Solo estaba en silencio en esa silla provocando que el pecoso tuviese curiosidad y lo mirase "disimuladamente" con un poco de temor, cabe destacar que el rubio cenizo tenía cara de pocos amigos, por tener el entrecejo fruncido, hacia abajo todo el tiempo.

— ¿Tienes alguna pregunta?—Cuestiona Bakugou, al sentir la mirada del menor

—N...Nada. — Se limitó a hablar por tercera vez. Cómo si fuese un susurro, si era verdad lo que las personas le decían de que su padre nunca lo iba a encontrar(a pesar de que no creía del todo) y que de ahora en adelante se quedaría con esa persona por lo menor tenía que hablarle, no sabía qué era lo que le llegaría a hacer, así que era mejor tomar precauciones, debía ser lo más cauteloso posible, después de todo, él tenía que complacer a la persona que estuviese a su lado, el hecho de que su padre no estuviese, no significaba que no lo haría. Él tenía en mente que ese era su propósito, solo trataba de estar listo para que esa persona se abalanzó a él y lo destrozase como su padre y todas esas personas que entraban a la casa para profanarlo. Pero ese momento nunca llego, al caer la noche solo se retiró sin más dándole más preguntas al adolescente que ahora se encontraba en esa habitación solo.

El chico se sentía tranquilo, todo el día se la había pasado conociendo y haciendo cosas que jamás había hecho en su vida. El peliverde sentía que todo estaba pasando muy rápido, que toda esa información era imposible de creer, que en cualquier momento iba a despertar nuevamente en el sótano y todo sería solo un mal sueño que lo volvería completamente loco, pero eso tampoco pasó. Al día siguiente se encontró con un sol resplandeciente, que se asomaba por la ventana logrando que se cuestionara si en realidad estaba soñando. 

Simplemente era difícil de creer y tenía mucho que digerir para tan sólo ser un chico de 16 años.  

Una oportunidad para VIVIR (Katsudeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora