006;Completamente distinto

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El peliverde se encontraba en el comedor, ya eran las 7:00 de la mañana, así que ya era hora de desayunar, el día anterior el rubio le había dicho que comiera en la mesa de allí y a pesar de que no entendía el por qué, él pensaba que no tenía el derecho de comer en ese lugar, siempre comía en el suelo y no tenía problema alguno, estaba tan acostumbrado que le parecía incómodo comer en esa mesa.


Aquí tienes. musitó el rubio dándole un plato con huevos y tocino además del jugo de naranja ya puesto en la mesa, el pecoso se sentía raro, esto no estaba bien, las cosas tenían que ser al revés, el era que tenía que servirle la comida al rubio, pensaba en cada segundo que pasaba, no quitaba el hecho de que se sentía diferente, tanto así que llegaba a avergonzarse por los cuidados del cenizo, pero él no tenía derecho a decirle nada, nunca la ten, así que solo agarro la cuchara para empezar a comer, cabía destacar que para el menor era un manjar nunca antes probado, y era impresionante que algo como solo huevos y tocino podía provocar en el adolescente un exquisito sabor de boca, cualquier persona vería ese desayuno algo normal, otras hasta fastidioso por comer lo mismo, pero para él no, estaba tan acostumbrado a comer solo sobras de mal gusto que aura comer algo decente simplemente era una exquisitez.


El rubio se sentó en frente del muchacho e hizo lo mismo con esos huevos con tocino indiferente, pero fue interrumpido provocando que se parase y se dirigiese a la sala para agarrar el celular que sonaba.


¿Qué quieres?— Musitaba fastidiado, el pecoso tenía curiosidad pero solo se queso ahí escuchando esa conversación, su voz era gruesa y demandante pero a pesar de todo para él peliverde se sentía con una calidez profunda cuando se refería a él o le hablaba, lo había notado desde el primer momento que escucho su voz y lo diferente que era cuando hablaba con otra persona.


¿QUÉ? Si eres imbé...Paro el rubio al recordar de que el menor estaba en la cocina y podría escucharlo por el silencio en la casa, no podía estar diciendo malas palabras en frente del chico por órdenes de la psicóloga –está bien... iré– finalizó para colgar la llamada refunfuñando, sin duda su amigo le daba dolores de cabeza nada agradables y siempre tenía que sacarlo de cualquier problema, pero lo peor era que no podía llevar al menor a ese lugar podía ser peligroso así que lo tendría que dejar en ese lugar solo, no tenía más opción el adolescente no conocía a nadie como para poder dejarlo con compañía y de igual manera nadie podía ayudarle él estaba solo en este momento.

Al regresar a la cocina se sentó nuevamente para terminar su desayuno el pecoso todavía seguía ahí callado como siempre sin duda quería romper el hielo entre ellos dos desde el momento en que llegaron pero no se le ocurría absolutamente nada, quería ganar su confianza y a este paso iba hacer muy difícil, Katsuki estaba peleando con 12 años de maltrato aunque él no sabía y él solo tenía solo 4 días con el pecoso así que tendría que tener más paciencia. Cuando termino de comer se dispuso a subir a su cuarto para cambiarse e irse tengo que irme, entre un trato vuelvo musito ya estando en la puerto no tenía tiempo para explicarle Kirishima le había dicho que era muy urgente.


El pecoso se quedó impactado junto al sofá que se encontraba en la sala, la repentina acción del rubio, lo tomó de improvisto y el hecho de que ahora se quedaría en esa casa completamente solo hacían a ese lugar con un silencio constante y retumbante, no le había dicho a qué hora llegaría y el sentimiento de arreglar antes de que él llegara lo consumía y  lo colocaba inquiero, no era que la casa estuviese desordenada o sucia, si no que quería por alguna razón, mostrarle que no era útil, ya que sentía que no estaba haciendo su trabajo,  para él era frustrante, así que sin más empezó a limpiar el poco desorden como los patos sucios  que el cenizo no pudo lavar por el apuro y uno que otro detalle.


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Katsuki se encontraba cansado en la puerta de su casa, nunca pensó que le tomaría tanto tiempo estar afuera, y menos que el asunto fuese tan problemático hasta el punto de quedar exhausto, al entrar pudo observar al pre-adolescente dormido recostado al sofá con sus piernas abrazándose, se veía tan vulnerable y sereno al mismo tiempo, que para el rubio  era imposible no observarlo detenidamente, y cuando menos lo pensó ya se hacía a un lado del sofá, mirando su cabellera verde alborotada para instintivamente agarrar un mechón y juguetear el sedoso cabello, se veía tan frágil que sentía como en cualquier momento se fuese a romper y le dolía cada vez que recordaba en las condiciones que él chico se encontraba, la felicidad no le duró mucho, el chico se había despertado en un sobre salto provocando que instantáneamente quitase la mano, no quería que hubiesen malos entendidos.


ah...lo siento por dormirme, bienvenido— musito al darse cuenta de que Bakugou se encontraba a un lado silencioso.


Tú... ¿has limpiado la casa?— le pregunto, Katsuki por su parte a pesar de todo, él sabia exactamente como había dejado su casa y que estuviese concentrado viéndolo no quitaba que se diese cuenta hasta el mínimo de los cambias, era un héroe así que tenía que tener extremo cuidado. Él menor solo asintió, se sentía satisfecho con su trabajo.


¿por qué?


No entendía su pregunta, pero después de pensarlo un poco trato de contestar –porque es una regla


No vuelvas a hacerlo— Musitó sin ninguna expresión en su rostro.


—pero ¿por qué?, Ese es mi deber.


—¡Claro que no!... —Paro al notar que estaba gritando –,Tú tienes que hacer lo que tú quieras, lo que aquí te este diciendo— apuntó a su pecho —Tú te mereces eso y más— sus palabras retumbaban en su cabeza y su corazón empezaba a latir con fuerza por el tacto que rodeaba su cuerpo en un cálido abrazo por impulso el mayor , lo dicho le había dado un golpe mental. Sin duda Katsuki Bakugou era una persona distintas y rara a las demás para el pecoso, logro que se cuestionara si en realidad podía confiar en él y en las palabras dichas, pero el menor no quería ser un ingenuo, no quería hacerse ilusiones, ya no... quería ser lastimado después de todo, siempre se refugiaba en las palabras de su padre, las cuales ya estaba acostumbrado, porque si él sabía lo que vendría, no abría forma de que lo lastimaran, de ser lo contrario solo estaría aterrado, como en este momento, que no sabía qué hacer.  

Una oportunidad para VIVIR (Katsudeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora