18; No quiero dejarte

4.1K 475 64
                                    



El dolor en su pecho era pulsante, sin dar indicios de quererse ir y la inquietud fue lo que lo despertó levantándose repentinamente mirado a su alrededor, hasta que se dio cuenta de que estaba en el hospital, sacando un enorme suspiro de paz y llevando su mano derecha a su sien para calmar el dolor en su cabeza, pero esta nunca llegó. Esta estaba sujeta a algo cálido, así que bajo la mirada percatandose de que el chico estaba recostado en la orilla de la camilla, sosteniendo su mano mientras sus ojos se encontraban cerrados. Katsuki sonrió de medio lada al ver al pecoso transmitiendo tanta serenidad y se dispuso a verlo con detenimiento, feliz al ya estar a su dado, de haber podido rescatarlo. Para Katsuki este era uno de los momentos en los que se permitía verlo detenidamente; ver sus largas pestañas, sus pecas y aquel cabello que lucía desordenado, pero nunca estaba enredado. El cenizo inconsciente de su acción e ignorando que el chico tenía el sueño ligero, prosiguió a tocarlo con suavidad enroscándolo entre sus dedos logrando despertarlo casi de inmediato.

Sus ojos denotaban preocupación y no pasaron minutos al ver cómo de este salían grandes gotas de lágrimas que rodaban por sus mejillas dejando un rastro en ella, para luego caer en la camilla.

–¿Estás bien?– Preguntó al ver que las lágrimas no paraban.

Izuku asiente –Estaba tan preocupado, no despertabas, pensé que... que...– se sumergía en unos pensamientos oscuros.

Katsuki alzo sus brazos para abrazarlo –tranquilo, ya estoy aquí– Dice para calmarlo. El pecoso correspondió y se aferra a su pecho como si dependiera de ello.

–Pensé que si te alejaba de mí estarías mejor, pero... me equivoqué, soy solo un estorbo, no quería ocasionar más problemas y termine haciendo lo contrario– Se desahogaba entre sollozos –, no quiero que te hagan daño por mi culpa, no quiero perderte– Su palabras estaban tan llenas de sentimiento que estuvo guardando desde que vio al hombre entre el gentío, hasta ahora.

Le cenizo lo observaba un poco sorprendido, mientras se despegaba de él y este todavía murmuraba entre dientes, así que agarró sus mejillas con ambas manos para que le prestara atención –estoy bien. Para mí no eres ningún estorbo, así que deja de llorar– Dijo para proseguir a limpiar el camino de lágrimas y le sonrió.

Para Izuku, aquella sonrisa hacía que su corazón palpitara de tal magnitud, que parecía que se fuese a salir de su cuerpo y su mirada era como si atravesara su alma. Una corriente eléctrica pasaba todo su cuerpo, no podía quitar sus ojos de aquellos labios que dijeron tales cosas y otra vez tuvo la sensación de querer besarlos –quiero estar a tu lado.

De igual manera Katsuki se sentía del mismo modo y la distancia era más corta hasta que lograron chocar sus labios mutuamente por primera vez, en un tacto suave y angelical, sus ojos se volvieron a reencontrar y de inmediato otro beso se llevó a cabo, pero esta vez era un poco más rápido y apasionado.

Izuku coloco sus brazos en el cuello del cenizo y, el contrario en la cintura del pecoso para acercar sus cuerpos. Las mejillas del peliverde se tornaban de un rojo intenso llenos de sensaciones nuevas que no podía expresarse con palabras sus piernas flaqueaban y sintió como si se fuese a derretir por dentro. Las manos de Katsuki eran tan calientes al sostener aquella cintura que el pecoso tuvo que contener un gemido.

No sabía cuál era este estremecimiento pero no quería parar, aunque lo tuvo que hacerlo, estaban llamando a la puerta y tenían que abrirla. Dedicándole una mirada profunda antes de abrir, haciendo este encuentro impactante y frustrante al no poder seguir.

Una oportunidad para VIVIR (Katsudeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora