Capítulo 10

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Dio se había pasado los últimos días  pensando en que darle a su hermano.

Ella nunca antes había regalado nada a nadie, por lo que la tarea se le hacía más pesada a su negra alma.

Faltaba un día para su cumpleaños, y realmente no se le ocurría nada, ¿un libro? ¿algún instrumento?
"A la mierda, mejor seré algo directa"

Y así fue, se dirigió con su hermano y decidió preguntarle sin mucho rodeo.
Jonathan estaba dibujando en su habitación, ese día no habría mucha actividad afuera, por lo que decidió quedarse en su hogar y realizar distintas actividades.

—Buenos días, Jojo.

Mencionó la rubia, quién seguía en su pijama negra, a ella ya no le importaba que Jonathan le viera así, su confianza en el chico había crecido.

—Oh, ¡hola Dio! ¿qué tal todo?

—Bien, supongo... ¿hay algo que te guste?

El chico pareció algo confundido.

—¿algo que me guste?
¿a qué te refieres?

—Uhh... cómo un objeto, o algo así.
Vamos, no es tan difícil, inútil.

—Sé que no es difícil, pero si no guardas silencio no me dejas pensar, zopenca.

—Si, perdón, jaja...

—Seeh...

Nuevamente, aunque la primera pelea en Abril, se agarraron a golpes en el suelo, diciendo cosas que no se podían entender, pero a los dos jóvenes les parecía divertido golpearse de vez en cuando.

—Kahhajaja... rosas, rosas rojas.

Después de la pelea y algunas risas, ambos se encontraban en el suelo, hablando un poco, hasta que el joven peliazul habló de las flores.

—¿rosas rojas? ¿de qué estás hablando, Jojo?

—Antes me preguntaste que si me gustaba algo, sólo estoy contestando tu pregunta, Dio.

—Ah, así que flores... realmente no se me hubiera ocurrido.

Dio dijo eso y decidió cambiar el tema, no quería que su amigo descubriera que estaba planeando un pequeño regalo.

Después de unos pocos minutos, se excusó y dejó a Jojo para ir afuera y buscar las dichosas rosas, para su suerte, había por todos lados, por lo que su búsqueda no sería tan tardada, y tras media hora, recolectó algunas flores hermosas, realmente no sabía qué estaba haciendo exactamente, pero darle eso al peliazul le causaba una felicidad extraña.

Fue adentro de la mansión, procurando que el joven no estuviera cerca, obviamente.

—¡Estúpido Jojo!
Ni siquiera sé porqué demonios estoy preparándole un ramo de flores, ¡debería ser alrevés!

Se quedó en silencio.
¿qué estaba pensando?
Ella no quería unas flores, y mucho menos de parte de Jonathan, ¿verdad? Ella... simplemente estaba algo confundida.

Aquella tarde la rubia estuvo buscando dónde poner las flores, y de hecho, encontró -convenientemente- un ramo de flores, el cuál robó y utilizó para su beneficio.

Llegó a su cuarto e hizo el ramo de flores a partir del que tomó prestado, haciendo un gran trabajo. Sé quedó en silencio pensando en si debía hacer algo más, y por alguna razón se le vino la idea de escribirle algo.

—¿debería de escribirle una carta?

La pregunta se quedó durante algún tiempo en su mente, hasta que Dio decidió que sería un detalle extra escribirle algo a su primer amigo.

—Que vergüenza... pero es la verdad, yo, Dio Brando, escribiré mis sentimientos en una carta.

La Mansión Joestar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora