Capítulo 4: De guerrera a entrenadora

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Ya Había pasado como un siglo, era cerca de medio día y estaba entrenando como todo los días, Cuando entro Caos con un muchacho de ojos azul noche, piel bronceada por estar todo el día al sol; su cuerpo era pequeño, casi debilucho, pero aun así lo tenía algo marcado. No aparentaba más de 23 años.

Deje de entrenar, guarde mi espada a la vez que me encaminaba hasta ellos, cuando llegue frente a Caos hice una pequeña reverencia, para después mirar a su acompañante con desagrado.
-¿Quién es Él/Ella?- dijimos a la vez lo que aumento mi molestia.
-Daiana él es Lucas... Lucas ella es Daiana mi campeona, pequeña él es tu nueva tarea- la idea no me agradaba para nada después de todo era obvio que no debía matarlo, pero no parecía que el tema estuviera en discusión.
-¿Qué deseas que haga con él? - inquirí.
-Quiero que lo entrenes y lo hagas como tú- respondió.
-Puedo entrenarlo y me divertiré haciéndolo pero nunca me llegará a los talones- le comenté.
-¿Debes estar bromeando?- se quejó el muchacho.
-Ella te dejo la barra muy alta- le informo sin alterar su calma, que solía ponerme un poco histérica de vez en cuando.
-Nunca podrás superarme- reconocí con algo de altanería.
-Deja de ponerte a la defensiva, él no te va a remplazar- me regaño Caos con un tono sumamente frio que decía mil veces más que sus palabras.
-¿Entonces para qué?
-Luego te explicare todo, una cosa más, no te mandare a más misiones hasta que termines de prepararlo...- me advirtió.
-Me llevara años hacerlo- me quejé.
-Pues empieza ahora...
-Ya terminaba- volví a quejarme, no quería tener que hacerme cargo de un niño, era cuanto menos denigrante.
-Ya basta, Daiana- ordenó y yo me quedé callada- ¿Recuerdas lo que debes hacer?- inquirió, yo asentí aún molesta, pero discutir no era algo que me conveniera en ese instante- muy bien los dejo solos, no lo mates, ¿Entendido?- yo asentí- Daiana, ¿Entiendes?
-Si, si... no lo matare- él asintió antes de que se irse dejándonos solos- ¿Empezamos, niño?
-Según veo soy mayor que tu- se quejó, me di media vuelta para tomar una espada, para dejarla en su mano.
-Soy mayor que tú, aunque no lo parezca... ahora te dejare una cosa bien clara, me gusta lo que hago y si tengo que convertirte en un guerrero decente para eso, lo haremos, pero te aseguro que nunca llegaras a estar a mi nivel- le aseguré muy sería y muy cerca de su rostro.
-¿Qué te hace tan especial?- Inquirió muy molesto.
-Cien años de experiencia, niño... ahora entrenemos- ordené.

Hacía un maldito año y medio que lo entrenaba, si les dijera que era malo, les mentiría. Luchaba muy bien, para ser un chico de clase media. Recuerdo cuando estaba jugando con Lucas mientras él entrenaba. En eso entro Caos y se sentó a mi lado él no me miro ni yo a él los dos estábamos mirando al niño, que luchaba tratando de derrotar una de mis marionetas de caos.
-¿Ya está?- inquirió.
-Si- contesté secamente.
-No debes apresurarte, si él falla tú tienes que hacerte cargo- advirtió.
-¿Por qué no dices que me vas a castigar y ya?- inquirí, él se quedó callado, a veces parecia que odiara castigarme, aunque siempre lo hacía, cuando era necesario- como sea, está listo yo lo sé, estuve en su lugar.
-Lo sé, por eso te lo pedí a ti- reconoció.
-Te recuerdo que me lo ordenaste- otra vez se quedó en silencio- ¿Cuándo será?- pregunté.
-Media hora, llévalo a la entrada de la arena, te veré en el balcón- dijo serio.
-¿Es una orden o una petición?
-Tómalo como quieras, pero está allí en media hora- yo asentí, él se fue y me encaminé hasta Lucas deteniéndolo.
-Vamos tienes que cambiarte, es hora de tu prueba- informe- ¿Estás cansado?- me burlé.
-Estoy listo.
-Perfecto vamos a que te cambies- él asintió y salimos.

Media hora después llegue junto a Caos que me miro algo molesto, a su lado estaba el fantasma del emperador que me vio en mi prueba y al que mate, pocos días después.
-Llegas tarde- se quejó.
-Lo siento- me disculpe.
-¿La sigues teniendo?- hablo con burla lo que era extraño teniendo en cuenta que yo misma lo mate.
-¿Está listo?- me preguntó mi amo ignorando al emperador, no sabía qué hacía allí, pero supongó que no sería tan interesante tener una replica del coliseo Roma sin el fantasma de un emperador.
-Espera tu orden- respondí, Caos aplaudió una vez y ambos contrincantes entraron a la arena, con otro aplauso comenzaron a luchar.

Caos y el emperador no apartaban la vista de la pelea, por mi parte, mi vista pasaba de la batalla a los dos espectadores que estaban imparciales a lo largo de la batalla, que se estaba alargando más de lo debido.
-Daiana ¿Está jugando?- inquirió mi amo un poco molestó, sabía por expericiencia propia que alargar las cosas, sobretodo las peleas o conversaciones inecesariamente, no era de su agrado.
-No lo sé, señor- respondí, con mi vista fija en la batalla que parecía ir muy igualada.
-Daiana, que acabe- ordenó, sin responder pase mi dedo índice por mi cuello en el instante que Lucas me miro, sonrió un instante y con un rápido movimiento de la espada lo desarmo y corto su cabeza, vi a Caos que sonrió levemente.
-¿Qué le pareció?- pregunté a mi amo.
-Llévalo a descansar, mañana empieza con la segunda prueba- ordenó, yo asentí y comencé a irme, pero él me tomo de la muñeca, para que voltee a verlo- te espero en mi habitación en una hora.
-Como ordené- hice una pequeña reverencia y Salí, busque a Lucas y lo lleve a su habitación.
-¿Qué tal lo hice, pequeña?- se burló, le tomé la mano llevándola casi hasta el punto de quebrarla.
-No me digas así, ahora te conviene dormir- advertí, soltando su mano.
-Como quieras, pero dime ¿Qué tal?- preguntó divertido.
-Bien- respondí secamente.
-¿Solo bien?
-Si, fue suficiente, pero tardaste demasiado- expliqué.
-Solo jugaba- se quejó algo molesto.
-Lo sé, por eso lo digo...- solté cansada- duerme, mañana tienes la segunda prueba y no dormirás en un tiempo.
-¿Qué es?
-Te lo diré mañana, tengo que irme...- y sin más Salí de la habitación.

Él me esperaba sentado en el sillón de su habitación bebiendo, cuando llegue, me hizo una seña para que me acercara, al estar frente a él se paró dejando la copa en una mesa y adueñándose de mis lados, dándome solo dos segundos para procesar lo que estaba pasando .
-¿Qué tal señor?- inquirí cuando me soltó.
-No esperaba menos de ti- reconoció con una sonrisa, antes de quitarme toda la ropa, estaba desnuda frente a él, pero no me incomodaba, más bien me agradaba la forma con que me miraba antes mi desnudes y reclamar mis labios como suyo, la forma en que marcaba territorio con sus besos, me volvía loca. Él lo hacía.

Cuando acabamos nos recostamos en la cama yo sobre su pecho, estábamos en silencio, uno muy cómodo, él movía su mano en mi espalda y yo sobre su pecho.
-¿En qué piensas? - inquirí sin mirarle.
-En nada en específico- sentenció sin gran interés.
-¿Por qué esta Lucas aquí?- indagué incorporándome para verlo a los ojos, él suspiro.
-Pensé que lo habías superado ya- se quejó, pero yo solo lo mire expectante- es para que sea el campeón de tártaro.
-Entiendo, ¿Cuánto crees que dure su dolor?- pregunté y mientras dejaba besos en su pecho desnudo.
-Sé a dónde quieres llegar- aseguró con sus ojos cerrados quería sonar serio tal vez molesto, pero no le salió del todo por mi caricias.
-No quiero llegar a ningún lado- dije inocentemente, él se levantó de golpe asustándome un poco cuando fijo sus ojos molestos en mi- solo fue una pregunta no te pongas así.
-No te apresures- ordenó.
-No lo haré, pero quiero matar- me quejé.
-Ya lo harás... termina con esto y vamos a ir a divertiremos junto ¿Si? - me prometió, acariciando suavemente mi mejilla.
-Bien, otra pregunta ¿Para qué lo quieras?- inquirí.
-Eres buena matando- hablo acariciando mi mejilla- pero no torturando, él si lo hará. Si pasa la prueba
-¿Si soy mala torturada por qué tengo que hacerlo yo? - me quejé, era cierto que no era buena y no me gustaba torturar al menos no por mucho tiempo normalmente me aburría antes de sacar alguna información útil.
-Porque te lo estoy ordenando- suspire cansada- no tienes de otra- advirtió lo que pensaba- además yo no deseo hacerlo. ahora duerme, sabes que no lo harás en un tiempo.
-¿No me vas a ayudar?- pregunté ligeramente esperanzada.
-No- yo asentí tomando sus labios- tienes que dormir- su voz se entrecorto y no tenía la fuerza necesaria para que lo obedezca.
-En un rato, puedo estar sin dormir. Pero no sin ti- expliqué y sin más me hizo suya, otra vez.

La campeona del CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora