Capítulo 11: El tiempo avanza

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Cuando me desperté tarde un rato en entender lo que había pasado, ya no estaba en el piso, sino en mi cama cubierta con las sabanas, toque mis mejillas en busca del rastro de mis lágrimas no había nada, pase la mirada por la habitación, estaba sola, suspire cansada, antes de intentar ponerme de pie logre sentarme en la cama y al poner un pie en el piso caí al suelo con un grito de dolor.
-Daiana- llamo Lucas entrando a la habitación desesperadamente.
-¿Lucas?- inquirí confundida, cuando me intento ayudarme a pararme, pero caí, así que solo se limitó a tomarme en brazos y dejarme nuevamente en la cama- ¿Qué paso?
-No tengo idea, linda... Caos solo me ordeno cuidarte, ya que Bastián y Liana están con Owen- explico.
-¿Cuánto?- indagué asustada, él me miro con pena; antes de suspirar.
-Dos años- respondió dejándome perpleja.
-¿Dónde está?- pregunté desesperada intentando pararme, pero él me detuvo- Lucas déjame.... Necesito verlo.
-Lo que necesitas es descansar- regaño.
-Ya descansé demasiado- Lucas intento detenerme, pero lo aparte de un empujón que lo lanzo a la otra punta de la habitación.
-Daiana, espera- gritó, pero yo ya había salido. Me tambalie por los pasillos hasta llegar al cuarto de Caos iba a golpear, cuando me tropecé, la puerta se abrió y yo caí al suelo con un golpe seco, dos segundos después estaba en los brazos de Caos, levanté la mirada y él tenía una gran sonrisa que no llegaba del todo a sus ojos.
-Daiana, que alegría que estés bien- comentó y yo sonreí.
-Dígaselo a sus ojos, señor- me reí un poco, él sonrió tomándome en su brazos- lo lamento, no me comporte bien...- él negó- no volverá a pasar... haré lo que sea por compla...- no pude terminar mi frase porque en su cama vi a una mujer y estaba lista para gritar, pero me detuve por dos razones, una entendí las palabras de Amelia y en segundo Lugar me di cuenta por primera vez de mi lugar a su lado- señor...
-Si pequeña...
-Puede llevarme a mi habitación, por favor- rogué ocultando mi cabeza en su pecho, recordando su aroma, pues tal vez nunca podría volver a sus brazos.
-Claro linda- aceptó y se notaba bastante feliz por salir de aquella habitación.

Si les dijera que no me dolía que él este con otra les mentiría terriblemente. Pero era verdad que no podía hacer nada, tampoco tenía el derecho de hacer una escena, era su sirvienta y todo lo que hacíamos era para complacerlos, por eso no era de extrañar que cuando no estuve yo, él este con otra.

Antes de que me diera cuando volví a estar en mi cama, mire la habitación en busca de mi compañero, pero ya no estaba, tal vez Caos le había ordenado irse o me había seguido, de cualquier forma, no estaba allí. Caos me miró fijamente a los ojos, deseaba tenerlo conmigo borrar cada huella de cualquier otra mujer que lo haya tocado, pero no hice nada, no sabía exactamente como callar mis deseos después de todo él siempre dejaba el lugar para complacerlos. Pero ya no los priorizaría, ahora solo era mi amo, o al menos eso creía yo.
-Daiana, lo siento mucho, no debí perder tanto el control- se disculpó.
-Estas en todo tu derecho de castigarme- respondí.
-Prometí cuidarte- me recordó con algo de dolor en su voz.
-Y yo obedecerte, creo que ambos fallamos- me reí sin gracia- no te preocupes, entiendo que hallas perdido el control.
-De todas formas, perdóname- pidió, yo sonreí lo más sincera posible.
-Te perdonó- le respondí.
-¿Sabes? Antes de que volviera te prometí algo- yo sonreí con picardía- y como sabes, yo siempre las cumplo.

Antes de que me diera cuenta ambos estábamos desnudos y debo admitir que fue el mejor orgasmo de mi larga vida, él había dicho que lo de la tienda había sido solo una adelante y tenía mucha razón.

Me desperté en los brazos de Caos que me sostenían con fuerza, me quede unos minutos quieta hasta que él se comenzó a mover, me gire para verlo a los ojos y él sonrió.
-¿Cómo dormiste?- indagué.
-Muy bien- me aseguró.
-Tengo que ir a ver cómo va Owen... ¿Aun entrena?
-Sí, pero quédate un rato más- pidió apretando más su agarre en mi cintura.
-¿Me lo pides o lo ordenas?- indagué, pasando mi brazo por su cuello con una sonrisa pícara.
-¿Qué te hará quedarte?- respondió, yo no contesté- solo quédate- suplicó colocándose sobre mí y la lujuria estaba ya apoderándose de sus ojos, y el hecho que ambos estemos desnudos no ayudaba a calmarlo, sus labios comenzaron a recorrer mi cuerpo, a bajar por él, hasta mi vientre, mordió levemente allí, mirándome riendo con picardía, antes de llegar más abajo, y su lengua comenzó a jugar, hasta que el ardor comenzó en mi vientre bajo.
-A-amo...- me quejé o más bien suplique llena de placer, estaba conteniendo el orgasmo, esperando que él me dirá la orden.
-Córrete para mí- ordenó finalmente; sin esperar, tiré la cabeza atrás y me corrí en su boca sin pudor, él subió hasta mis labios para poder besarme, dejándome probar mi propio sabor- te quiero- dijo sin pensar.
-Yo te quiero a ti- le aseguré, volviendo a unir nuestros labios.
-Pasa...- ordenó Caos saliendo de arriba mío cuando golpearon la puerta. La chica que había estado con Caos antes de que yo apareciera entró en la habitación, algo en su mirada me dijo que esa no era la primera vez que eso había sucedido. Ella me miró Fijamente y yo le sonreí con dulzura.
-Abigail, ¿Qué sucede?
-Señor, lamento molestar, pero Lord Tártaro quiere verlo- Caos asintió, fijando unos instantes su vista en mí.
-Están entrenando, ve si quieres... te veo en la cena- yo asentí, antes de que el desapareciera, la chica seguía en la puerta de la habitación.
-¿Te quedarás mucho ahí?- indague neutral, ella no contestó, así que salí de la cama dejando ver mi cuerpo desnudo lo que la dejo un poco sorprendida por tres segundos antes de que la ira recoriera por completo su ser, aún más cuando la ignore para ponerme algo de ropa.

Estaba a punto de salir de la habitación ignorándola, pero estaba hecha una furia, tanto que se cegó olvidándose frente a quien estaba, cuando estaba literalmente abriendo la puerta, ella hablo por segunda vez desde que apareció a la habitación.
-Él es mío- me gritó, la volví a ignorar porque no le daría más importancia de la que se merecía y eso era nada, hasta que tuvo la brillante idea de tomar mi muñeca o al menos de intentarlo, porque antes de que lo hiciera yo tome la suya doblando su brazo en su espalda para acorralarla contra la pared- suéltame- grito desesperada, mientras se removía en mi agarre.
-Me importa una mierda lo que hagas o hayas hecho y mucho menos lo que tenga algo que ver con él... después de todo solo fuiste, eres y serás su premio de consuelo, siempre me elegirá a mí y el hecho de que estés aquí haciendo estas estupideces me lo confirma porque los celos son inseguridad- le dije tranquila sin levantar el tono de voz, porque no era necesario.
-No, mientes... él no... él... solo... cállate- ordenó haciendo que riera sin poder contenerlo a la vez que la soltaba, ella cayó al suelo de rodillas, con sus manos en sus oídos, me puse en cuclillas, colocando un dedo en su barbilla para que me mirara a los ojos.
-Sabes que digo la verdad y no lo quieres asumir. Piénsalo, después de todo te dejo en la cama sola por venir conmigo y si eso no es suficiente para ti, recuerda que solo eres una sirvienta y yo quien eligió para ser su campeona- sin más me incorpore para comenzar a salir de la habitación- un consejo, no seas tan masoquista y de una vez asume tu lugar- aconsejé porque verla allí tan derrotada llorando me dio un poco de pena; solo un poco.
-¿Lo amas?
-No- respondí- te daré una última recomendación, aléjate de mí, tal vez la próxima vez este molesta y no sobrevivas.

La campeona del CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora