Capítulo 24: Las estudiantes de Caos

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Busque sin mucho interés, hasta que por fin encontré mi espada, la tome saliendo de la armería con una sonrisa. La angustia dentro de mi desapareció al tenerla de vuelta, lo que era raro, pero había pasado mucho tiempo con ella y ahora que no tenía mis poderes, mi espada era todo lo que me quedaba.
-¿Encontraste lo que buscabas?- inquirió.
-¿Cómo sabías que estaba aquí?
-Solo lo sabía, ¿Luchamos?- asentí atando mi espada al cinturón antes de desenvainarla cuando llegue frente a ella que estaba en el centro de la habitación con la espada lista.
-Empecemos.

Las dos nos pusimos en posición, el silencio reino en la sala ella me miraba y yo a ella esperando, ambas esperábamos que la otra atacará, en ese instante note que no podía contenerme, sonreí divertida, ella igual antes de que atacáramos al mismo tiempo. El sonido del acero chocado una y otra vez resonaba en la amplia sala. Sus puntos débiles los conocía y los ocultaba, apartándome de la misma manera.

La batalla se extendió por horas, ella era buena, muy buena se notaba las lecciones de Caos en ella y debo admitir que hacía siglos que no me esforzaba tanto en entrenar o en una lucha, entendía porque era general del ejército.

La batalla siguió, hasta que deje espacio para que me atacara su espada roso mi costado hiriéndome, le sonreí divertida, tomando su muñeca doblándola para que tirara la espada, antes de doblar su brazo colocando mi espada en su cuello. Unos aplausos resonaron en la habitación, Abigail y yo miramos a Caos que tenía una gran sonrisa, mientras se acercaba a nosotras.
-Daiana suéltala ya- me apresuré a obedecer envainado la espada.
-¿Dónde estabas?- inquirí, él sonrió.
-Tuve que salir, ¿Qué sucedió?
-Mi espada, ¿Por qué te la llevaste?
-Sabes porque... dámela- trate de controlar mi enojo, antes de suspirar cansada, desate el arma  y se la entregue- Abigail déjanos solos.
-Muy bien- dijo ella dejando una reverencia antes de salir. Mire a Caos mi espada ya había vuelto a desaparecer.
-Demos un paseo- yo asentí, él movió su mano para que mi remera cambiara por una limpia. Antes de que el tomara mi mano, para llevarme a una ciudad.
-¿Dónde estamos?- indagué.
-Paris- contesto comenzando a caminar, lo seguía.
-¿Dónde estabas?
-En Egipto.
-¿Hablaste con Ra?- interrogué, a lo que él asintió.
-Daiana ¿Cómo estás?
-Aún estoy confundida- respondí tranquila- este mundo es muy extraño- expliqué mirando a todos lados, era tan diferente.
-Aun no usas pantalones- soltó divertido.
-No me gustan, además estoy usando esta ropa moderna, no me presiones- supliqué, él se rio- ¿Qué?
-Eres muy testaruda- yo le sonreí.
-¿Qué hacemos aquí?
-Pasear, nada más... pensé que necesitabas un poco de aire, conocer un poco este mundo.
-No me gusta, este mundo... es extraño, el aire esa contaminado, las personas están triste, solas.
-Los tiempos cambiaron...- reconoció.
-No quiero cambiar, no quiero amoldarme a este mundo, porque debería hacerlo...
-¿Por qué estás tan cerrada a este nuevo mundo?
-Porque en este mundo yo no soy útil, el caos está en cada persona, en cada casa, en cada esquina, entonces dime para que preocuparse por expandir el caos, para que me necesitas- él se quedó callado mirando hacia adelante y yo conocía esa mirada, la que me decía que algo ocultaba- ¿Me necesitas?
-Si- soltó con simpleza.
-¿Para?
-Nada.
-¿Entonces?- él suspiro cansado antes de detenerse frente a mí, mirándome a los ojos- ¿Qué sucede?
-Todo fue una excusa, para tenerte a mi lado...
-¿Qué?- indague perpleja.
-No te has dado cuenta, siempre fue una excusa Lucas, Owen y tu... no te preguntaste nunca porque fuiste a la única que Casiano no mato- me quedé callada la verdad era algo que siempre me pregunte ¿Por qué hacerlo? ¿Con qué necesidad? Era extraño.
-¿Por qué?
-Porque yo no deje que te matara.
-¿Por qué?
-No quería verte morir- me quedé callada no sabía cómo reaccionar, él me había mentido toda la vida y no había sido poco- Daiana, di algo.
-¿Qué quieres que diga?
-No lo sé.
-Me mentiste- él asintió débilmente, cuando vio que mis lágrimas comenzaban a caer- ¿Qué querías de mí?
-Salvarte- contesto casi en un grito.
-¿Por qué?- indagué ignorando a algunas personas que nos miraban.
-No merecías morir...
-¿Y lo de ser Campeona?
-Lo invente, al menos en parte...
-¿De qué hablas?- estaba confundida y molesta.
-Necesitabas un propósito en la vida, después de entrenarte, no quería perderte y pensé que sería lo mejor, y de verdad eras buena y era bueno tenerte...
-Debiste dejarme morir- le grité antes de salir corriendo sin rumbo cierto.
-Daiana por favor- gritó, pero no me siguió y yo no me detuve.

Corrí hasta perderme, hasta que mis piernas no pudieron aguantar mi peso, me escondí en un callejón tratando de recuperar el aliento, la peor decisión de mi vida.

La campeona del CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora