Capítulo 2: Segunda prueba

53 9 5
                                    


Desperté con unos golpes en la puerta, me levanté pesadamente y abrí Caos estaba en la puerta mirándome de arriba abajo, sin decir nada curo mi herida antes de hacerme una seña para que lo siguiera.

Caminamos en silencio por unos minutos hasta que llegamos a una habitación en la que nunca había estado porque él me lo había prohibido, pero más de una había escuchado gritos de dolor salir de allí. Nos quedamos en la puerta por unos instantes en silencio hasta que él hablo.

- Daiana tenemos que hablar...

- ¿De qué? - inquirí.

- Lo hiciste muy bien en el Coliseo ¿Sabes por qué te ayude aquel día? - pregunto curioso, por mi parte me limite a negar con la cabeza- porque quien lo pierde todo, no conoce el miedo, el dolor, la moral ni la ética.

- No tengo nada que perder- reconocí- pero aun siento miedo aun siento dolor.

- Lo sé, por eso te traje aquí, para que tomes una decisión, decidas lo que decidas no habrá vuelta atrás- explico.

- ¿Qué debo decidir? - Inquirí interesada.

- Puedes entrar a esa habitación para convertirte en mi arma, serás mi guerrera de mayor confianza, mataras por mi o puedes servir en el castillo- respondió, sabía que había una razón por la que me había planteado eso.

- La respuesta me parece bastante obvia- reconocí, él se colocó detrás de mi pasando su mano por mi cintura hasta llegas a mi vagina.

- Para mí no lo es, te tensas con mi cercanía- sin previo aviso hizo un pequeño tajo en mi brazo, pegue un salto por el dolor y la sorpresa- prometí que no te lastimaría, ni yo ni nadie por eso te pregunto que deseas. Después de todo si entras a esa habitación, sufrirás mucho, pero te aseguro que, si sobrevives, ya nada te lastimará todo lo que cualquiera te pueda hacer será menos que un piquete de mosquito- explico volviendo a pararse frente a mí.

- ¿Me destruirás? - inquirí divertida.

- Hasta que seas cenizas...

- De las cenizas renace el fénix más fuerte que antes- le sonreí-  hazlo.

- ¿Estás segura? Una vez que empiece...

- No habrá vuelta atrás- interrumpí- lo sé y estoy dispuesta a hacerlo, no pasare el resto de mi vida como una sirvienta, esto te lo aseguro.

- Muy bien, entra- ordenó, las puertas se abrieron y yo entre, unos soldados me tomaron por los brazos atándome en una madera sostenida a la altura de mis hombros, por otras dos en los extremos Caos me miro seriamente- Es tu ultima oportunidad de negarte.

- No lo haré, comienza... pero no esperes que suplique- me reí.

- Si lo hicieras me decepcionaría mucho- comento antes de comenzar.

Tres días, tenía hambre, sed y no soportaba más, claro que no lo demostré, grandes ojeras decoraban mis ojos, llevaba tres días sin dormir y él llevaba tres días sin detenerse, debes en cuando preguntaba si quería que se detuviera o si tenía sed o hambre, mi respuesta era siempre la misma "no".

Al cuarto día ya no sentía nada, todo era lo mismo, un azote, un golpe, la sed y el hambre y Caos lo noto, me sonrió y yo a él.

- Muy bien pequeña ya no puedes sentir- aseguro con cierto orgullo, pero ambos sabíamos que no estaba del todo lista- faltaba lo peor- yo asentí.

- Sigue- rogué, quería acabar con todo, él asintió. Movió su mano y mis ropas desaparecieron por completo, dejándome como mi madre me trajo al mundo, trate de taparme con mis manos pero mis brazos seguían atados, él sin previo aviso metió su mano en mi vagina comenzando a mover su dedos dentro de mí, sin  decir una sola palabra, se acercó más a mi comenzando a besar mi cuello, me tense al instante cuando sentí su respiración, me hacía un poco de cosquillas pero también era algo incomodo que llenaba mi mente de recuerdos dolorosos.

- Daiana, cálmate, no te voy a lastimar- tarde en entender a lo que se refería, ya estaba acostumbrada al dolor, sea cual sea incluso aunque me violaran lo podría soportar, pero que un hombre me tocara con cariño, eso sí era nuevo para mí.

Paso una semana antes de que comenzara a disfrutar de lo que Caos me hacía cuando por fin pudo besar mi cuerpo sin que yo quisiera alejarme, poso sus labios en los míos; sin que me diera cuenta le estaba correspondiendo mientras el beso tenía más y más intensidad; las cadenas cayeron y rodee a Caos con mis brazos, su mano seguía dentro de mi moviéndose con rapidez, pero yo deseaba más, comencé a quitarle la ropa, él se sorprendió, pero no se negó, cuando estuvo tan desnudo como yo entonces sin previo aviso, y sin preguntar entro en mí, no sé en qué momento terminamos recostados en el piso, ni en qué momento comencé a gemir de placer, tampoco se cuando terminamos o cuando me quede dormida entre sus brazos.

La campeona del CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora