Capítulo 8: Castigo

40 6 6
                                    

Dos días después el ataque estaba listo, Lucas y Bastián estaban a mi lado los tres vestíamos con nuestras armaduras, las cuales eran completamente innecesarias. Liana por su parte seguía en la enfermería, atendiendo a los heridos que aún quedaban. El ejército estaba Luchando, nosotros solo observábamos como se desarrollaba todo.
-¿Cómo lo notan?- Indague sin mirarlos.
-Bastante bien... solo esperemos que puedan conseguir algo con que trabajar- respondió Lucas mirando la batalla, yo asentí de acuerdo.
-Si no funciona es porque no tenía la información necesaria, para trabajar- advirtió Bastián defendiéndose.
-Nadie te está culpando, así que no empieces- lo regaño Lucas con fiereza, por mi parte me encontraba inquieta.
-¿Qué te pasa?- preguntaron los dos fijando su mirada en mí.
-Esto es frustrante- ellos asintieron, sabía que a ninguno de los dos les importaba demasiado ser meros espectadores, pero para mí era horrible, no poder intervenir, acabar con todos y cada uno de los soldados del campo de batalla. Me perdí en mis pensamientos, en mis fantasías de aniquilar a todos los soldados, de ambos bandos. Hasta que Bastián me movió un poco sacándome de mi insomnio; el sol casi había desaparecido, ambos ejércitos se están retirando.
-¿Dónde estuviste toda la batalla?- inquirió Bastián curioso.
-En mis fantasías.
-Un lugar al que nunca me gustaría ir- aseguró Lucas, yo le sonreí en el instante en el que el general se acercó a nosotros, en sus ojos estaba el odio que sentía hacía nosotros aunque era bastante recíproco.
-Buena batalla- apremiaron mis compañeros, yo no podía opinar la verdad, no le había prestado mucha atención.
-No gracias a ustedes- retruco.
-Lo sentimos, pero tenemos órdenes de no intervenir directamente, sino ya estaría en su casa dándose un baño de agua tibia- reconocí con una sonrisa, sacándole una mueca de disgusto- ahora ¿Consiguieron prisioneros?- inquirí.
-Algunos, los soldados están llevándolos a las celdas, los demás llevan a los heridos a la enfermería- informó, yo asentí.
-Lucas encárgate de que no hagan estupideces- él asintió antes de desaparecer- Cuéntame ¿Cuántas bajas hay?
-No podemos saberlo con certeza hasta que todos los cuerpos sean contados- respondió.
-Bastián ayuda a llevar a los heridos con Liana- él asintió yendo hasta el campo de batalla- general cure sus heridas y valla a descansar, mañana pensaremos como seguir- ordené.
-Mi ejercito...- trato de negarse.
-Lo necesitan fuerte. Nosotros nos encargaremos de ellos. Así que salga de aquí y valla a descansar- dije con firmeza, el asintió de mala gana y se fue, mire a Bastián en el campo de batalla y aparecí a su lado- ¿Qué opinas? ¿Hay muchas bajas?- inquirí.
-No demasiadas, por el momento no afectara demasiado a nuestros números, los heridos por otro lado si Liana no los cura rápido, tendremos un problema...
-Entiendo... ¿Tienes idea de un aproximado de cuantas bajas tienen ellos?
-Trecientos o cuatrocientas personas más o menos- respondió distraído- Algo no anda bien- comentó; yo lo miré curiosa antes de sentir una flecha ir hasta él, de un manotazo hice que los dos cayéramos al piso- Gracias.
-¿Hueles el veneno?- indagué, él asintió- ¿Dónde está Lucas?
-Salió hace varios minutos, debe estar con los prisioneros- explicó, mire alrededor, no había soldados, al menos de los nuestros.
-¿Qué hacemos?- inquirió Bastián, mire a los cerca de doscientos soldados que nos rodeaba, saque mi espada poniéndome en guardia- no podemos- se quejó Bastián.
-Ves alguna otra forma de no luchar- él negó- bien, toma tu espada, yo me hare cargo del castigo- avisé, antes de que comenzáramos a luchar quince minutos después teníamos varias heridas y mi vista estaba nublada por el veneno, en un momento mire a Bastián parecía con más energía- ¿Puedes darme una tormenta?- pedí.
-Claro- dos segundos después una tormenta eléctrica nos rodeaba, yo sonreí, con los soldados ocupados con la lluvia, pude rodearlos con mi caos para absorber todo su poder y energía, hasta que todos cayeron muertos.
-Ya es suficiente- ordené y ambos nos detuvimos, a la vez que caíamos de rodillas en la tierra mojada- hacia siglos que no sentía tanto cansancio- me quejé con una pequeña sonrisa, a pesar de todo había sido divertido.
-No tenemos la protección de los dioses- soltó con algo de preocupación mientras miraba la gran cantidad de heridas de mi cuerpo, sin perder tiempo se puso de pie tomándo mi brazo para pasarlo por sus hombro y así  ayudarme a caminar.
-Deberíamos revisar porque los dioses nos están privando de parte de nuestro poder- reconocí, él me miro con preocupación.
-Primero Tienes que ver a Liana...
-No, llévame a mi carpa. Liana tiene que encargarse de los soldados, no podemos permir que nuestros números bajen porque Liana pierda tiempo conmigo- solté con firmeza, él iba a negarse, pero mi mirada le advirtió que no estaba a discusión
-Como ordenes- accedió rendido, llevándome hasta mi carpa dejándome caer en el conjunto de mantas que funcionaba como cama, antes de quitarme mi armadura- ¿Qué hago?- preguntó cuando acabo, con clara molestia en su voz.
-Necesito saber cómo va Lucas y Liana, diles que necesito informes antes del amanecer, usa este ataque para crear una nueva estrategia, esto no puede volver a pasar, ¿Entiendes?- mi tono era serio y no daba espacio a replicas, él asintió y se retiró, dejándome sola ahogan algunos gritos de dolor.
-¿Cuánto hace qué no sentías dolor?- indagó, la tan familiar voz de Caos a mis espaldas, ni me moleste en moverme para mirarlo, después de todo sabía que estaba molesta.
-Varios siglos- respondí tranquila- desde la última vez que desobedecí tus ordenes- él estaba sentado a mi lado.
-¿Y por qué lo hiciste?- preguntó molesto.
-No tenía otra opción, pero supongo que no valen las escusas ¿Verdad?- indagué, él negó.
-¿Qué sucedió?- pregunto Caos jugando con mi mano.
-Fue una trampa, no lo vi venir... lo siento, sabes bien que no hubiera desobedecido sino fuera completamente necesario- traté de defenderme, pero él no parecía estar dispuesto a escuchar mis objeciones.
-¿Dónde estaba Lucas?- siguió el interrogatorio y entendí a la perfección lo que buscaba, sonreí unos instantes antes de responder.
-Cumpliendo mis órdenes- hice una pausa y Casos me iba a interrumpir pero lo detuve- le dije que coordinara a los soldados que se llevaban a los prisioneros no quería que nadie más los tocara... Bastián estaba revisando el campo de batalla, le pedí que ayudara a llevar los heridos pero ya no quedaba nadie, estábamos sacando números, no habia nada más que muertos Liana estaba con los heridos, los soldados se estaban relajando y yo misma mande al general a descansar...- expliqué lo sucedido, Caos me miro analizando mi expresión seria.
-¿Estabas con Bastián?- indagó.
- Si- respondí secamente
-¿Entonces?
-Nos rodearon, le ordené que luchará, luego que usara sus poderes- él se quedó mirándome fijamente, por mi parte me limite a mantenerle la mirada, por un largo rato.
-¿Asumes la responsabilidad?- inquirió, rompiendo el silencio que se instaló entre nosotros.
-Fueron mis órdenes- él se me quedo mirando, esperando que respondiera su pregunta, yo solté un suspiro- Si, por supuesto- él asintió pensativo.
-Extraeré el veneno, pero tus heridas no sanaran, al menos no rapidamente- explicó, quería quejarme, de cómo podía dirigir un ejército sin poder ponerme de pie, pero preferí callar, después de todo podría a ver tomado otra decisión tal vez buscar otra opción, pero no lo hice y tenia que atenerme a las consecuencias.
-Lo comprendo- él asintió con una sonrisa, colocando su mano en mi pecho, extrayendo el veneno, si dijera que no dolió mentiría, evité gritar durante los quince minutos que duro el proceso. Cuando acabo dejo un beso en mi mejilla y se fue sin decir nada, trate de pararme, pero una oleada de dolor me lo impidió, a pesar de que en el dolor solía ser algo que podía evitar sin la protección de Caos, el dolor era inevitable, si él lo quería yo podía sentir dolor y uno muy intenso debo aclarar.

La campeona del CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora