Capítulo 19: Rencuentro

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Llevábamos varias horas esperando a que vinieran por nosotros, yo me había ido a la habitación porque sentía muchas ganas de llorar y claramente no lo haría delante de ellos. Al instante las lágrimas comenzaron a salir sin control, después de tanto tiempo, de muchos siglos y sin que pudiera evitarlo Lucas me vio, vino hasta mi para abrazarme.
-No le digas a nadie- rogué.
-Nadie lo sabrá- me aseguró- ¿Pero dime que te pasa?
-Se perderá lo más importante... se aburrirá de ti- recordé- nosotros somos lo que se perdió al ganar... y si ya no nos recuerdan, y si ya no les importamos- Lucas me abrazo.
-No digas estupideces ¿Quieres? Estamos aquí, estamos vivos y ellos jamás se aburrirán de nosotros te lo aseguró- yo sonreí débilmente apartándome de él, quien seco mis lágrimas con cuidado.
-Gracias- le sonreí.
-Te dije que te iba a cuidar, supongo que esto es todo lo que puedo hacer- dijo divertido y antes de que pudiera contestar golpearon la puerta, al instante estábamos los cinco armados, delante de la puerta, mientras que Adrián nos miró entre confundido y enojado.
-¿De dónde salieron? ¿Y qué hacen con esas espadas?
-Lo sentimos es la costumbre- guarde la espada, seguida de mis compañeros, Abrió la puerta, por ella entro Caos, junto con sus hijos, me quede estática.
-Daiana- hablo sorprendido, me acerque hasta él- Daiana estás viva- yo sonreí y lo abrace.
-Te extrañe mucho- aseguré.
-No más que yo...
-Lo siento mucho no debería haberme ido cuando me lo prohibiste- me disculpe.
-No tienes de que preocuparte, lo hablaremos luego- aseguró, yo asentí- vamos a casa.
-Por favor...- rogué Caos asintió.

Les podría decir que llagamos al castillo, pero no, Ra nos lo impidió; antes de que nos diéramos cuenta aparecimos en la sala del trono de los egipcios, di una rápida mirada al lugar, y me sorprendió ver que no había nadie, mire a Caos en forma de pregunta silenciosa.
-No tengo idea de lo que está pasando- me aseguró.
-Caos, que placer verte por aquí- saludo Ra apareciendo de la nada y sentándose en su trono, al mismo tiempo que mi señor me ocultaba detrás de él.
-¿Qué quieres?- inquirió.
-Solo quería saludar, o pensaban irse sin saludar.
-Esto no es una visita social- respondió Tártaro y al verlo note que él también tenía a Owen a su espalda, mire a los demás, Calixta protegía a Lucas, mientras que Gea y Urano lo hacían con Liana y Bastián, algo no andaba bien y realmente me preocupaba lo que Ra podría llegar a estar pensando.
-Lo entiendo, ¿A que vinieron entonces?
-Solo vinimos por nuestros campeones pero ya nos vamos- aseguró Calixta.
-Tenemos un problema- aseguró él.
-¿Cuál?- pregunto Urano algo irritado.
-Un humano los vio- mi señor suspiro cansado antes de asentir.
-Nos haremos cargo de eso...
-¿Y cómo lo harán exactamente?
-Eso no es de tu incumbencia- soltó molesto Tártaro.
-Por desgracia si lo es- sentí la ira de mi amo y sus hijos, que se extendía por toda la sala y ninguno parecía querer controlarla u ocultarla. Y algo me decía que eso no era algo nuevo, algo había pasado en nuestra ausencia y necesitaba averiguarlo.
-Amo...- llame débilmente, para no alterarlo. Él me miro un segundo- ¿Quieres que me encargue?
-Eso me parece una gran idea...- se apresuró a decir Ra con una sonrisa amplia.
-No, no lo mataremos- aseguró Caos con firmeza- y esta estupidez se acaba aquí- sin perder tiempo nos hizo aparecer a los cinco en su sala de trono.

Mire todo el lugar sorprendida, al notar que los dioses no estaban con nosotros, mis compañeros fijaron su mirada en mi con clara preocupación, suspire cansada, porque no tenía ninguna respuesta. No entendía nada de lo que estaba pasando.
-Algo ha cambiado- afirmo Owen.
-Los dioses están diferentes- apoyo Bastián.
-Tenemos que averiguar que paso y que papel jugamos ahora. Si es verdad que el catolicismo es lo que rige ahora, seguro todo cambio- expliqué.
-Lo averiguaremos pronto- aseguró Liana con positivismo.
-¿Qué hacen aun aquí?- inquirió Caos entrando a la sala.
-No sabíamos que hacer- respondí por todos.
-Ir a descansar, hablaremos en la mañana- aseguró.
-¿Siguen siendo las mismas?- inquirió Owen.
-Sí, pero están algo diferentes- los cinco miramos a mi señor confundidos- el mundo cambio y deben amoldarse a él, ahora vallan a descansar y por favor no rompan nada- mis compañeros se fueron dejando una reverencia, pero yo me quede- tú también deberías ir a descansar.
-Lo sé, pero el problema es que cuando duermo por tanto tiempo siento que las cosas entre nosotros cambian y sabes que eso no me agrada- expliqué.
-Nada cambio entre nosotros- sonreí débilmente- pero no me crees...
-No del todo, lo siento- me disculpe bajando la mirada.
-Dime que es lo que realmente te preocupa...
-Que llevamos diez minutos aquí solos y aun no tocaste el tema de que me fui cuando me ordenaste que no lo hiciera.
-Fue hace más de quinientos años, no es algo importante ahora.
-Para mí es como si hubiera sido ayer- mi voz era casi un grito de frustración para él estaba tranquilo.
-Puedo saber que te inquieta de eso.
-Todo me molesta desde el hecho de que no me estés gritando, hasta el de que ya no me necesites porque...- no me dejo terminar, sus labios estaban sobre los míos callando mis gritos, y aunque me encantaría decir que no le correspondí, si lo hice porque realmente lo necesitaba.
-¿Mejor?- inquirió cuando nos separamos.
-No lo sé, desde que desperté las cosas han sido complicadas.
-¿Complicadas cómo?- se veíaqñ confundido y lo entendía.
-Todo es diferente y yo me he sentido diferente, necesito entender que me está pasando- sonreí débilmente- necesito un par de horas para pensar, lo siento- lo mire unos segundos a los ojos, antes de hacer una reverencia y salir de ahí para ir a mi habitación.

Cuando entre me quede sorprendida por dos cosas la primera por lo que habían hecho en ella y segundo por la persona que me esperaba sentado en el nuevo sofá de mi habitación, con un vaso en su mano.
-¿Qué haces aquí?- pregunté de mala manera.
-Vine a hablar- Abigail me extendió un vaso y al notar que no se iría, sin decir lo que quería, tome asiento a su lado.
-Espero que no sea la misma charla de hace siglos porque no estoy de humor para eso- advertí.
-Claro que no, esas eran otras épocas, ahora mi mente esta en otras cosas- aseguró bebiendo un trago.
-¿Qué haces aquí entonces?- pregunte curiosa.
-Saludar, se perdieron los años de mayor avance de la humanidad y suponía que estarías un poco abrumada- confesó.
-La verdad es que lo estoy, pero no por la humanidad.
-Caos- yo asentí- él te extraño mucho.
-¿Te acostaste con él?- ella sonrió divertida y asintió.
-Un par de veces, después entendí que era su premio de consolación y fue cuando fui por todo...
-¿De qué hablas?
-Soy general del ejército del Caos- respondió orgullosa.
-Al menos alguien aprovecho estos años...
-No fue fácil, llegar a donde estoy, pero entendí que no quería ser una sirvienta, además después de entrar en el ejército te entendí un poco más- yo le sonreí con algo de satisfacción.
-Me alegro que ya no seas esa niña tonta.
-¿Sabes? Él te necesita- saltó de la nada.
-¿Qué?
-Él te necesita, tal vez no para esparcir el Caos, pero si te necesita- aseguró, suspiré y me quede un instante en silencio.
-Entonces ya no me necesita- parecía dispuesta a contradecirme, pero se limitó a suspirar frustrada.
-Para evitar golpearte y que me rompas mis huesos cambiare de tema en este instante.
-Me parece una buena idea- concorde.
-Caos me pidió que te cuente como son las cosas ahora, pero la verdad llevara mucho tiempo y prefiero aligerar las cosas- soltó con simpleza.
-¿Y cómo piensas hacer eso?
-Te dejare entrar a mi mente para que aprendas- la mire sorprendida- la otra opción es que pasemos toda la noche llenando tu cabeza de información- pensé mis opciones y accedí, no pasaría toda la noche haciendo algo que podía tardar unos pocos minutos.

La campeona del CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora