Capítulo XX.

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Capítulo XX. - Promesas.

Aveces, Sora volvía a tener bajones serios de ánimo, era algo que sabían que podía pasar, y no se lo prohibía ni le decían que lo escondiera, como siempre fue, le daban su apoyo y consolaban hasta que volviera a ser el pequeño rayo de sol que tanto amaban ver.

Así, Riku estaba abrazando fuertemente a Sora, recostándolo en su pecho a la vez que él estaba acostado en su cama, besando su cabellera mientras que el castaño solo soltaba pequeños sollozos, aunque estos se desvanecían poco a poco a causa del creciente sueño que invadía su cuerpo poco a poco.

―Lo estás haciendo bien bebé... todo está bien... aquí estoy.

Ese tipo de palabras, esos dulces apodos eran los que siempre ayudaban a que Sora se tranquilice, el los apreciaba bastante, pero lo que más valoraba era la paciencia que le tenía su novio, y en general, todos.

Eso lo ponía a veces mal, pensar en cómo ellos se preocupaban y cuidaban de él, pero no hacía nada a cambio. ¿Era una molestia? Es decir, estaba por cumplir dieciséis años, pero tenían que cuidar de él como si fuera un niño a causa de su estado, vigilarlo porque incluso en el mejor día se ponía así, comenzaba a llorar de repente y no se tranquilizaba a menos que lo traten de esa forma. Se sentía patético.

―Sé que lo que estás pensando, Sora...

―Lo siento...

―No te disculpes... y sabes que nadie, nadie aquí piensa nada de lo que tú crees... estás teniendo avances muy buenos en este año... te seguiremos apoyando, así que... sigue como hasta ahora, no te presiones, 'kay?

―Gracias Riku...

―No es nada, lo sabes...

Se acurrucó nuevamente, esta vez, los sollozos habían parado, y en su lugar una pequeña sonrisa y espontáneas risillas habían tomado su lugar, provocadas por los besos que le provocaban cosquillas por parte de su pareja.

Sí, así como llegaban rápidamente, cada vez era más fácil que aquellos pensamientos desaparecieran. Y sí, estaba orgulloso de ello, aunque no estaba seguro exactamente si era por su propio mérito, pero aún así, el sentimiento estaba ahí.

―¿Estás emocionado?

―Bastante... aunque aún es confuso.

―¿Tener prácticamente tres cumpleaños?

―Ajá. Cambiar la fecha aún se me hace raro.

Sora nunca supo la fecha de su nacimiento original, no es que no pusiera averiguarlo, simplemente no tenía muchas ganas de ponerse a pensar en eso.
Por otro lado tenía la fecha en la que llegó al orfanato, fecha que había adoptado como cumpleaños durante tres años, y con la que pensó que se quedaría mucho más.
Y luego, y aunque no era necesario, terminó por cambiar una vez más, en esta ocasión, por la del día en el que fue adoptado por Squall y Cloud, y era esa fecha la que estaba a una semana de llegar, su primer aniversario en un hogar, por fin, y además, su cumpleaños número dieciséis.

―Sabes que no había necesidad de cambiar el que ya tenías.

―Sí... pero, me gusta más así... después de todo... podríamos decir que en esta fecha es cuando comencé a vivir realmente.

No dijo nada al respecto, solo asintió y volvió a besar su frente, acariciando suavemente su espalda.

―Vamos, te llevaré a casa, Squall me matará si tardo un minuto más de la hora acordada.

―No puedo creer que aún le tengas miedo a papá.

―Tú también tendrías miedo si mi padre fuera un tipo de casi dos metros que te amenace con dispararte si no llevas a su bebé a casa a hora exacta.

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