Capítulo 1.

222 3 3
                                    

¿Por qué todo el mundo sabe lo mal que se pasa al ser mentido y maltratado? Se supone que si todo el mundo lo supiese, nadie lo sabría. Me explico:

¿A vosotros se os ocurriría, después de haber sufrido acoso, hacérselo a otra persona? No, ¿verdad?

Todos pensamos lo mismo, sin embargo siempre hay alguien que nos lo hace pasar mal. Es algo que jamás he entendido ni entenderé. ¿Qué necesidad hay de hacer sufrir a los demás?

Bueno, me presento. Me llamo Megan, tengo dieciséis años y ojalá no los hubiese vivido. Vengo a daros mi opinión sobre la mierda de sociedad en la que vivimos actualmente, en la que si no eres igual que los demás, eres rechazado. Estoy segura de que vosotros también habeis tenido a ese mejor amigo que actualmente es un cabrón (perdón por la expresión).

Hoy empiezo el instituto, soy nueva. El centro de atención para todos. He oído que en este instituto hay gente muy capulla. Gente que cuando ven a personas como yo, diferentes, dicen que son "raritos". Así que comprenderéis que, llegando de un centro en el cual me lo hacían pasar bastante mal, estoy bastante asustada.

Suelo maquillarme, vestirme como me gusta y alisarme el pelo. Pero en mi primer día he decidido ir natural: sin maquillar, con mis largos rizos y una camiseta y pantalón normal. He de admitirlo, estoy temblando. No quiero ser otra vez el bicho raro.

Me olvidaba comentaros que, para una persona que se supone que me aceptaba y me quería, también me lo hizo pasar mal. Recordemos que pegar no es amar. Así que esa es la razón por la que no confío en nadie.

Acabo de llegar al instituto, en mi clase, las mesas están colocadas de tres en tres (muy inteligente el tío que lo inventó, por los alumnos nuevos, digo).

Estoy rodeada de gente que se llevan conociendo desde pequeños. Que se preguntan qué tal las vacaciones. Yo, en cambio, estoy, desde hoy, en mi sitio, sin mirar a nadie, con las manos temblando.

"Por favor, que no me critiquen" una y otra vez aparecía esa frase en mi cabeza. No llegaba ningún profesor, todos están de pie por la clase.

No sé que hacer, me da miedo sacar el teléfono de mi mochila negra, por si también comentan. Me vais a llamar miedosa, pero el tiempo me ha hecho así.

Se acerca una chica, con una camiseta de un grupo musical. Apoya las manos en mi mesa y me mira a los ojos.

-Tu camiseta -comenta mientras me miro y tiemblo más aún. No quiero oír tan pronto las críticas- es genial, ¿dónde la compraste?

Mis nervios se desvanecen y una sonrisa aparece en mi cara, de la que también se fija y me pregunta si he llevado aparato dental.

(Sí, lo llevé. Y por ello también se metieron conmigo).

Los dos únicos amigos que me quedaban de mi anterior instituto ya me dijeron que en bachiller, la gente es diferente. Es gente que quiere estudiar y no viene a clase por obligación. Admito que eso me calmó un poco.

-Gracias, la compré en la tienda fnac, y sí -vuelvo a sonreír- llevé aparato durante un año.

La chica me devuelve la sonrisa, que por cierto, también es preciosa.

-Eres nueva aquí, ¿no?

-Sí -siempre miro hacia el suelo. Maldita vergüenza.

-Tú tranquila, aquí todos somos bastante majos.

Entonces miré a mi alrededor y esa chica con el pelo azul tenía razón. Sí, pelo azul. Estoy segura que si esa chica hubiese estado en mi clase, ya habría sido criticada.

-Si tienes algún problema -me dice- no te preocupes, estoy para lo que necesites.

En ese momento sentí un montón de cosquillas por la tripa. Alguien estaba siendo agradable conmigo. Y por fin iba a estar en una clase de gente sin malos rollos.

¿Sociedad o suciedad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora