Capítulo 6.

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Tras dos horas sentadas en el suelo del pasillo, hablando de gustos musicales, incluso pequeños secretos no muy importantes, ha sonado el timbre que indica la hora de salir.

Las tres puertas de las aulas del pasillo de primero de bachillerato se abren casi a la vez. Los dos chicos que jugaban a las cartas bajan corriendo las escaleras. Sasha se levanta y extiende su brazo hacia mí para ayudarme a levantarme.

Los alumnos de ciencias sociales bajan las escaleras muy rápidamente.

La peliazul y yo cogemos nuestras mochilas y salimos del edificio.

-¿Vas a hacer algo esta tarde?

-Pues no lo sé, Ryan me había dicho que su grupo de amigos salía hoy, pero yo no sé si estoy metida en ese grupo aún. Y tampoco sé la hora a la que han quedado.

-Ah, bueno, yo creo que saldré, pero tampoco tengo muchas ganas.

Sasha piensa lo mismo que yo, supongo: cuanto menos esté en casa, mejor.

Atravesamos el patio, y yo, como siempre, mirando mis pisadas, es decir, el suelo.

-Hoy te vienes con nosotros, ¿no? -Dylan me ha alcanzado por mi derecha.

Levanto la mirada para fijarme en la suya.

-¿A qué hora y dónde?

-No lo sabemos, luego se hablará.

-Pero yo no estoy metida en ese grupo.

-Dame tu número -saca su teléfono del bolsillo.

-Trae, te lo apunto -cojo su pequeño teléfono y marco mi número- ya está, Dylan -se lo devuelvo.

-Pues luego te veo -me guiña el ojo y empieza a caminar más rápido que nosotras.

Cuando salimos por la puerta del instituto, no hay rastro de Dylan. Pero sí de mi padre, que está esperándome con el coche.

-Sasha, corre -saco mi móvil blanco del bolsillo, desbloqueo el patrón- dime tu número de teléfono.

Sasha coge mi móvil y teclea.

-Así luego podemos hablar -sonrío.

Me abraza y me da un beso en la mejilla. Arthur sale del instituto y se junta con nosotras.

-Hola, chicas.

-Buenas, Arthur.

-Lo siento -digo- me tengo que ir, mi padre está esperándome en el coche.

-Pues hasta el lunes, Megan. Pasa un buen fin de semana.

-Igualmente, a los dos.

Camino hacia el coche de mi padre, después de haberles abrazado. Abro la puerta del copiloto y me siento con una sonrisa en la cara.

-¿Qué tal el día? -mi padre me mira las manos- joder, Megan. ¿Cuántas veces te he dicho que no lleves el teléfono en la mano? Guárdalo.

Siempre se me olvida. Una vez que lo saco, olvido guardarlo en el bolsillo.

-Perdón -lo guardo- siempre lo olvido.

-Da igual -odio que me mire mientras conduce- ¿qué tal el día, Megan?

-Bastante bien.

-¿Seguro?

-Claro, ¿por qué iba a mentir?

Mientras mi padre conduce dirección a casa, vuelvo a sacar el móvil del bolsillo. Aprieto el botón central con intención de ver si tengo notificaciones. Y, efectivamente, las tengo.

Desbloqueo el patrón y bajo la barra de notificaciones. Twitter, como siempre, lo ignoro. Decido mirar WhatsApp, y tengo tres mensajes.

"Hola, pequeña rubita"
"Soy Dylan"

Dylan, lo agrego a mi lista de contactos, pero no contesto.

"Buenos días, hermana, ¿qué tal hoy?"

Kate, pero esta vez sí respondo.

-Hola, Kate. Estoy bastante bien, la gente de aquí es muy simpática.

-No me sustituyas, eh -bromea.

-Eso nunca -tecleo- ¿tú qué tal?

-Fatal, te echo de menos -y yo a ella, las clases sin sus bobadas no son lo mismo- tengo muchas ganas de verte, Megan.

-¿Y cuándo quedamos? -escribo mientras salgo del coche.

-¿Te parece bien mañana? -mierda, olvidaba lo del grupo.

-No puedo, lo siento.

-Joder, ¿entonces cuándo? -me preocupa separarme de Kate. Lo bueno es que viene a visitarme porque su novio vive por aquí cerca.

-No lo sé, yo te aviso, tranquila, Kate.

No me contesta. Espero que no se haya enfadado conmigo.

Entro en casa y saludo a mi madre con dos besos. Como siempre, me pregunta "¿qué tal?". Es una pregunta trampa, responda lo que responda, me va a interrogar, por lo que: no contesto.

-¿Algo va mal?

-No, pero tengo prisa -respondo cogiendo un plato y echándo en él un poco de cocido.

-¿Y eso por qué?

¿Lo veis? Ya me está interrogando. Pregunta trampa.

-He quedado.

Mi madre se lleva las manos a la boca.

-¿Con quién? ¿A qué hora? ¿Dónde?

-Mamá, basta ya -solo le falta pedirme el grupo sanguíneo- he quedado con gente del instituto, a la hora que sea y saldremos por aquí.

Y, sin más, salgo de la cocina con el plato en las manos, dirección al salón. Como lo más rápido que puedo y me voy a arreglarme.

Me aliso el pelo, como siempre. Me pongo mi camiseta de Juego de Tronos, mis pantalones cortos vaqueros y mis Vans negras.

¡Bip! ¡Mensaje de WhatsApp!

-Asómate a la ventana.

¿Sociedad o suciedad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora