Capítulo 15.

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No puedo más, nos hemos pasado muchísimo. Sasha está loca. No quiero oir hablar de ensaimadas, azucar, croasanes ni chocolate en mi vida. La chica del pelo azul y yo llevamos más de una hora sentadas en la puerta del auditorio, comiendo dulces, dulces y más dulces. Y, por fin, llegó la hora. Dylan sale por la puerta con el teléfono en la mano, pero esta vez no tiene la guitarra colgada a la espalda.

-¿Qué fue de tu instrumento? -dice Sasha levantándose.

-Lo tiene Leo -me mira y me sonríe.

Estoy dudando si irme y dejarlos solos. Yo no quiero molestar, así que, opto por ello.

-Bueno, chicos, yo me tengo que ir -me levanto y abrazo a Sasha-, adiós, Dylan.

Me mira, no sé si está enfadado conmigo, tampoco me importa mucho.

Mete sus manos en los bolsillos y sube una de sus cejas mientras me guiña el ojo.

Dejo de mirarlo y saco el teléfono de mi bolsillo. Deslizo el dedo pulgar por la pantalla en forma de 'T' por desbloquear el patrón. Sí, 'T', de Thomas. No tengo otra porque no sé qué poner. No quiero tener nada que ver con Thomas. Es pasado que quiero olvidar, como la gran parte de él, por mucho que me cueste.

Camino hacia mi casa, mirando el suelo. No me apetece saber cómo me mira la gente de la calle. De repente me choco con un chico y me caigo al suelo. Mi cabeza recibe un golpe muy fuerte del suelo. Al igual que mi frente por parte de él.

-Perdón, perdón -oigo, con los ojos cerrados. Su voz me resulta familiar, de hecho, tras unos segundos, la reconozco.

Me froto los ojos como si me acabase de despertar en la cama tras una larga noche de malestar. Finalmente, los abro. Ryan estaba agachado, con cara de preocupación, tocándome la frente.

-¿Ryan? -no sé por qué pregunto, si ya sé que es él de quien se trata.

-¿Están bien, Megan?

-Sí -miento para no preocuparlo.

-¿Te ayudo a levantarte? -hombre, la acera no es muy cómoda, ni limpio.

-Por favor -digo mientras estiro el brazo para encontrarme con sus calientes manos.

-Arriba -estira de mí-, ¿te vienes?

-¿Adónde? -estoy tan aturdida que no sé ni hacia dónde me digiría antes.

-A recoger a Cathy, todo el grupo ha quedado en el parque que está al lado de su casa, ¿sabes cuál?

-Sí -respondo con los ojos cerrados mientras me froto el duro golpe que aún sigue ardiendo en mi cabeza.

-¿Seguro que estás bien?

-Sí, sí, Ryan. No te preocupes.

Me dedica una bonita sonrisa mientras se recoloca el pelo hacia su lado izquierdo. Caminando juntos hacia la casa de Cathy, un leve aroma dulce puedo captar.

-Diós mío -adoro los buenos olores.

-¿Qué pasa?

-¿A qué huele? -me acerco a él y, no puedo creerlo: es su colonia impregnada por toda su ropa y cuello.

Este muchacho cada vez me sorprende más. Y creo que cada vez, me gusta más.

Llamamos al timbre y nadie nos contesta, y Ryan decide ir al parque y esperarla allí junto al resto.

Cuando llegamos, recuerdo que yo estaba marchándome a casa cuando ocurrió el encuentro con Ryan. Observo a todos, están sentados en las cuatro sillas que hay fijadas alrededor de la mesa. Solo hay una silla libre.

¿Sociedad o suciedad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora