Capítulo 8.

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Es hora de volver a casa, pero no quiero irme sola hasta tan lejos. Además, la sudadera que llevo puesta es de Ryan, y no quiero quitármela hasta llegar a mi casa, dónde el frío se irá.

-Ryan, ¿te importa si la sudadera te la devuelvo mañana?

Ryan me mira extrañado, posa su mano sobre mi cabeza y me alborota el pelo.

-Te acompaño yo, muchacha -sonríe- pero cuando entres en casa, me das la sudadera, ¿vale?

Sonrío lo más fuerte que puedo. ¿Cómo puede ser tan buen chico? Asiento y veo como poco a poco en su cara también aparece una sonrisa. Ryan y yo nos acercamos al resto del grupo y, nos despedimos. Algunos con abrazos, otros con dos besos, es resto tan solo con decir "adiós".

Dylan abraza a Ryan por detrás, levantando los pies del suelo del chico que me había dejado la sudadera. Después, me abraza a mí, pero no despego los pies. No me gusta.

-Esperad, ¿y si vamos con vosotros y ya cada uno nos vamos a nuestras casas? -propone Cathy.

-Por mí estupendo -responde Ryan.

A mí me importa bastante poco, mientras Ryan también venga, y sea conmigo, lo demás me da igual.

Salimos del colegio y nos dirigimos hacia la zona norte del pueblo, por donde vivimos la mayoría de las personas del grupo. Ryan y yo comenzamos a andar más rápido que el resto, ya que ya es algo tarde y tengo que estar en casa ahora mismo.

Sigo tiritando, el brazo izquierdo de Ryan se coloca sobre mi hombro izquierdo, y aprieta hacia él, para que deje de tiritar. Flexiono el brazo izquierdo, juntando mi mano con la suya, haciendo cosquillas y moviendo los dedos ambos, jugueteando. De repente, me para la mano y entrelaza sus dedos con los míos. El hormigueo que siento por el cuerpo es sobrenatural. Nunca lo había sentido antes. ¿Por qué hace esto? Nos alejamos completamente del resto del grupo y, por fin, llegamos a mi calle. Solo quedan unos cuantos pasos para llegar a la puerta de mi casa. Comienzo a quitarme la sudadera azul marina. Noto que Ryan me está mirando. Y, como no, mi camiseta se sube un poco al quitarme la sudadera. ¡No! ¡Lo odio! En seguida vuelvo a bajarla para que no se vea mi interior.

Ryan me sonríe y me da un beso en la frente. Le doy su sudadera, que, por cierto, huele genial.

-Buenas noches, Megan -sin embargo, mi mano no la suelta.

-Buenas noches, Ryan -por desgracia, he de soltar su mano, llego tarde, aunque ya esté en la puerta de mi casa.

-Duerme bien -me abraza y, de nuevo, otro beso en la frente.

Llamo al timbre de mi casa y espero a que mis padres me abran la puerta. Estoy deseando girarme para decirle cómo me siento. Lo que me hace sentir. Entonces, me giro, me asomo hacia la calle, pero Ryan ya no está, se ha ido muy rápido. Entonces, desilusión.

La puerta de mi casa se abre, asustándome, ya que no recuerdo haber llamado, estoy absorta con su sonrisa.

-Ya era hora de llegar, ¿no?

¿Sociedad o suciedad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora