Capítulo 30.

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Desde pequeña siempre he sido la diferente y siempre pensé que era algo malo. Fui criticada por gente que parecían fotocopias entre sí. Como bien dije, odio las modas y los grupos sociales, incluso odio vivir con el tipo de gente que me ha tocado, ya que no tuve la elección de vivir y nacer, ahora puedo decidir qué hacer con mi propia vida.

Es ahora cuando de verdad me alegra no ser igual al resto. Tengo una variedad tan grande dentro de mis gustos que no me pueden incluir en ningún grupo social. Tampoco me ha gustado alardear de ello, de ser distinta, de mis fallos y de mis aciertos. Al igual que poca gente sabe la existencia de estos escritos. Chicos, creía que no podía sentirme más diferente, pero aparece alguien, alguien que te falla y decepciona. Tras esa persona, suele haber otra que está en todo momento. Os puedo asegurar que nunca me había podido sentir tan especial, tan única en mis parecidos con las otras personas. ¿Por qué yo y no otra?

Contemplo las nubes desde la ventana de mi lado, solo escucho música a través de mis blancos auriculares enganchados desde mis oídos hasta el teléfono.

Ahí están, plantadas en el cielo, pareciendo que me persiguen hasta mi destino, pero poco a poco veo cómo sus formas cambian y se alejan de mí. Me recuerdan tanto a las personas: cambian y se marchan por su lado.

-Megan, cariño -dice mi madre, sentada a mi lado- baja el volumen, te vas a quedar sorda.

-Vale -resoplo fingiendo que bajo el volumen de mi música.

No quiero joder el momento, estoy tranquila, cuanto más subo el volumen, más me alejo de la realidad. Me encanta, nadie puede entrar aquí. 

Mi padre conduce, gira lentamente el volante mientras habla con mi hermano, ocupando el asiento de copiloto.

Recuerdo los viajes de verano, donde yo no tenía mejor entretenimiento que girar el volante imaginario con mis manos, parecía que yo controlaba el coche.

Vuelvo a mirar la ventana, esta vez, observo el suelo, tan rápido pasa la vida, que en tan solo un giro puedes darte la hostia. Puedes decidir si vivir o morir. Odio todo esto, nos dieron la vida para ¿hacer qué? Nadie lo sabe. Es tan injusto, llegamos sin saber qué hacer, solo para hacer caso a lo que nos enseñan: seguir los pasos para obtener la vida normal: trabajo, casa y familia. Y, después de todo, al olvido. No me gusta. Pero una vez me preguntaron: ¿y si pudieses vivir eternamente? Yo no podría. ¿Y si pudieses saber el final de tu vida? Es decir, si tu vida estuviese escrita, ¿leerías el final? Sinceramente, no sé qué deciros. Si lo supiese, me pasará, y sino, también. ¿La mejor manera de romper eso? Imaginad que en aquel libro pone que yo me muero de vieja, ¿qué pasaría si yo, en ese momento, me suicidase con 16 años al leerlo?

Cierro los ojos, cojo aire lentamente por la nariz y lo suelto por la boca. Me arrimo a mi madre y decido quedarme dormida. Dentro del mundo de los sueños, donde nadie puede molestarme, o eso creo.

Al cabo de unas horas, me despierto y lo primero que hago es mirar el teléfono. Solo tengo un par de mensajes, uno de ellos es de Dylan. Estaba en la hora de estudio cuando lo escribió.

"Buenos días, bonita. Espero que tengas un buen viaje, yo estoy estudiando como un condenado que, a la hora siguiente, tengo examen." 

Qué manera de hacer algo más entretenido un viaje tan largo y aburrido. Tengo la sensación de que solo quiero hablar con él, eso me da miedo. La anterior relación salió todo mal, muy mal, y sigue saliendo mal. Aunque ya no seamos pareja, me sigue escribiendo muy celoso. "Bloquealo" diréis, pero no es tan fácil. Sabe perfectamente dónde vivo y no quiero que venga, prefiero ignorar los mensajes y listo. 

Lo mejor de un viaje hacia una zona donde hay mar: verlo desde lo lejos. Aunque al menos quede una hora, te sientes muchísimo más cerca del destino. Es psicológico. 

Al fin, llegamos. Dejamos el coche aparcado en el parking del hotel. Cogemos las maletas y vamos hasta la recepción del hotel, donde a mi hermano, a Mike y a mí nos dan una habitación y a mis padres otra. Por si no os lo he dicho antes: Mike, mi hermano y yo tenemos un canal en YouTube, con actualmente 15.000 suscriptores, vamos juntos a todas partes, somos como una piña. 

Mi hermano está hecho una real mierda, hace poco se puso muy en serio con la dieta y el ejercicio, ha perdido 15 kilogramos desde que su novia lo dejó con él. No para de estar deprimido y Mike y yo ya no sabemos ni qué hacer. Además, a mi hermano le cuento todo, es la persona con la que más confianza tengo en el mundo, pero estando él así, no iba a decirle que había conocido a un chico, ¿sabéis? Es comprensible.

Llegamos a las habitaciones, son contiguas así que si nos pasa algo, solo tenemos que dar golpes a la pared. En esta zona hace muchísimo más frío. Ponemos la calefacción y nos tumbamos en las camas, aunque somos tres para dos camas grandes. Aunque al final me las apañaré para que ellos dos duerman juntos y yo pueda dormir sola.

Estuvimos toda la noche en la terraza, tomando algo. Los personajes del parque de atracciones salieron y nos hicimos unas cuantas fotos con ellos. Era muy tarde pero estaba todo muy animado. Dylan apenas me escribía mensajes, así que supuse que estaría jugando a la PlayStation, o saliendo con el grupo, dado que es viernes. 

Al final, nos fuimos cada uno a nuestras habitaciones. Mi hermano volvió a hundirse, ya conocéis los bajones nocturnos. Hace un tremendo calor en la habitación, pero se está muy a gusto. 

Finalmente, me tocó dormir con mi hermano toda la noche, pero me he despertado sudando, muy mareada y sin sentir las piernas. Supuse que sería fiebre, pero era la cantidad de calor que había en la habitación. Cojo el móvil y miro la hora. Tan solo eran las tres de la mañana. Ya sabéis todos lo que hice: hablar a Dylan. De verdad que me apetecía. 

-No puedo dormir.

-¿Y eso rubita?

-No lo sé, pero me es imposible. ¿Qué tal, qué haces?

-¿Te soy sincero?

-Sí, por favor -eso me asusta. Soy demasiado mal pensada.

-Estaba pensando en ti -¡más razón para pensar mal!- no pienses mal.

-No lo estaba haciendo -miento.

-Y me apetece mucho un abrazo tuyo.

-¿Sabes? Me encanta hablar contigo cada noche -confieso.

-A mi me encanta hablar contigo, sin más.

Mis ojos comienzan a caer, el sueño volvió a mí y me quedé dormida con el móvil en la cara, tumbada en el suelo. El teléfono comenzó a vibrar, pero apenas me di cuenta y seguí durmiendo.

¿Sociedad o suciedad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora