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Capítulo cinco | Chica lista

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     Capítulo cinco | Chica lista

     Capítulo cinco | Chica lista

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***

     Siento que en cualquier me desmayaré. La rubia camina hacia mí traqueteando sus tacones y cada vez está más cerca. Me quedo quieta y creo que ni respiro.

     Cuando sólo unos pocos metros nos separan, ella me mira a los ojos y por un momento hay algo raro en su mirada; titubea. Pero se recompone tan rápido que me pregunto si sólo soy yo siendo paranoica y me lo imaginé.

     —Y aquí está Efímera —anuncia Gary hacia ella cuando ambos llegan frente a mí—. Nuestra escritora soñada. Efímera Haskell, señora Reynolds.

     Ella sonríe y rueda sus ojos hacia Gary.

     —Ya te he dicho que me llames Marena, Gary —dice con una sonrisa. Su voz es dulce pero aún tiene la dualidad de sonar firme. Me regala otra sonrisa—. Es un placer finalmente poder conocerte, soy una gran admiradora de tu trabajo.

     Oh mi puto Dios. Dijo que me admira. Mi ídola, señora poderes impecable, prestigiosa profesora, CEO de muerte acaba de decir que me admira. Contengo la respiración y creo que Gary nota que parezco conejito atropellado porque me da un codazo disimulado.

     —Eh... —Aclaro mi garganta—. G-gracias, señora Reynolds. De verdad es un honor estar aquí con usted. Yo la admiro muchísimo y...

     —¡No te atrevas a seguirme, infeliz de mierda! —grita de repente una mujer a todo volumen y los tres nos sobresaltamos girando nuestras cabezas hacia ella. Tiene el cabello rubio recogido en dos moños sobre su cabeza, los cuales se han soltado un poco.

     Su cara dice «no te me acerques o te morderé». Va echando chispas y está roja como un tomate.

     —¡No quiero volver a pisar este lugar en mi vida! ¡No volveré a verte la cara, maldito estúpido! —exclama mirando por sobre su hombro y cuando vuelve la vista al frente sus ojos contactan con Marena—. Lo siento mucho, Marena. ¡Pero me voy!

     —¿Cómo que te vas, Dakota? ¿Qué sucedió? —Marena parece consternada mientras cubre su boca con su mano.

     —¡Me voy! ¡No pienso volver a verle la cara al imbécil ese! ¡Cree que soy idiota! Me puso los cuernos. —La mujer pasa las manos por su rostro repetidas veces. Luce como que en cualquier momento echará humo por la nariz—. No puedo aceptar la propuesta, ¡renuncio!

     —Espera, por favor, vamos a hablarlo... —comienza Marena. La mujer niega repetidas veces con la cabeza.

     —¡Necesito irme! Yo...

     —¡Dakota! —Exclama una voz masculina desde la distancia y la mujer vuelve a ponerse roja—. ¡Dakota, espera...!

     —¡Aléjate de mi, maldito infiel! —grita ella devuelta. Comienza a correr hacia las escaleras porque no piensa esperar al ascensor—. ¡No te quiero volver a ver en mi puta vida!

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