Efi tiene tres condiciones: El amor no es para ella, del pasado no se habla y "rojo" significa peligro. Avan es el rojo del que debe huir.
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Desde pequeña Efi ha aprendido a esconderse, a no sentir de más y a guardar secretos. Sin embargo, tambié...
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Avan Millicent. Por supuesto que no olvido el nombre del hombre que ya ha puesto mis nervios de cabeza dos veces en el corto tiempo que llevo viviendo aquí.
Está allí. De pie frente a mí; es real.
Siento que la garganta se me seca y me relamo los labios porque bueno... debería decir algo. Avan me está mirando con esos ojos azules muy abiertos y ni siquiera quiero ver la cara de Marena.
Debo parecer un cadáver de lo pálida que estoy.
—Chico rojo... —logro susurrar finalmente. Él sonríe. Me agarro del brazo de Gary para mantenerme firme y aunque alzo la barbilla y enarco mis cejas, por dentro soy papilla.
—Esta es una agradable sorpresa. No esperaba encontrarte aquí ni en estas circunstancias.
Yo tampoco, chico rojo. Yo tampoco.
—Oh, ¿se conocen? —pregunta Marena emocionada, presenciando el intercambio. Es una suerte que no se haya dado cuenta de que estoy a punto de desmayarme y de matar a alguien con la mirada.
—Claro. Somos amigos. —Se me adelanta Avan. Aún tiene esa voz profunda que derrite a cualquiera.
¿Amigos? ¿Acaso acaba de decir que eso es lo que somos? ¡Está loco!
Lo fulmino con la mirada y su sonrisa crece. Es una sonrisa coqueta y traviesa. ¡Maldito! Se está divirtiendo conmigo.
—Oh, genial, entonces no perderemos mucho tiempo —dice Marena aplaudiendo. Se dirige a su escritorio y nosotros tomamos asiento—. Como ya sabes entonces, Avan, acompañaremos a las pinturas que expondrás próximamente con un poema cada una. Efi será la encargada de escribirlos.
—Fantástico —responde él de inmediato.
Sí. Fantástico.
Siento que cada vez me encojo más. En algún momento voy a desaparecer.
—No sabía que eras escritora, chica lista.
—Sólo soy una aficionada —me apresuro a responder, con una sonrisa que espero luzca convincente—. Pero haré lo mejor que pueda, Avan.
