Efi tiene tres condiciones: El amor no es para ella, del pasado no se habla y "rojo" significa peligro. Avan es el rojo del que debe huir.
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Desde pequeña Efi ha aprendido a esconderse, a no sentir de más y a guardar secretos. Sin embargo, tambié...
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Efímera.
—¿Y qué sucedió después? —pregunta Elena batiendo su yogurt como si fuese gelatina. Sus amarillos ojos relampaguean en busca de chisme.
—Deja de batir eso así o arruinarás tu desayuno —la regaño antes de seguir—. Bueno, como decía después de eso seguimos viendo las pinturas y como hacía frío me prestó su saco.
—Ah, ¿lo ves? ¿Acaso eso no es lind...?
—Sí, sí. —La corto sacudiendo la mano—. El punto es que las pinturas no estaban nada mal. Esperaba que tuviera mal gusto.
—Esperabas que estuviera mal en todo, señorita prejuiciosa. ¿Si seguiste mi consejo de no ser hostil con él aunque sea por una hora, verdad?
—Si continúas interrumpiéndome no sigo. —Gruño y ella arruga su nariz. Rueda los ojos y vuelve a recostarse contra la silla, resignada—. Ajá... hizo la cosa cursi de prestarme la prenda para que no me congelara, y luego yo tuve que ir al baño de emergencia..
—¿Por qué?
—Estaba acalorada —respondo. De hecho el simple recuerdo hace que me den ganas de abanicarme de nuevo, pero no puedo dejar que mis mejillas se sonrojen y menos delante de Elena. Ella no puede saber que de hecho sí me afectó mucho la cercanía del hombre o enloquecerá.
A partir de ahora soy indiferente, incluso si por dentro me siento como un charco.
—Acabas de decir que hacía frío...
—Me eché agua, solté mi cabello y respiré un poco de aire fresco —continúo, ignorando su comentario—; luego cuando salí me encontré con Gary en uno de los pasillos. La Galería es como un loco espiral de colores así que es fácil encontrarse con la gente porque siempre andan dando vueltas. Lo que sí es malo es que te pierdes con rapidez.
—Creo que fui una vez con Gael, pero no recuerdo mucho. ¿Qué pasó después?
—Gary y yo volvimos con Gael y Avan, luego seguimos viendo pinturas como por una hora y media hasta que ya era muy tarde y nos tuvimos que ir.
No digo más nada y continúo devorando mis tostadas. Volteo y Elena me está mirando con desconfianza.
—De acuerdo... Eso fue aburrido. ¿Qué no me estás contando, Efi?
