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Capítulo trece | Grietas

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Capítulo trece | Grietas

Capítulo trece | Grietas

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***

     Efímera.
    

     Observo por vigésima vez hoy el pequeño cuadro que cuelga en la pared de nuestra sala. Llevo unas semanas haciendo esto todos los días y creo que ya parezco loca obsesionada. Es que no me canso de ver lo perfecto y precioso que es; y pensar que ha sido hecho especialmente para mí, me hace amarlo aún más.
    
     Me he enamorado de esta pintura.

     —Si la sigues mirando así todo el tiempo, harás que se desvanezcan los colores —se burla Elena, pasando a mi costado.

     Lleva un cepillo en la mano mientras se arregla para la reunión en casa de Elliot. Yo estoy terminando de pintar mis uñas de un color morado oscuro.

     —¡Y ese olor! Es divino. ¿Ya te llegó la de hoy? —cuestiona, bailando en la sala, dando vueltas con su precioso vestido amarillo mientras ve todo a su alrededor.

     —Llegó esta mañana —respondo, escondiendo la sonrisita que baila en mis labios—. La sala ya parece un jardín. Él está tan loco.

     —Loco por ti. Nunca lo había visto hacer algo así. —Sonríe.

     —Tal vez sólo se tomó muy en serio eso de que soy «difícil». —Suelto una pequeña risa, mientras recuerdo la última locura de Avan. Resulta que él ha tenido esta maravillosa idea de enviarme una flor diferente todos los días, con una nota atada al tallo.
    
     Pienso que son hermosas.

     —O quizás esta vez sólo llevó a otro nivel eso de ser detallista. Es muy romántico esforzarse para pedirle a tu mejor amigo que te haga una flor todos los días. Gael debe de estar queriendo deshacerse de Avan. —Ella toma un girasol que llegó hace días y lo acerca a su nariz. Los girasoles le encantan; son su flor favorita.

     —No soy la única que ha recibido flores. Gael también te ha enviado a ti.
   
     —Claro, porque soy su amiga y él sabe que me encantan. —Elena se encoge de hombros y comienza a maquillarse, yo por mi parte termino con mis uñas y mientras espero que se sequen hago la cosa estúpida de pensar en todo eso que no me ha dejado dormir:

      Avan y yo. Avan y yo besándonos. Avan y yo saliendo. Avan y yo siendo algo así como no exactamente amigos.
  
     No era mi intención salir con Avan en la cita, en verdad no lo era; pero después de las llamativas propuestas tanto de él como de Elena sobre que si lo hacía me dejarían en paz, yo simplemente no pude negarme, o habría sido peor.
 
     ¿El problema? Que llevé demasiado lejos esas palabras de Lena sobre «dejarme llevar» y ahora el rojo no sale de mi cabeza. Bajé mis barreras en nuestra cita porque me convencí de que sólo sería una vez, de que quizás abrirse no sería tan malo, de que tal vez por alguien como Avan valdría la pena conocerlo.

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