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Cuando me dijo eso mi psicóloga, agarré todas las mantas de mi cama y me aferré a ellas como si me fueran a dar algo, como si me fueran a hacer feliz. Lloré, y eso que me costaba debido a que mis ojos estaban cansados de ello. Después de eso, caí en un sueño profundo.

· · ·

Me desperté, como la vez pasada, por unos golpes en mi puerta.

-Evelyn...- mi madre, como no.

-¿Qué pasa?- me senté en la cama adormecida frotandome los ojos para despejarme.

-Te he hecho el desayuno... Son una tostada, bacon y huevo con un zumo de naranja, como solías tomar con papá. - rió suavemente. Sé que por mucho que haya reído estará con los ojos húmedos, siempre le pasa, desde que mi padre murió por cáncer.

-No lo quiero. - me moría de ganas por tomarlo, hacía años que no me comía eso, pero mi orgullo me pudo.

-Necesitas comerlo, te lo voy a dejar aquí. También tienes que tomarte la pastilla que hay al lado del vaso, yo ahora voy a salir a comprar algo para comer después.

-Ajá...- bostecé y fui al baño a lavarme la cara.

Abrí el grifo y cogí agua con las manos echas un cuanco, miré el agua caer, siempre me relajaba. Llevé mis manos a mi cara y me di por toda ésta con el agua que había conseguido coger. Cerré el grifo, me sequé con la toalla la cara y me miré al espejo.

-¿Algún día podré quererme? - me preguntaba a mi misma, a mi reflejo. Suspiré y salí del baño cerrando la puerta de paso.

Miré la ventana y decidí abrirla, me moría del asco estar siempre a oscuras. Al correr las cortinas miré hacia afuera, un día algo nublado. Como yo, pensé.

Me llegaba a las fosas nasales el olor del desayuno, no aguanté más y abrí la puerta para a continuación levantar la bandeja y llevarla a mi escritorio cerrando la puerta con el pie.

Me senté en mi silla del escritorio y empecé a degustarlo con tranquilidad. A medida que lo tomaba recuerdos de mi padre venían a mi mente y sonreía ante aquello.

Cuando terminé ese delicioso plato miré la pastilla indecisa, seguramente sería algo de la psicóloga.

Me la puse en la lengua y, con un poco de agua para facilitarme el tragarla, pude tomarmela. Dolía la garganta, pero era por mi bien.

Empecé por alguna razón a recordar todo lo que me había pasado hasta ahora, igual que hice ayer, pero esta vez me centré más en los por qués.

¿Por qué mi padre tuvo que morir?

¿Por qué Chris quiso juntarse conmigo?

¿Por qué quiso salir conmigo?

¿Por qué Nayla sigue queriendo ser mi amiga?

¿Por qué soy así?

Por qué, por qué, por qué.

Ninguno con respuesta.

Miré mis muñecas y al ver la cantidad tan enorme de cicatrices que tenía me dí pena.

Era una inútil.

Una imbécil.

Una inservible.

Era débil...

Bajé la vista a mi barriga y subí la camiseta que llevaba para observarme el abdomen. Se me marcaban los huesos de las caderas, wuau...

Deberían ser alucinaciones, ya que yo estoy gorda.

Estoy gorda.

Entonces, ¿por qué sigo viva? No tengo nada bien, nada está bien en mi mente, no soy una persona que quisieras tener a tu alrededor.

Esta vez me decidí, voy a acabar con esto.

Agarré mi cuchilla, la puse verticalmente en mis muñecas y apreté y tiré lo más que pude. Al ir por la mitad de mi antebrazo derecho paré, e hice lo mismo en la otra muñeca pero fue más corto ya que me empezaba a marear.

Recordé el bote de pastillas que Nayla se dejó aquí cuando le dije que me dolía la cabeza.

Todas las pastillas cayeron en la palma de mi mano, unos 10 eran por lo menos. Las metí en mi boca y cogí agua para tragarmelas mientras mis brazos seguían sangrando como sí de un mar se tratasen.

Mi vista se tornó borrosa, me sentía con menos fuerza todavía, intenté llegar hasta la puerta y abrirla, pero solo pude girar un poco el pomo. Acto seguido, caí en el suelo, cayéndo en un sueño profundo del que esperaba no despertar jamás.

*Narra Cassadee*

Estando en el supermercado compré cosas que podrían sentarle bien a Evelyn, llevaba mucho sin comer y no estaría bien que tomase algo fuerte, a parte de que no se lo tomaría por eso de que dice que está gorda.

Sé que lo de Christian le sentó fatal, pero no es normal que se ponga así. Las hormonas adolescentes.

Pasé por caja y pagué todo, cogí las bolsas y fui hasta el coche donde guardé las bolsas y me subí para ir a casa de nuevo.

Llegué y abrí la puerta, solté las bolsas en la cocina y alguien llamó al timbre. ¿Quién será?

-Oh, Nayla, que grata sorpresa, ¿que te trae por aquí?

-Me gustaría ver a Evelyn.

*Narra Nayla*

Luego de meditarlo un tiempo me decidí a ir a ver a Evelyn, quería saber de su estado. Fui hasta su casa y llamé al timbre.

-Oh, Nayla, que grata sorpresa, ¿que te trae por aquí?- me dijo con una sonrisa la madre de Evelyn.

-Me gustaría ver a Evelyn.

-Claro, sube a su habitación. ¿Podrías revisar si se ha comido el desayuno? Se lo dejé fuera.

-Por supuesto. - le sonreí y subí a la habitación de mi amiga.

Al estar cerca de esta vi que no había nada fuera, sonreí, supuse que se lo había tomado. Me acerqué más y pude fijarme que la puerta estaba un poco abierta, lo mismo ha salido y se le olvidó cerrarla.

Toqué con la punta de los dedos la puerta y se abrió. Mi boca y ojos se abrieron como nunca, mis manos temblaban y mis ojos empezaron a soltar lágrimas.

Encontrarte el cuerpo de tu mejor amiga en el suelo, rodeado de sangre y con un bote de pastillas volcado a un lado es lo peor que a una persona le puede suceder.

Evelyn...Darte por vencido nunca es una opción.

xxx

Chanchanchan...¡QUE FUERTE TÍO! Vale, ya. :C

Sé que está corto, también sé que he tardado bastante, ¡lo siento! No me venía inspiración, pero prometo que ahora actualizaré más seguido.

¡Gracias por leer!

Crash.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora