Capítulo 25

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Los dos chicos continuaron jugando después de la cena, extendiéndose hasta las 2:00 de la mañana cuando por fin decidieron irse a dormir.

El castaño tuvo que prestarle la ropa más grande que tenía a Wakatoshi para dormir, viendo el fracaso de la comodidad cuando todas sus camisas le fueron demasiado pequeñas, optando por dejarle el pecho al descubierto y quedarse con uno de los shorts deportivos que le quedaban sin problema.

Oikawa se quitó las gafas llevándose una mano a los ojos y frotándolos por lo cansado que estaba.

Se acercó al armario y bajó el futón para las visitas, tardando en decidirse si llevarlo o no a la habitación.

— ¿Necesitas ayuda con eso?

El castaño lo miró con algo de tristeza. Se suponía que habían ido hasta su caza para probar el juego y charlar, pero no habían hablado ni un segundo de lo que tenían que.

— ¿Querías hablar no?

Ushijima asintió sin entender mucho.

—Sería más fácil escucharte si los dos estamos arriba.

Caminó de vuelta a la cama y dejó un espacio libre a su lado, con la indicación silenciosa para que el otro se acostara con él.

Así lo hizo y cuando ambos pudieron verse de costado, Ushijima fue el primero en hablar.

—Siento si hice algo para molestarte en Shiratorizawa— Empezó —Sé que pude haberte molestado con mi insistencia pero no cambiaré nunca mi idea de que eres el mejor armador que he visto y que haría cualquier cosa para poder jugar en el mismo equipo.

Oikawa le miro fijo, algo de incertidumbre en su voz

—Si ese era tu único propósito ¿Por qué no te cambiaste tú a mi equipo?

—Porque Shiratorizawa tiene un mejor nivel en todos los sentido.

Oikawa le quitó la vista de encima, poniéndose boca arriba.

—No podía dejar este lugar de todas formas— Dijo volviendo a su tono habitual —Aquí está todo lo que amo.

Suspiró y el silencio los envolvió por unos segundos, hasta que Ushijima imitó su posición y también suspiro.

— Estamos en la misma condición entonces

— ¿Por qué?

Preguntó con tranquilidad.

—Porque aquí también está lo único que yo amo

— ¿Y qué es lo que amas, Waka-chan?

—A ti.

Los ojos de Oikawa se abrieron a tope, dándose vuelta inmediatamente para ver la expresión del otro, encontrándose con una serena expresión y una sonrisa sincera en su rostro.

—Deja de decir esas cosas

— ¿Por qué? Mis sentimientos siempre han sido claros y lo sabes

— ¿Cómo puedes decir que me amas si ni siquiera hemos pasado tanto tiempo juntos?

Ushijima miró a la nada, regresando sus ojos aceituna a los cafés de Tooru.

—No puedes escoger a quien amar. Me gustabas como armador, te conocí y me gustaste como persona— Dijo sin titubeos —A pesar de esa actitud infantil que tienes conmigo sé que hay una buena persona bajo toda la apariencia.

Oikawa le evadió la mirada, pensando en sus palabras.

— ¿Qué tal si no hay nada debajo? — Preguntó con un tinte melancólico — ¿Qué tal si bajo la apariencia no hay nada? Quizás si te odio hasta el núcleo.

Ushijima ni se inmutó

— ¿Qué hago durmiendo en tu cama entonces?

El castaño casi quiso pegarle cuando cayó en cuenta. O Ushijima planeaba y planeaba cada una de sus acciones con tal precisión, o simplemente era él, el que se enredaba tanto a si mismo que apenas seguía algo genuino de sí mismo, que terminaba en los brazos del moreno.

—Deja de creer que estoy buscando algo más por debajo de la mesa. Te quiero a ti.

Tooru no sabía que más decir ¿Qué otra prueba necesitaba su terco cerebro para entender que Ushijima sólo lo quería a él? Nada más.

—Dame una oportunidad y no vas a arrepentirte

Oikawa cerró los ojos, apretándolos fuertemente mientras decidía a que parte de su cuerpo seguir.

Su cabeza ya lo había mantenido alejado y eso solo lo había vuelto infeliz. La otra posibilidad no le aseguraba que su regocijo durara para siempre, pero si nunca se daba la oportunidad de fallar, nunca iba a conocer el resultado de dejarle todas las decisiones a aquel pequeño órgano.

Abrió una vez más los ojos para encontrarse con los orbes oscuros delante suyo observándole atentamente.

—Una oportunidad Wakatoshi— Dijo dejándole la rienda a sus latidos —Si vuelves a decepcionarme olvídate de mí.

El ojiverde se enderezó en la cama sin poder creer lo que el castaño le decía.

— ¿Una oportunidad? ¿Tengo una oportunidad contigo?

Oikawa se ruborizó ante el entusiasmo del otro.

—Si... Llévame a cenar o algo, conquístame— Se giró a su costado —Pero no creas ni por un segundo que vas a tardar una semana como la última vez.

—Tengo dos años detrás de ti, si hay algo que conozco es la paciencia.

Le abrazó por la cintura, manoseándole un poco antes de que el otro respingara.

—Dije que tendrías una oportunidad, no que te había perdonado Ushiwaka— Se removió incomodo —Mis padres están abajo y yo no soy tan fácil. Al menos esfuérzate si quieres tener sexo conmigo.

El moreno asintió, hundiendo su nariz en el hueco de su cuello y dejando las manos quietas en su lugar.

—No vas a arrepentirte de confiar en mí. Terminaras casándote conmigo.

El castaño se rio, dejándose abrazar y cerrando los ojos entre los brazos de Ushijima.

Ya había olvidado lo bien que se sentía que un cuerpo más grande que el suyo lo abrazara.

Podía equivocarse al ceder, pero si iba a sentirse de aquella forma al menos un tiempo, definitivamente lo valía.

Se dejó mimar hasta quedarse profundamente dormido. Ya podría decidir después si le gustaba más dormir solo que entre los brazos de Wakatoshi.

La Semana en que Oikawa fue a ShiratorizawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora