Capítulo 29

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Despertaron faltando unas horas para que fueran echados de aquel lugar y tras haber escuchado a los nuevos inquilinos a su lado gritando como si la vida les fuese en ello, Oikawa les enseñó lo que era gemir de verdad cuando despertó con malicia a Ushijima y prácticamente le obligó a follarlo haciendo tanto ruido como para que creyeran que estaban matando a alguien ahí dentro.

Para cuando el encargado subió a callar a los chicos del otro cuarto al haber iniciado el ruido después de que ellos llegaran, Oikawa supo que tenía que parar su fiesta, llevándose la victoria pero no el regaño.

—Creo que te debía algo

Sonrío con malicia y se puso a cuatro patas sobre Ushijima, dándole la espalda y dejándolo ver su hinchado agujero mientras empezaba a masturbarlo

—Haces esto tan difícil

Le acarició con el pulgar la entrada aun dilatada mientras se acomodaba en las almohadas estirando su pierna

—No voy a ponerte en una posición más cómoda para mí porque podría lastimar tu rodilla, así que se un poco más cuidadoso.

Oikawa se giró a verlo con ojos lujuriosos. Aún caliente como el infierno lo estaba cuidando, bien, él tendría las mismas atenciones con el duro mástil enhiesto entre sus piernas.

Lo lamió tan bien que Ushijima no tardó en venirse. Viendo las largas pestañas de Oikawa mientras le miraba con su hombría en la boca, chupándole cual bebé su mamila.

La satisfacción de Tooru cuando Ushijima había chillado mientras se venía en su cara no tenía precio. Aun mientras este le tiraba por el pelo para meterlo más en su garganta no podía obtener suficiente de él.

Lo dejó tan vacío que su semen salía de forma dolorosa en una mínima cantidad.

Tuvo que sacarse sí mismo de aquella imitación de Sodoma y Gomorra en la que Oikawa intentaba envolverlo. Consiguiendo meterlo en el auto a eso de las 11:00 de la mañana.

El castaño se quedó quietecito después de la segunda amenaza del moreno con joderselo sobre el capo del auto si volvía a meter sus manos en sus pantalones.

Era una bestia lo que Wakatoshi tenía al lado y debía mantenerlo al margen si no quería que ocurriera un accidente mientras conducía, aunque la idea de exhibirse a media carretera no le resultaba tan desagradable si implicaba al castaño lloriqueando debajo suyo.

—Waka-chan— Habló jugando con sus dedos — ¿Era enserio lo que dijiste ayer? ¿Lo de la ayuda?

— ¿Con la universidad? — Preguntó y Oikawa asintió —Al entrenador le caes bien. Le diré que te haga una recomendación.

Las mariposas en el estómago de Oikawa revolotearon. Con eso era más probable que fuera a la universidad que quería. Todo lo que había venido para él con Ushijima eran cosas buenas.

—Waka-chan... Ushijima— Se corrigió mientras sentía los nervios subir en él — ¿Quieres venir a casa?

—Está bien. Así no conduzco hasta casa de una

—Mmm... Pensé que yo... Que tú y yo podríamos...— Balbuceó —Bueno, si tú quisieras... ¿Qué se supone que tengo que decirles a mis padres cuando lleguemos?

—No tienes por qué mentir, diles a donde fuimos

—No me refiero a eso— Se hundió en el asiento, bajando la voz — ¿Cómo se supone que debo presentarte?

—Cierto— Miró hacia arriba apenas un segundo antes de volver su vista al camino —Les dijiste que era un amigo ¿Ya no estas contento con eso?

La Semana en que Oikawa fue a ShiratorizawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora