Donghyuck había tardado mucho tiempo en conseguir dormir y, una vez que lo había conseguido, había sido un sueño lleno de pesadillas. Se despertó pocas horas después sudando y con la respiración acelerada, demasiado asustado para pensar con tranquilidad. Saltó de la cama que le habían asignado y se dirigió al pasillo, intentando no hacer ningún ruido. Le habían dejado una habitación amplia y limpia con un olor a galletas que le daba un toque casero. Era perfecta. El único problema era que él necesitaba de su roñoso colchón con moho en una esquina para poder dormir bien.
Fuera de la habitación, no tenía muy claro donde ir pues toda la casa parecía estar construida como un laberinto. Avanzó hasta encontrar unas escaleras que intuía que lo conducirían a la entrada, no siendo totalmente consciente de lo grande que era la mansión.
Al bajar, lo único que encontró fue una sala pequeña, no más grande que la habitación en la que había dormido, con un silloncito individual y una mesita de té con una lamparita. Donghyuck dio un pequeño salto al ver a su torturador eligiendo un libro de las estanterías que decoraban todas las paredes de la pequeña sala.
- Hey, tranquilo - habló Mark cuando vio al castaño casi caerse al suelo del susto -. Te juro que no voy a hacerte daño. Por favor, no huyas.
Mark levantó las manos y dio una vuelta sobre sí mismo para que viera que estaba desarmado. Era un gesto amable, pero Donghyuck no era capaz de fiarse de él. No cuando sus piernas le estaban gritando por haber colocado peso sobre ellas. Temía que las heridas se hubieran abierto de nuevo aunque no notaba sus vendajes manchados.
- Por favor, no - susurró el castaño cuando Mark intentó dar un paso y acercarse.
- Sí, claro, lo entiendo. Quería disculparme. Sé que a ti no te sirve de nada pero de verdad que creíamos que eras de una banda rival que últimamente no para de jodernos y no podía arriesgarme y... - miró fijamente al castaño - lo siento. Simplemente, lo siento, sé cómo debes sentirte y es una mierda.
Hyuck asintió, aún algo asustado. Parecía una tontería, pero Donghyuck realmente apreciaba las disculpas. No muchas personas recibían disculpas de un mafioso y muchas menos vivían para contarlo.
- Acepto tus disculpas. Entiendo que podía parecer cómo que era un rival y que en este trabajo no podéis arriesgaros.
Mark dio un par de pasos hacia el castaño con cuidado, observando cada una de sus reacciones por si debía retroceder de nuevo.
- ¿En serio? Oh man, déjame darte un abrazo - avanzó otro paso con los brazos abiertos.
- Preferiría que por ahora no - dijo con rapidez cuando vio al contrario acercarse, haciendo que se parara en el sitio -. Entiendo la situación y que es tu trabajo, pero aún así me torturaste y no es algo que vaya a olvidar tan fácilmente - Hyuck se encogió un poco en su lugar con una sonrisa incómoda.
Era raro que tuviera que explicarle a otra persona que torturar estaba mal, incluso si pensaba que era por un buen fin. Le recordaba un poco a cuando tenía que enseñarle a un niño pequeño que no debía señalar con el dedo a alguien porque era de mala educación. No parecía que los mafiosos entendieran la moralidad como las personas normales, demasiado cegados por sus años con la sangre.
- Claro. Sí, perdón - Mark se rascó el cuello también incómodo -. Pues si hay alguna cosa que ayude a acelerar el proceso de perdonarme, dímelo.
- La verdad es que sí, quiero - negó con la cabeza casi para asegurarse a sí mismo que no era la palabra adecuada - necesito irme de aquí - se corrigió a sí mismo.
- ¿Seguro que no prefieres esperar a por la mañana? Nadie va a hacerte nada y creo que sería bueno que te revisaran los puntos.
- No, ahora - aseguró muy serio.
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black [hyuckmin]
Fanfiction- No se lo digas al resto, pero de todos los que hemos cogido, eres mi favorito - le dijo con una sonrisa de medio lado el moreno -. Puede que no te matemos al final. - Oh, vaya, me alegro tanto de que puede que no me matéis por algo que no he hech...