¿Quieres que te cuente una leyenda?
Hace mucho tiempo en una aldea existió una familia de tres hermanos que obtuvieron la inmortalidad gracias a la magia pero la única condición para seguir con su poder fue no asesinar a bebés o mujeres embarazadas...
Jamás le había guardado secretos a mi hermano, siempre nos contábamos de todo, pero esa vez le prometí a Andrés que nunca contaría su secreto. Debía protegerlo de Ronny a toda costa. No me imaginaba un mundo sin que Andrés estuviera a mi lado, raro y muy estúpidamente cierto. Siempre anhelé encontrar a mi alma gemela aunque eso no implicaba en que fuera mi enemigo, sólo deseaba que nunca me odiara.
「𝗔𝗔𝗥𝗢́𝗡 」
Estaba leyendo un libro cuando me interrumpió el sonido de mi celular. Era Luna.
Luna y su hermana gemela Sole tenían 17 años cuando fueron convertidas. Ambas son de tez blanca, pero una con cabello negro y otra rubia y ambas de ojos verdes. Por suerte, los vampiros tienen el color de ojos que tuvieron en vida, eso era algo bueno para que los humanos no se dieran cuenta de nuestra especie.
—Ronny ¿Ya supiste la noticia? —me preguntó.
— ¿Qué noticia?
—Un lobo asesinó a 3 vampiros que eran vegetarianos.
Ante eso me quedé inmóvil, no sabía el porqué se habían metido con mi gente, sí, mi gente ya que yo conozco a la mayoría que son vegetarianos y había un viejo amigo de paso, no sabía qué hacer del imaginar que él murió debido a que me ayudó hace tiempo.
— ¿Al menos sabes por qué?
—Al parecer querían alimentarse.
Luna empezó a contarme con más detalles de ese caso y con lo que me dijo dudaba que hayan querido alimentarse.
—Gracias por informarme Luna —le agradecí y después colgué.
Bajé a la cocina por un poco de agua mientras mi mente estaba sumida en otro lado.
— ¿No quieres dormir tú tampoco?— preguntó mi hermana, atrás de mí.
—Es que mataron a 3 vampiros y la verdad me entristece, y más porque no sabía sus nombres, si son conocidos no sabría qué hacer.
— ¿Y cuándo fue eso? ¿Cómo fue? — empezó a preguntar.
—Fue hoy en la noche en un callejón.
—Oh —fue lo único que dijo.
Algo le pasaba, yo lo sabía, pero no quería contármelo. Ella nunca había hecho algo similar y eso me preocupaba.
—Tengo que decirte algo.
— ¿Qué pasa?
—Al parecer tengo otro don —dijo con una media sonrisa.
—Eres un escudo, eso lo sé, mamá me lo dijo.
—Nunca te puedo decir nada yo primero —se quejó, haciendo un puchero.
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