Profecía

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PROFECÍA

「𝗔𝗡𝗗𝗥𝗘́𝗦 」

Andrea llamó a toda la manada para ver lo de Natalie por lo cual fui a nuestro punto de reunión que era la casa de ella. Me encantaba ir a su hogar ya que era tipo colonial. Sus muebles de madera me hacían creer que había termitas, pero no era así.

— ¿Puedo platicar un momento contigo? —le pregunté a Andrea en cuanto llegué.

—Claro —me sonrió.

Ambos nos fuimos a la cocina para que nadie escuchara, aunque eso era casi imposible.

—No hay que hacerle nada a Natalie, por favor —le pedí.

No puedo creer que lo dije.

— ¿Por qué lo dices? —preguntó confundida.

—Ella no le hará daño a nadie, es vegetariana, solamente toma sangre de animales.

—Espera ¿Tú cómo lo sabes? —preguntó confundida.

—Eso no te lo puedo decir —respondí agarrándola del brazo para su comprensión.

—Necesito saberlo para saber si es real, Andrés.

—Tú confía en mí —le pedí.

No podía decirle que Enne sabía lo de Natalie, la manada era capaz de pensar otra cosa. Suficiente tenía con que querían hacerla callar a la mala.

—Te ordeno que me digas cómo supiste la información —dijo alzando la voz.

—Tú eres como una hermana para mí y sé que me consideras como a un hermano y eso lo aprecio, sólo te pido que confíes en mí al igual que yo siempre he confiado en ti.

Andrea se me quedó viendo un momento y su expresión molesta se empezó a relajar para seguidamente sonreírme.

—Siempre confiaré en ti, Andrés —confesó —. No le haremos nada, pero eso sí, la voy a tener muy checadita.



「𝗔𝗡𝗗𝗥𝗘𝗔 」

¿Cómo no confiar en Andrés? Lo conozco de años, él es mi amigo de toda confianza.

Por lo que me contaban mis padres, Andrés me conoció desde antes de que yo naciera y es por eso que ambos nos conocemos demasiado bien, tanto que sabía que algo me ocultaba, pero confiaba en él infinitamente.

Al otro día cuando llegué al instituto ví a alguien muy conocido.
No lo podía creer, Sirius Kokinos estaba en mi escuela. Teníamos tanto de qué hablar por lo que sin pensarlo me comencé a dirigir a él cuando Ronny llegó, evitándolo.

—Hola preciosa —saludó.

— ¡Hola! —lo abracé.

—Oye, ¿quieres salir después del instituto?

— ¿Una segunda cita? —pregunté riendo.

—Sí, iremos a dónde tú quieras.

— ¿Andrea? —habló una voz muy conocida.

Era mi viejo amigo.

— ¡Sirius! —grité emocionada para después abrazarlo fuertemente.

—Andrea —habló, correspondiéndome al abrazo.

Unidos Por La Luna: El secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora