Ira

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Lucy y Loke volvieron al campamento de la tribu hablando de los cambios que se habían dado en el mundo celestial. Eso era justo lo que necesitaba la rubia, una conversación que la hiciera abstraerse unos segundos.

Pero toda la tranquilidad se le fue cuando vio a Laxus. Tendría que enfrentarse con Natsu, y no sabía qué decirle.

Aquel era el momento perfecto para decirle lo que sentía. Eso le ayudaría a cerrar ese capítulo. Pero a veces lo más obvio era lo más difícil de hacer. Necesitaba ser rechazada por el mago, pero sabía que eso iba a ser duro y doloroso.

Laxus se acercó a ellos y saludo al viejo miembro de Fairy Tail. Nunca habían sido muy cercanos, pero se alegraba de que estuviera allí y que hubiera calmado a Lucy.

Después el nieto del maestro se acercó a ella. Volvía a tener esa falsa expresión de felicidad. En ese instante pensó que si corría un poco aún estaba a tiempo de alcanzar a Natsu y darle una buena paliza, pero simplemente se lo apuntó para la próxima vez.

–Siento haberme ido, necesitaba pensar un segundo.

–Me lo imaginaba–podía ver los rastros de las lágrimas en la cara de la maga celestial–. Natsu ya se ha ido.

Lucy abrió los ojos de par en par. No se lo podía creer. Se había ido sin esperar a que ella regresara. Aquello ya era ridículo. Una cosa era que no supiera nada, pero ahora tampoco se preocupaba lo más mínimo por ella. Cerró los puños y empezó a morderse el labio hasta hacerse sangre.

–Eh eh Lucy, he sido yo quien le he dicho que se fuera, él quería quedarse y hablar contigo.

En una situación normal ella habría entendido sus acciones, he incluso las habría agradecido. Pero en ese momento tenía las emociones a flor de piel. Y su emoción predominante era la ira.

Extendió el brazo y agarró al mago. Había desarrollado aquella técnica para ayudar a sus amigos dragones. Nunca la había usado como forma de ataque. Y lamentablemente Laxus fue su conejillo de indias. Descargó todo su enfado, toda su frustración, su impotencia.

La Tribu llevaba años junto a Laxus, y nunca le habían visto así. Cayó al suelo como si fuera un peso muerto. Aunque su cuerpo no se movía su cara era de puro sufrimiento. No sabía qué le estaba haciendo la maga, pero no dudaron a lanzarse para separarlo.

Evergreen y Freed cogieron al mago y le separaron, mientras Bick retenía a Lucy. Esta no pudo hacer más que gritar.

–¡Cómo te atreves! ¡No tenías derecho!

En el fondo de su mente Lucy sabía que él no había hecho nada malo. Al contrario, le había dado tiempo para poder aclararse y decirle a Natsu toda la verdad. Pero en ese instante solo sentía rabia. Rabia por no haberle dicho a la persona a la que amaba lo que sentía por él. Rabia por tener que abandonar a su familia porque ya no podía estar con ellos. Y rabia, sobretodo, porque en aquella misión había tenido la ilusión de que todo podía volver a ser como antes. Pero no había sido más que eso, una ilusión.

–Lo siento– dijo el mago levantándose con la ayuda de sus amigos y Loke que estaba intentando sanarle con su magia–. Solo quería evitar que siguieras mal.

–Pero en algún momento tendré que enfrentarme a las cosas Laxus– ya no peleaba para soltarse del agarré de Bick, se había rendido–. No puedo seguir pretendiendo que todo está bien.

–¿Y por qué no? Esto no es el Gremio, solo somos nosotros, con nosotros no tienes que fingir. A lo mejor en esta misión vuelve a sentirte cómoda.

–Eso es imposible.

–Que yo volviera a Fairy Tail era imposible. Que el padre de Natsu fuera un dragón era imposible. Que un gremio entero desapareciera durante siete años era imposible. Somos expertos en cosas imposibles.

Lucy volvió a llorar. Ella tampoco quería perder la esperanza en el gremio. Quería volver a sentirse a gusto con su familia. Curiosamente quería hacer más misiones con la Tribu y con Laxus. Sentía que había encontrado su lugar. Con ellos no se sentía un estorbo. Le gustaba esa sensación y no quería perderla. Pero todo era tan difícil.

Levantó la vista y vio a Laxus. Estaba de pie, pero solo porque estaba apoyado en Freud y Loke. Aunque no tenía heridas parecía que un batallón entero le había pasado por encima. Se sintió muy culpable. Ella le había hecho eso. Y sin embargo él la estaba mirando y en sus ojos no había furia. Más bien parecía una súplica. De verdad quería que la maga se quedara con ellos.

Bick la soltó y ella se acercó al Dragon Slayer. Nuevamente posó su mano en su brazo, aunque esta vez le transmitió calma.

–Está bien Laxus, demuéstrame lo expertos que sois en las cosas imposibles.

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Volvieron al campamento donde Annica les esperaba con cara de pocos amigos.

–Sois mis guardianes y me habéis dejado sola, se lo diré a mi...

No acabó la frase porque vio a Laxus siendo arrastrado por Freud y Loke. También vio a la rubia ir detrás de él. Rápidamente leyó su expresión, era culpabilidad. No sabía cómo, pero sabía que la maga era la causante de que el Dragon Slayer estuviera así.

Si ya de por sí aquella mujer no le caía bien aquello fue la gota que colmó el vaso, y en ese instante decidió que era de tomar cartas en el asunto de verdad.

Mientras tanto la Tribu se dedicó a recalentar la comida que se había quedado helada, y a la vez se ponía al día con Loke.

Lucy se acercó a Laxus. No sabía que decirle. Estaba muy arrepentida de lo que le había hecho. Y no tenía muy claro como disculparse.

–Bueno señorita, espero que la próxima vez que tengamos un combate sea de forma justa.

–Laxus yo...

–Eh, si yo me lo puedo tomar a broma tú también– aquella era su forma de decirle que todo estaba perdonado.

–Gracias– de verdad que se sentía muy cómoda junto al rubio. Bueno más o menos, aún tenía un tema que aclarar–. Laxus, por cierto, respecto a lo del lago...

–Sinceramente no es un tema que quiera hablar ahora, no con toda la Tribu con el oído puesto.

–Ya, entiendo.

–Hablémoslo mañana, yo también quiero aclarar alguna cosa.

–Está bien.

No pudieron seguir la conversación. La tribu al oírse nombrados se unió a ellos con la comida. Las siguientes horas las pasaron hablando de temas triviales y haciendo bromas.

Todos se estaban divirtiendo, salvo Lucy que tenía la cabeza en otro sitio. Mañana hablaría con Laxus, aunque no sabía qué le iba a decir. Sabía que no se arrepentía del beso, pero tampoco sabía qué significaba eso. Llevaba tanto tiempo enamorada de Natsu que nunca se había fijado en nadie más. No sabía qué era lo que sentía por el nieto del maestro. Ya ni siquiera sabía lo que sentía por el pelirrosa. En esos momentos su cabeza era un lio de sentimientos.

Por suerte tenía toda la noche para pensar ymeditar. Aunque no tenía claro que eso fuera suficiente.

Dos rubiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora