Aquello le estaba sacando de quicio. Esa niña le estaba poniendo muy nervioso. Desde que habían empezado a andar le estaba tocando la moral. Parecía realmente enfadada, y no entendía por qué.
No se separaba de él. Y se molestaba si alguien se les acercaba. Sin embargo, no le dirigía la palabra. Estaba en total silencio. Algo que no había hecho desde que habían salido del pueblo.
Además, la noche les estaba cayendo encima, lo que iba a hacer difícil seguir andando.
–Laxus, se está haciendo de noche, ¿qué vamos a hacer? – preguntó Freed.
El Dragon Slayer los miró a todos. Sabía que la Tribu no tendría problemas para seguir cuando se hiciera de noche. Suponía que Lucy también sería capaz de hacerlo. Pero Anica no podría. Normalmente el nuevo Laxus habría parado, pero por una vez en muchos años el viejo él salió a relucir.
–Seguiremos, que los muñecos de Bick vayan abriendo camino para ver si hay algún problema.
–Sí– se podía ver en su cara que Freed no estaba desacuerdo con la decisión de Laxus, pero no diría nada.
– Laxus, ¿cómo pretendes que veamos el camino cuando anochezca completamente?
Aquello sorprendió al rubio. La maga no le había dirigido la palabra desde que la había besado. Realmente pensaba que no le hablaría hasta que volvieran al Gremio. Y ahora le venía con esa pregunta. No pudo evitar reírse. Y eso pareció enfadarla.
Ver al Dragon Slayer reírse de su pregunta le recordó a Natsu. Él también solía reírse mucho en las misiones. Y por algún motivo aquello no le pareció bien a la maga. Sacó su látigo celestial y antes de que nadie pudiera decir nada agarró el tobillo del mago y tiró con fuerza haciéndolo caer al suelo.
–Te dije que si te volvías a reír de mí te ibas a enterar.
–¿De verdad quieres jugar rubia? – dijo Laxus levantándose del suelo, de verdad que todos parecían querer agotar su paciencia– Porque probablemente saldrás perdiendo.
–No quiero jugar, quiero que me respondas sin reírte de mí.
–Pues si no quieres jugar no provoques.
De pronto todo el cuerpo de Laxus se iluminó. Era un rayo andante. A su memoria vino la primera vez que conoció al rey de los espíritus.
–¿Te vale como respuesta?
Ella solo asintió. Laxus simplemente empezó a andar. Pero cuando pasó cerca de la maga no pudo evitar sonreír. Por primera vez desde que la misión había empezado Lucy se alejó de Laxus. El Dragon Slayer se dio cuenta, pero prefirió hacer como que no.
La maga lo había hecho casi sin pensar. Esa sonrisa le había recordado al viejo Laxus. El aire de prepotencia. También la energía que desprendía le recordaba a aquel festival, cuando intentó matarlos a todos. Todavía podía sentir la electricidad recorriendo su cuerpo.
–Vamos chicos.
Todos comenzaron a seguir a Laxus, menos Lucy que seguía inmersa en los recuerdos del Festival. Bick fue quien la obligó a andar.
–Vamos princesa si te quedas detrás de mí tendrás un problema.
–Claro, perdón.
Anduvieron un rato en silencio. Iban un poco alejados del grupo. La luz de Laxus les iluminaba muy tenuamente, pero lo bastante para saber por dónde iban. Lo único que se oía eran los pequeños grititos de los muñecos de Bick.
–¿Qué te pasa rubia?
No sabía cómo explicárselo. Aún seguía desconcertada por lo que había pasado en el lago. Y ahora no podía dejar de pensar en el viejo Laxus.
–No lo sé Bick, creo que he vuelto a tener miedo de Laxus.
–¿Miedo? ¿Por qué?
–Antes me ha recordado a su viejo yo.
Bick se detuvo en seco. Miró a la maga muy seriamente. Sabía perfectamente que Laxus le había cogido mucho cariño a la rubia. Si él se enteraba de que ella le tenía miedo por todo lo que había hecho años atrás le destrozaría. Durante mucho tiempo Laxus se había martirizado por todo lo que había pasado y cada vez que alguien se lo recordaba lo volvía a pasar mal.
–Lucy, eso es una estupidez– lo dijo casi mordiéndose la lengua, el comentario de la maga le había enfadado de verdad– eso Laxus ya no existe.
–No sé Bick hoy...
–¡No existe!
El grito de Bick hizo que el resto de la Tribu se detuviera a ver qué pasaba. Durante unos segundo ninguno de ellos se movió. Fue al final Freed el que rompió el silencio.
–¿Estáis bien?
–Sí, claro– dijo Bick mientras se adelantaba.
Lucy se quedó quieta mirando cómo se alejaba de ella. Ella sabía que la Tribu adoraba a Laxus, pero no sabía hasta qué punto llegaba su amor por el Dragon Slayer.
Tiempo atrás Erza le había comentado que había sido el nieto del Maestro el que había traído a toda la Tribu al Gremio, y que cuando había sido expulsado fue él quien les obligo a quedarse. Por lo que sabía la pelirroja había sido porque la Tribu no tenía más familia que los demás miembros.
Hasta entonces no lo había pensado mucho, pero entonces entendió porque Bick se había enfadado tanto. Laxus era para ellos lo mismo que Natsu para ella. Los había dado una familia en quien confiar y con quien estar a gusto. Y ella lo había insultado. Tenía que pedir perdón a Bick, y dejar de pensar esas estupideces sobre el Dragon Slayer.
Pero aquel no era el momento. Tendría que esperar a que Bick se tranquilizara un poco o acabarían peleando muy seriamente, y eso era lo último que quería la rubia.

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Dos rubios
Fiksi PenggemarUna historia Lalu, ya que hay muy pocas en Español. Es mi primer fanfic así que siento los errores.