Jennie's POV
Había leído demasiados libros durante toda mi vida, especialmente de romance. Pero ninguno de ellos habría sido capaz de describir lo que sentí cuando besé a Lisa.
Y es que en este momento me besaba intensamente, como si temiera que me fuera mañana, sentía su cariño inquieto y nervioso.
Ahora entendía porqué sonreía siempre que hablaba de ella.
Cada vez que la veía mirar por la ventana, cuando se enojaba por sentirse inútil, cuando la atrapaba buscándome sin que se diera cuenta, cada vez que saboreaba la comida que le preparaba y de vez en cuando sonreía.
Me estaba enamorando de ella.
–Jennie...–Dijo en un susurro mientras soltaba mis labios lentamente. Tomó mi rostro entre sus manos y juntó nuestras frentes.
–No puedo darte lo que quieres, ¿entiendes eso?
Negué con la cabeza volviendo a juntar nuestros labios, quería sentir cada centímetro de ella. Sentía que mi corazón saldría de mi pecho.
–Jennie...–La besé de nuevo pero entendía que no podía forzarla a quererme. Dejé un pequeño beso en su frente antes de separarme.
–Está bien, Lisa. Es hora de dormir.–Dije antes de hacerme camino al sillón y dejando que Lisa hiciera el suyo hacia su habitación.
* * *
Había pasado casi una semana desde mi encuentro con Lisa. Una semana en la que nuestras conversaciones consistían en avisarle que ya estaba el almuerzo, que tenía que salir o que regresaba a casa.
Miré a Leo que estaba acostado a mi lado mientras yo miraba el patio de la casa.
Las flores que antes existían llenas de color habían sido remplazadas por fragmentos de pétalos marchitos y sin vida. Pasaba la mayoría de mis días aquí y quería dar mantenimiento a aquel jardín sin color.
–¿Qué te parece un cambio?–Leo me miró mientras jadeaba dejando ver su lengua.–Me vas a acompañar, venga.–Entré a la casa buscando la correa de Leo.
Eran apenas las 9 de la mañana y a pesar de que Lisa madrugaba siempre no salía de su habitación hasta las 12, pero debía avisarle que su desayuno estaba en el microondas para cuando le apeteciera desayunar.
Entré a su habitación sólo asomando la cabeza. Ella estaba con su radio entre las manos escuchando las noticias.
–Lisa.–Dije haciendo que levantara su rostro.–Dejé tu desayuno en el micro, saldré con Leo a comprar unas cosas.
Ella asintió y salí de ahí.
Las cosas se habían tornado extrañas. Ninguna de las dos había hablado del beso ni de mis sentimientos hacia ella. Y tal vez debía quedarse así.
–Bueno, vamos.–Leo me seguía feliz de poder salir de paseo.
Caminé no más de un kilómetro encontrándome con aquel mercado de flores. El patio de la casa de Lisa era algo grande y estaba demasiado muerto dándole una sensación de olvido al lugar. Estaba pensando en muchas maneras de hacer un cambio en aquel lugar por lo que comencé acercándome a una florista.
–Buenos días.–Dije entrando a aquel puesto. La señora de avanzada edad me miró acomodándose los lentes.
–Buenos días. ¿En que puedo ayudarla?–Sonrió y me di cuenta de que era amigable.
–Estoy buscando abono para tierra, algunas macetas y flores.–El puesto era realmente variado y en aquel lugar la tierra era muy buena para hacer crecer ciertas flores.
–Como sabes, aquí abundan las rosas de Siria, podrías llevar algunas, y claro, las margaritas son unas de las flores más preciosas para los jardines.
–Llevaré las margaritas y algunas rosas de Siria.–Miré por todo el local encontrándome con girasoles.
–Si quieres algo más resplandeciente te aconsejo hacer un espacio para los girasoles.–Tomó uno de ellos.–Crecerán tanto como los cuides.
Me di cuenta de que iba a necesitar otra mano. No podía llevar todas las macetas y a Leo en la mano.
–Disculpe. ¿Sabe cómo puedo cargar todo esto a casa?
Ella asintió llamando al que parecía ser su esposo, era un señor de avanzada edad con un sombrero de flores y anteojos enormes.
–El es Javier.–El señor tendió su mano para estrecharla con la mía.
–Un gusto y disculpe la molestia pero no cuento con vehículo.–Sonreí un poco avergonzada.
–No es problema. Siempre hago esta clase de cosas.–Aquella pareja era muy amable. Les di las gracias y antes de salir de aquel puesto con Javier pasé a comprar un bote de pintura y unas brochas para pintar la cerca.
El camino con Javier fue de lo más agradable. Tenía un gusto por la música británica y muchas historias que contar. Miré a Leo por el retrovisor y parecía ir disfrutando del aire que chocaba contra su cara.
–Gracias por traernos.–Le dije a Javier quien estaba colocando las flores en la entrada del lugar.
–No es nada, cuando necesites algo no dudes en venir con nosotros.–Le di una sonrisa y salió en su Ford roja.
Cuando di la vuelta Lisa estaba sentada en la entrada de la casa con los codos en las rodillas.
–¿Qué haces?–Preguntó mientras dejaba el abono y las pinturas en la esquina del patio.
–Fui a comprar algunas cosas para el nuevo jardín que haré.–Le dije mientras soltaba a Leo que rápidamente se instaló al lado de Lisa.
–Qué rápido me cambias...–Me acerqué a aquellos dos; había tenido un buen día y quería arreglar las cosas con Lisa.–Creo que debemos hablar...
–No, en realidad no. Sólo fue un momento. Sólo un beso. No estoy molesta si es lo que piensas...
–Sólo un beso...–Dije en un susurro.
–No quise decir...
–Está bien, ¿si? Sólo quiero que las cosas entre nosotras no estén tensas. Te dije lo que sentía y no me arrepiento de ello.
No dijo nada más y seguí con mis planes de hoy, aún con Lisa en la cabeza haría de aquel lugar un jardín.
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It's cold inside too? [Jenlisa]
FanfictionAños después de la caída de las fuerzas francesas contra el imperio Tailandés, Lisa Manoban, una ex militar queda completamente ciega, su orgullo inquebrantable sede cuando se le asigna una enfermera a su cuidado qué tal vez derrumbe los muros que e...