—¡Jin! —exclamó Yoongi, incrédulo.
Recordé sus clases de golpes y entonces el incrédulo fui yo. Si él me enseñaba a defenderme, ¿no era también ante la mierda verbal? ¡Yo también tenía sentimientos! Aunque mi existencia no se veía afectada con tan poco; lo que realmente odiaba de Kim, era su modo despectivo de referirse a Yoongi. Sí, era esa la real resolución. ¡Podría yo tratar a Yoongi de tal y tal forma, pero nadie más que yo lo haría; aunque fuese en la mente! Nadie, nadie, nadie. Por eso es que no dudé ni un segundo en plantarle un puñetazo, con nudos y todo. Y mis propios nudillos se rompieron, resquebrajándose en viveza; liberando la carga que muchos años mi propia sangre se aguantó.
Jamás había estado en una disputa real.
Pero de haber sabido que sería tan electrizante, tan excitante; Dios sabe cuán flotante y ascendiente hubiese sido al respecto. Porque hasta reír quise. Mientras terminaba en el piso, a patadas y codazos; y malditos golpes que se resbalaban en bobadas que rápidamente serían correspondidas..., ¡yo reír quise! Ante las equivocaciones, ante la piel rota y pronta a caer en moretones. Ante la adrenalina de saber el término de inicio, de en medio, ¡de finalización! Ah, ante los gritos, que lejanos se oían; ante las ventajas y desventajas, que me llevarían al camino de la perdición o bien a la ganancia. Del modo en que fuese, no pude evitar el regocijarme frente a semejante dolor inconsistente. Jamás había sido similar. Jamás había peleado, para empezar. Incluso si quisiera, no puedo recordar cómo lo hice. Sólo recordaba lo que Yoongi me enseñó; y supongo que en su mayoría debió haber estado malo, porque a cada puñetazo, Taehyung me lo devolvió en reflejos de los que yo jamás podría ser poseedor. Era vergonzoso admitir que era una basura en cuanto a golpes y escenarios motrices..., pero algo era algo.
Y yo estaba vivo.
Y me ponía feliz el intentarlo, sin dimensionar más allá de ello. Como un niño. Como el niño que debí haber sido en mi niñez incluso si no estaba en mis planes serlo. O como el adolescente que debió defenderse en su tiempo; porque nunca lo había hecho. Y ahora, ahora lo haría. Por demostrar algo, por responder a algo. Quería que Yoongi viera que no había estado del todo mal el enseñarme.
''¡Sepárenlos, sepárenlos!'', ''Jodida mierda, ¡esto está buenísimo!'', ''Tío, graba esto'' o diversos ejemplos que ahora no podría evocar. Porque mi cara estaba paralizada o preocupada del golpe en la nariz de la que había sido conocedora. Y sólo quería llorar del dolor y reír por la euforia que esto me causaba. Lo había hecho. Yo no era cobarde. Demostraba que tenía pelotas, después de todo. Era una persona que conocía su valor, su presencia, su integridad; el todo mismo.
—Cálmate, maldita sea, Jin —acarició mi rostro, preocupado—. Despierta, despierta —pidió, nervioso. A nuestro alrededor se sumaban un montón de risas, caras de alarmados y demáses. Sus manos eran suaves, grandes y cálidas. Sí, él estaba siendo tan amable como lo desearía en sueños. ¿Namjoon me había reconocido? Qué lejos había llegado para que así haya podido ser. No podía estar más dichoso, ¡no se podía ser más feliz, simplemente! Era como era—. Suficiente de peleas, tu rostro está hecho bolsa —continuó diciendo. Pero yo no oía. Sólo trataba de reírme en vano, sólo asentía con satisfacción. Revoloteando a su alrededor, buscando más; necesitando más. Tal vez yo no lo veía a él. Sí, yo no buscaba ver a Nam, sólo anhelaba desesperadamente a Yoongi; quien me había enseñado, quien me había alentado indirectamente, quien había hecho de mi cara un posible martirio. Yoongi, Yoongi; el que descontrolaba todo mi ser y me provocaba al punto de causar tales barbaridades. Por eso estábamos en esta circunstancia, para empezar.
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{EN EDICIÓN}❝Róbame la juventud❞ [JinSu]🠔[SuJin]ܟ
FanfictionHay dos cosas que Kim Seok Jin amaría tener en su valiosa vida estudiantil: popularidad y al maravilloso Kim Nam Joon durmiendo desnudo en su cama. Su mejor amigo, Min Ji Min, insiste en que sus días deberían dejar de basarse en pirateados videojue...