07. ❝Alma❞

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—Así que tocas la guitarra. —Lo inspeccioné antes de regresar la vista a mi instrumento musical. No sentía las piernas y era la décimo-quinta vez que me acomodaba en la silla. Pero no había nada que hacer. Crear arte dolía y ameritaba de un pago. Como la rabia consistente que permanecía en mi pecho. Dicen, incluso en tiempos actuales, que la mejor muestra de arte es el sufrimiento plasmado de odio. O de dolor. O de emociones que siempre van a ser más tangibles que el amor y felicidad.



—Oh, claro. Una mala costumbre que adquirí —respondí desinteresadamente. Olvidaba por qué lo hacía. O tal vez no había una razón en específico para ello. Un día, por muy absurdo que sonase, decidí tomar la guitarra que mi padre tenía escondida antes de que se fuera..., y jugué con las cuerdas. Mi madre empezó a llevarme a clases de canto y musicalidad. Y así había terminado. Aprendiendo todo lo que necesitaba. Con largos dedos, deformes y huesudos. Que tocaban sin chistar, que se rompían hasta crear ampollas..., y que agarraban un vicio inesperado por lo que conllevaba construir melodías. Era mi descanso. Mi liberación personal. Mi reposo del mundo. Mi reposo de mí. Mi reposo de todos los pensamientos que podrían atacarme sin pensar en mi salubridad. Porque me concentraba tanto que, incluso sin saberlo, sonreía más de lo que podría hacer en toda una semana.



Pero, si alguien me preguntase por qué fue que empezó mi amor inmensurable respecto a la guitarra..., entonces no sabría qué explicarle. O me avergonzaría de sólo admitir que no había mayor gracia en ello.



—¿Mala costumbre? A mí me luce que tocas genial.



Sonreí sin quererlo y di un asentimiento gratificado. Estaba fatigado. Sólo quería dormir. Cerrar los ojos y fingir que mis músculos no dolían, que mi mente no seguía siendo la misma mierda de siempre y que yo podía conseguir más de lo que considerase. Pero no era así. No funcionaba de esa forma. No era magia. Yo no tenía hechicería en la palma de mis manos y tampoco recibiría algo con sólo pedirlo. Porque llevaban siendo años. Años de preocupación, años de susto, años de costumbre. Años de repetición instantánea. Un hábito irrevocable que había dañado mi mente. Como un virus irreversible. Y si lo decía, si lo escribía; era precisamente porque no podía superarlo. Los aburriría a todos, ¡lo sabía! Mis problemas eran así. Los problemas generalmente causan aburrimiento en las personas, ¡en el mundo entero! No dudaba que las redundancias; irme con rodeos, fuese suficiente para cansar a quien leyese esto. Pero era una sensación innata que debía ser amoldada, que debía ser fundamentada con todo. Era algo que no podía cambiar y algo que esperaba tomara un nivel de percepción comprensiva. Comprensiva hacia puntos analíticos.

{EN EDICIÓN}❝Róbame la juventud❞ [JinSu]🠔[SuJin]ܟDonde viven las historias. Descúbrelo ahora