Los que nacimos con esta habilidad siempre fuimos despreciados y tachados como errores que no deberían existir. Las brujas no perdonan, y no tienen piedad contra nosotros por ser diferentes, por necesitar robar de alguien más lo que tuvo que haber e...
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Todo paso demasiado rápido. Madre me había lanzado contra la pared al fondo de la cueva y arrojó unos polvos en el piso, impidiendo que mis hermanos pasaran, dejándonos solo a ella y a mí de ese lado de la cueva. No podía moverme y sentía que me estaban asfixiando.
–¡Déjala ahora! –La voz de Nick retumbo en todos los rincones de la cueva.
Las miradas de sorpresa y miedo en mis hermanos, junto con la ira plasmada en Nick estaban asustándome aún más. Tenía miedo, mucho. Se suponía que eso no tenía que pasar.
–Te estoy haciendo un favor, Nicklaus. Ella es una abominación de la naturaleza. Y no puedo matarla como quisiera, pero al menos puedo aislar su existencia, para que no haga más daño al balance natural.
–Si le tocas un cabello... –siseó Elijah, molesto.
–¡Los traicionó, Elijah! No pueden confiar en ella. –Se dirigió esta vez a Nick –Ella será tu perdición, es demasiado manipulable y hará que los maten a todos.
Fije mi mirada en mi hermano, viendo la duda que ahora teñía su mirada y por la que el miedo en mí se acrecentó.
–Estas diciendo tonterías, madre –habló Becca. –Milla jamás dañaría a una mosca.
–No conscientemente, es demasiado ilusa para ello, pero lo hará. Solo mira esta noche; Me bastaron unas cuantas palabras bonitas para hacer que hiciera todo lo que quería.
Mi corazón se rompió en mil pasados al escucharla decir esas palabras tan hirientes con toda la naturalidad del mundo. No había una pizca de duda o lo que sea que mediera algún indicio que lo que decía no lo sentía con total convicción. Mis ojos escocieron al por fin aceptar lo que por tantos años estuve ciego de ver. Ella en verdad de odiaba. Mi madre, solo me había utilizado, ella jamás me amo y jamás lo hará.
–Con esto solo admites que la manipulaste para traerte. –habló Elijah.
–¿Y quien te asegura que alguien más no lo haga? –rebatió –Ella quería reunir a toda la familia esta noche ¿piensan que solo yo les hacía falta? –retó. Las expresiones de mis hermanos se volvieron de horror y yo no podía parar de llorar. Madre se volteó hacia mí. –Diles, diles lo que hiciste.
